Editorial octubre 25

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Valor y vergüenza

En este mes de octubre tenemos dos historias que son la cara y cruz de nuestra sociedad.

Vamos con la cara. No fue a la tercera la vencida, fue a la cuarta final cuando estallaron los aplausos. Por fin la selección de España de baloncesto en silla de ruedas, se proclamó campeona de Europa.

España ha completado un torneo impecable de resultados. Ocho partidos y ocho victorias. Primero superó la fase de grupos con cinco triunfos, después ganó a Alemania en cuartos y posteriormente a Italia en semifinales antes de llegar a la final.

Por primera vez campeona, pero antes de este octubre 25 habían llegado a la final en otras tres ocasiones. Manu Lorenzo, con 20 puntos, fue el deportista más destacado.

¿Quién es Manu? Un chaval de 19 años que cuando era crío jugaba al fútbol de portero en el pueblo costero de Mugardos (al lado de Ferrol), a pesar de sus problemas musculares, una dolencia de nacimiento que se fue acentuando a medida que aumentaba su estatura (mide 1,92) y que le dificultó caminar hasta obligarle a desplazarse en silla de ruedas. Sus compañeros del Bidaideak, el club de baloncesto en silla de ruedas de patrocinado por la BBK, le animaron. Y vuelve con la copa. La forma en que se están desarrollando sus músculos en la etapa de crecimiento le ha aportado una madurez de la que carecen otros deportistas. Manu aconseja: «Ejercita la mente,  y hablo a los jóvenes, discapacitados o no. Nunca te aburras con lo que estás haciendo, busca algo diferente que te haga cambiar. No olvides que siempre hay alguien que te puede enseñar un poco más, aunque sólo sea un detalle, porque ese detalle te ayudará a ascender».

Y ahora la cruz. El jueves 30 de este mismo octubre, varios centenares de encapuchados, radicales de izquierda abertzale, asaltaron el campus de la Universidad de Navarra en Pamplona y dejaron seis heridos, entre ellos un periodista. Después quemaron contenedores en un barrio cercano. Venían para impedir un acto convocado por un famoso en redes sociales de derechas Vito Quiles, que la Universidad no había autorizado y que finalmente no se produjo.

Tenemos que condenar con firmeza la violencia, siempre. Pero asaltar una universidad es un acto incívico e inhumano. Vergonzoso. Hay que vivir en concordia jóvenes, seas discapacitado o incapacitado social, echando por delante el corazón, sacando lo mejor del hondón de tu alma y ejercitando la mente.