Queridos amigos lectores, es un desgarro decir adiós a Jesús Sáenz Ridruejo, nuestro presidente desde que idease, junto a su mujer, la fundación Belén. Era 1996, aún no existía el móvil. Tenía Jesús cualidades intrínsecas de castellano viejo, de Soria. Era todo un señor. El título de presidente le parecía innecesario, no le gustaba ningún título. Pero ejercía el mando con resolución y orden.
Era y se definía como geólogo y montañero, tenía amor a la consistencia, a las estructuras, a la tierra, a la verdad. Gustaba la historia, la poesía y la música. También amaba el silencio. Tenía gravedad, entereza, fortaleza. Certezas de siglos anclados, tallado en piedra. Sí, un señor. Así era. Adiós a todo un caballero. Sin adornos, sin banalidad, sin apariencias. Ser contra parecer.
Gracias por las muchas horas de trabajo entregadas a esta fundación en estos 28 años de vida fundacional. Gracias por tu ejemplo. Gracias por tu vida. Te has ido a la casa del Padre de un infarto, de un paso has alcanzado la cumbre. Seguiremos.
Nos deja harto consuelo tu memoria.
Agosto 2024