Conmover a tiempo
Traemos a la portada la fotografía de un puente de hierro de un ferrocarril que hace años dejó de atravesar, como metáfora de este tiempo pre otoñal. Este puente no tiene más uso que mantenerse erguido conmoviendo al paseante en su belleza de vigas entrecruzadas, formando encaje sobre el cielo al atardecer.
¿Conmover es necesario? Sí, es el primer acto humano. Lo primero que hacemos al nacer: conmover. Y también el último.
Llorar para respirar, llorar para conmover. Para que unos brazos nos rescaten, nos acojan y amparen en ese preciso y primer momento de absoluta menesterosidad. Pero no sólo al nacer. También al morir necesitamos unos brazos que nos amparen y protejan del dolor, del miedo, de la soledad. Esos brazos y abrazos son insustituibles por ley, por derecho y por caridad. Somos sociables porque nos necesitamos mutuamente, porque conmovemos. Llamamos a la acción desde el corazón, a través de los sentimientos.
Ese vínculo afectivo creado en la más remota infancia será nuestro escudo protector a lo largo de la vida. También en la muerte. Para los psiquiatras que han estudiado el tema de la resiliencia el vínculo afectivo es clave para poder salir airoso de toda derrota. Porque el amor cura. El amor es la mejorar medicina familiar.
Abrazar es la mejor recomendación que desde la Fundación Belén hacemos a las madres. La acción más insustituible. Del poder del amor, de la formación del vínculo, de la música curativa hablamos en este número que cierra el verano y abre paso al prometedor otoño. Abracen al tiempo, todo el tiempo, abracen a tiempo. Buena lectura.