Ojos para lo bueno

Este mes de cuarentena, sí, he aprendido muchas matemáticas, física, química, biología… pero todas estas cosas, por mucho que intente acordarme, serán pasajeras. Este mes de cuarentena sobre todo he aprendido a valorar. A agradecer. Nunca son suficientes las gracias que se dan. He aprendido a echar de menos la rutina que parecía tan normal y aburrida.

He aprendido que la sociedad con prisas en la que vivimos a veces necesita pararse y mirar. Mirar a nuestro alrededor y querer ver el valor de un simple beso o un abrazo, que hoy nos cuesta la vida. El valor del paso de tiempo, que es oro. He aprendido a tener ojos para lo bueno. Esta situación que parece que te asfixia, que te corroe toda su frustración, tiene sus cosas buenas. Y yo, tengo ganas. Tengo ganas de hacer las cosas bien. Tengo ganas de querer más. De hacer todos y cada uno de mis planes, desde hacer un examen hasta irme de fiesta. De viajar. Verano. Playa. Sonrisas. Cariño… ese del que tanto carecemos estos días.

He aprendido que las cosas con más valor son las que más cerca tenemos, y que sin embargo pensamos que son aquellas que no tenemos. Cómo nos gusta pedir siempre más. Me incluyo. Pero ahora, he abierto los ojos. Mis más preciados tesoros no son materiales. Mi tesoro es mi familia. Mi tesoro son mis amigos. Mi tesoro es el colegio. Mi tesoro es mi amor propio. Y qué suerte tengo, que ni el mejor ladrón del mundo va a poder robármelo.

Todo esto es lo que les contaré a mis nietos en un futuro. Les contaré que aprendí a querer mucho más. A querer al mundo. A pensar lo maravillosa que es la vida y su preciado significado.

He aprendido a vivir en una incertidumbre con ganas. Qué ganas de salir de aquí e ir a una buena fiesta. Qué ganas de besar, de abrazar, de reír hasta llorar, de mirarlos a todos y pensar la enorme suerte que tengo. Qué ganas de ir a casa de los abuelos el domingo y comer hasta no poder más. Qué ganas de su cariño. Qué ganas de su empanada. Qué ganas de sus planes. De su felicidad.

Todos esto y más que me queda. Hoy, vivo en una incertidumbre con ganas.

 

S. S. (17)