Cuando la periodista Mamen Mendizábal presentó al empresario y emprendedor Pau García-Milá, comentó que era el único ponente al que han invitado a dar una ponencia en todas las ediciones del MABS. Nadie puede dudar de la calidad humana y profesional de Pau, es una persona que ha tenido que superar muchas vicisitudes a lo largo de su carrera profesional para llegar hasta aquí.
Es más, una de las clave de sus intervenciones radica en la importancia de asimilar el fracaso, no sólo de la persona o del equipo que fracasa, sino también de su entorno más cercano (familia, amigos, vecinos, la sociedad con la que convive). Hay un magnífico libro del periodista Andrés Oppenheimer, ¡Crear o morir! (Debate), que aborda las biografías de hombres y mujeres occidentales que han logrado sus razones de vida después de haberse caído en numerosas ocasiones, hasta que han sido capaces de asimilar los errores que cometieron, y de mantener las fortalezas que ya atesoraban, y de esta manera y con sus tomas de decisiones, han logrado sacar su proyecto hacia adelante.
En España y en el Mundo desde hace demasiado tiempo se da mucha repercusión mediática y social a los fracasos, y en menor medida a los éxitos. No se presentan los éxitos y los fracasos de forma equilibrada, para ello es imprescindible usar la inteligencia emocional con sabiduría cuando se difunden a los implicados y a la sociedad. Es más, se tiende a presentar los éxitos de forma muy espectacular, sin pararse a mostrar cómo ha sido el camino hasta llegar ahí, y también se hace especial hincapié en mostrar la parte exitosa de la persona o de la institución. ¿No tienen lagunas en sus biografías y existencias cotidianas?
Una de las manifestaciones de esa predominante y equivocada forma de presentar la realidad es consecuencia de cómo los medios de comunicación la abordan y muestran. Cualquiera que vea en televisión un Telediario, o que escuche un programa de radio informativo o los magazines contenedores, o lea las páginas de un diario, puede comprobar cómo se tiende a presentar cualquier realidad de forma bipolar, o excesiva. Esto es consecuencia de que hay un problema de fondo en la sociedad y en las instituciones que funcionan así, hay una cuestión patológica digna de ser tratada por equipos interdisciplinares expertos en esas situaciones.
Volviendo a Pau García-Milá, sólo decir que siendo una persona con indudables cualidades humanas y profesionales, hay un error de base en su forma de comunicar: su excesivo movimiento a lo largo de sus intervenciones acompañado de un ritmo rápido al hablar. Vocaliza menos de lo que es conveniente. Es consecuencia de haber aprendido a comunicarse en la escena en una sociedad y en unos medios de difusión que han asumido que la híper actividad es una virtud. No lo es.
En buena medida uno de los problemas de nuestro tiempo es esa sobre ocupación que muchas personas e instituciones llevan a cabo. Pero no se paran ahí, pretenden que sea la filosofía y la forma de actuación acertadas. Psiquiatras, psicólogos, médicos de otras especialidades, filósofos, pedagogos o sociólogos, reconocidos a nivel mundial, vienen investigando y demostrando esa enfermedad internacional. ¿Cuándo le pondrán remedio quienes la padecen y la fomentan por mimetismo?
Ignacio Martínez Mendizábal, Fernando Parrado o Philippa Malmgren son maestros a quienes tomar de buen ejemplo. Todas las personas, generaciones y entidades saldremos ganando.
Manuel Carmona