El KOS Noruego

Una vuelta al Carpe Diem escandinavo

Los daneses tienen el “Hygge” como su nuevo secreto para encontrar la felicidad, es  una nueva filosofía de vivir que exalta la sencillez. Si le preguntas a un danés qué es hygge, responderá que «es sentarse frente a la chimenea en una noche fría, vestido con un buen jersey de lana mientras bebes un vino caliente con azúcar y especias y acaricias a tu perro echado a tu lado». Hygge también es comer galletas de canela hechas en casa, mirar la TV bajo un edredón, tomar el té en una taza de porcelana china a la reunión de la familia en navidad.

Se pronuncia «hu-ga» y a menudo se le traduce como «lo acogedor». Pero tal como dicen los que los daneses que practican esta filosofía vital, hygge es mucho más que eso: es una actitud total ante la vida y es lo que ha ayudado a Dinamarca a superar a Suiza e Islandia como el país más feliz del mundo.

«Hygge puede ser familias y amigos reunidos para comer, con el comedor a media luz. O puede ser el tiempo que pasas solo leyendo un buen libro» dice Nilsson, y añade «funciona mejor cuando no hay un espacio vacío demasiado grande alrededor de la persona o de la gente».

La idea es relajarse y sentirse «en casa» tanto como sea posible, olvidándose de las preocupaciones de la vida.

Los suecos se apuntaron al estilo “Lagom” basado en evitar la pomposidad, mantener los pies en la tierra, celebrar lo que aporta cada uno, no someterse a la imagen y preocuparse por las historias personales y no por los productos, afirman sus seguidores.

Lagom es para la suecos una forma de vida: “No muy poco, no demasiado, simplemente lo justo”. Es una filosofía de loa buena vida que se aplica a todos los ámbitos y que según la escritora del libro Lagom, Lola A. Åkerström: “es también la forma en la que los suecos gestionan el estrés desde niños. No es la perfección, sino la mejor solución para encontrar el equilibrio”.

Los noruegos adoptan ambos conceptos y lo viven bajo una nueva premisa: «Poner el foco en uno mismo», explica Anette Barstad , profesora de yoga en Ålesund, el pueblo Art Nouveau del centro de Noruega.

Traducible como «lo cómodo y acogedor, pasar un buen rato hasta crear un momento de placentera intimidad», el “kos” se ha convertido en objeto culto.

Incluso en invierno. «Apreciamos y disfrutamos al máximo la naturaleza, por lo que un buen rato para un noruego siempre incluirá un paseo por las montañas con amigos. En invierno no existe mejor plan que salir a esquiar, comer naranjas y una barrita de chocolate Kvikk, seguir esquiando y finalizar la jornada en una cabaña de madera sentados junto al fuego», explica Patricia Pitarch desde la oficina española de Innovation Norway .

Aunque todas las filosofías escandinavas de estilo de vida tienen puntos en común –la felicidad a partir de la sencillez, la falta de barroquismo, la huida del consumismo sin sentido o del embellecimiento porque sí– hay diferencias. Al contrario del hygge kos no se entiende en soledad. « Es todo aquello que te hace sentir bien, un bienestar mental, pero siempre relacionado con la socialización, que ese buen rato sea con amigos o familiares», prosigue Pitarch.

La capacidad de los escandinavos para ‘darle la vuelta a la tortilla’ y tratar de ver las cosas que a otros pueden parecerles malas como una oportunidad es el arranque para encontrar estos ratos de pasarlo bien sin importar la temperatura exterior.

Carpe diem:  es una conocida locución latina que literalmente se traduce como ‘toma el día’, pero que significa  ‘aprovecha el momento’.

Fue acuñada por el poeta romano Horacio: “Carpe diem, quam minimum credula postero” esto es ‘Aprovecha el día, no confíes en el mañana’.

Kos se relaciona con una palabra que solo existe como tal en noruego: koselig , que no es otra cosa que la sensación de bienestar en plena naturaleza, enamorándonos del paisaje y sintiéndonos como en casa. No es necesario sufrir un ataque cual síndrome de Stendhal ante un fiordo o atravesando un bosque, sino una genuina comunión con lo que nos rodea.

«En su origen, el término se entendía como sinónimo de supervivencia, un fuego encendido y una comida en su entorno en los inviernos largos, fríos y oscuros», explica el periodista Arve Uglum.

Que la gente se una para crear momentos de intimidad es el objetivo del kos . Practicarlo es tan sencillo como positivo. No hay recetas maestras, cada uno encuentra esa felicidad en acciones diferentes. No hace falta nieve, ni chimeneas, ni fiordos… Incluso los festivales de música se organizan «no solo teniendo en cuenta el cartel, sino también las oportunidades de socialización que tendrán quienes asistan», explicó la crítica musical Katrine Sviland en un estudio que hizo Turismo de Noruega al respecto.

Exportarlo a otros países, compartir su estilo de vida, pasa también por adoptar costumbres ajenas. En la búsqueda de momentos “kos” , los escandinavos experimentan –a su manera, todo hay que decirlo– incluso con la comida. Se ha convertido en todo un clásico en Suecia y Noruega el reunirse los viernes para cenar tacos, que tienen poco o nada que ver con los tex-mex originales. A estas cenas se apuntan jóvenes y mayores; e incluso los supermercados colaboran con ofertas y descuentos especiales para los amantes del Taco Fredag.

Como explica Patricia, «el kos es un estilo de vida menos pretencioso, es el placer ante lo simple, las pequeñas alegrías que te hacen sentir bien. ¿Por qué no intentar centrarnos en los momentos que nos hacen realmente felices?»