Después de un mes de confinamiento, sólo hay una expresión que defina mis estados de ánimo: una montaña rusa.
De sentirnos afortunados por tener un techo bajo el que pasar este encierro, a la percepción de no ser tan privilegiados como aquellos que ya han superado la pandemia, o aquellos habitantes de países cuyas medidas permiten llevar a cabo una vida normal.
Durante este periodo, con mucho tiempo para reflexionar, he decidido ser de las personas que se quedan en cada y consiguen ver el lado positivo de nuestra situación, por difícil que sea.
A pesar de que los estudios no me permiten tener todo ese tiempo libre del que se habla en los medios, he aprendido a disfrutar de esos momentos en familia que la rutina no nos permitía valorar.
A diferencia de muchas personas, estar encerrada con las 3 mismas personas me parece un privilegio y una necesidad. Cada una de las personas que viven en mi casa son un soporte emocional fundamental que he dado por hecho toda mi vida y ahora es imprescindible.
Con esto, quiero animar a dar mucho amor, porque cada día que pasa lo necesitamos más, un simple gesto, un simple mensaje… puede significar mucho para otra persona.
Deseo que esta situación nos incite a recapacitar sobre lo poco que valoramos las cosas más simples en muchas ocasiones, y que una vez todo esto haya terminado, vivamos cada abrazo, cada día de clase, cada entrenamiento… como si fuera el último.
¡Mucho ánimo!
S.A. (19)