Estudio Esnupi

Estudio Esnupi

Estudio EsNuPi

 

Es el primer estudio realizado de forma representativa en población infantil española de entre un año hasta menos de 10 años para describir patrones dietéticos y de estilos de vida.

La vitamina D es el nutriente cuya ingesta habitual está más alejada de la recomendada. También los menores están faltos de calcio, magnesio y ácidos grasos omega-3

El proyecto, promovido por la Fundación Iberoamericana de Nutrición (FINUT) y la Fundación Española de la Nutrición (FEN), ha sido desarrollado durante 2018 y 2019 y describe los patrones de alimentación y hábitos de actividad física y descanso en la población infantil española de 1 a 9 años.

Para su elaboración se realizaron más de 1.500 encuestas personales y 1.400 vía telefónica a padres, madres y tutores.

EsNuPI es un estudio prospectivo observacional de corte transversal y representativo de la población española de 1-9 años en zonas urbanas de España, estratificado según zonas geográficas, tamaño del municipio, edad, sexo y consumo de leches especializadas.

Los alimentos y bebidas consumidos por los niños fueron recogidos mediante dos tipos de encuestas dietéticas: recordatorios de 24 horas (R24h) y cuestionario de frecuencia de consumo de alimentos semicuantitativo (CFCA). En el caso del R24h, se registró el consumo de alimentos y bebidas que el niño tomó durante el día anterior.

El participante, realizó una descripción detallada de la ingesta realizada, que sirvió para la codificación de alimentos y asignación de gramaje posterior.

El participante (con ayuda del encuestador y del tutor), realizó una descripción detallada de la ingesta realizada, que sirvió para la codificación de alimentos y asignación de gramaje posterior (se realizó uno presencial y otro telefónico pasados 7 días del primero). Estas bases de datos fueron enviadas a FEN y FINUT para su revisión y codificación. En el caso del CFCA semicuantitativo (cuestionario con 150 ítems agrupados en 15 grupos de alimentos), el encuestador preguntó por la frecuencia de consumo por término medio del año pasado (teniendo en cuenta la cantidad consumida).

Las preguntas fueron respondidas por el niño, con ayuda del tutor. Con los datos recogidos sobre la cantidad y frecuencia de estos alimentos, se calculó posteriormente la ingesta media diaria.  Para facilitar el trabajo de los encuestadores, éstos contaron con las “Tablas de medidas caseras y raciones habituales de consumo” de la FEN (FEN, 2013) y la “Guía fotográfica de porciones de alimentos españoles” de UGR-FINUT (Ruiz-López, 2018).

Posteriormente, se generó una base de datos, a partir de la cual se calculó la energía y los nutrientes de cada uno de los individuos utilizando el programa informático VD-FEN 2.1 (Programa de Valoración Dietética de la FEN) que utiliza las Tablas de Composición de Alimentos de Moreiras y cols., 2018, más una ampliación detallada de la composición de diferentes leches infantiles y de adultos.

La actividad física fue estimada mediante un cuestionario de valoración de la actividad física y de comportamiento sedentarios, validado previamente en niños menores de 10 años de Colombia (Camargo y cols., 2015), basado en un registro de siete días. Se realizaron ligeras modificaciones de este cuestionario para adaptarlo a las necesidades del presente estudio. Se incluyeron las actividades que requieren mínimo o ningún movimiento. El gasto de energía se estima utilizando los datos del cuestionario de actividad física.

Los participantes se clasifican según el cumplimiento de las recomendaciones internacionales de actividad física para la edad. Esta distribución se realizó según diferentes grupos de edad y sexo. Los comportamientos sedentarios se evaluaron mediante un apartado específico, calculándose el tiempo promedio empleado por día que fue dedicado a actividades clasificadas como sedentarias.

El tiempo en pantalla se evaluó por separado para determinar el tiempo dedicado a esta actividad en días de semana y en fin de semana. La ingesta energética obtenida en el R24h se comparó con gasto energético obtenido a través del registro de actividad física en formato de cuestionario.


Ingesta dietética habitual, adecuación nutricional y fuentes alimentarias de calcio, fósforo, magnesio y vitamina D en niños españoles entre uno y <10 años.

 Resultados del estudio EsNuPI

Teniendo en cuenta los valores de referencia de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (European Food Safety Authority, EFSA), se encontró que las ingestas de calcio y magnesio estaban por debajo del requerimiento medio y de la ingesta adecuada, en ambas cohortes, en un porcentaje considerable de niños. Además, el fósforo excedió la ingesta adecuada en el 100% de los individuos y la ingesta de vitamina D fue más baja que la ingesta adecuada en casi todos los niños estudiados, aunque los aportes fueron significativamente mayores entre los consumidores de leches adaptadas, independientemente de la edad.

En relación con las fuentes alimentarias, EsNuPI corrobora los resultados de otros estudios: la leche y los productos lácteos son la fuente principal de todos los nutrientes estudiados, especialmente para el calcio. De hecho, se demostró que dos o más raciones de leche al día es un factor que ayuda a lograr la ingesta de calcio y vitamina D por encima de la mediana.

Otras fuentes de calcio fueron los cereales y las verduras; de fósforo: las carnes y los productos cárnicos y los cereales; de magnesio: los cereales y las frutas; y, de vitamina D: los pescados y los huevos.

Estos resultados destacan de manera global, la necesidad de mejorar la ingesta de estos nutrientes implicados en la salud ósea y metabólica en los niños y señalan un mejor estado en los niños consumidores de leches adaptadas, especialmente en relación con la ingesta de vitamina D.

La vida nos supera a menudo. Y el teletrabajo no ayuda. Por eso es importante saber cuáles son las principales carencias de su dieta para poder así atajarlas con los menores quebraderos de cabeza posible.

El Estudio Nutricional en Población Infantil Española (EsNuPi), promovido por la Fundación Iberoamericana de Nutrición (FINUT) y la Fundación Española de la Nutrición (FEN) arroja un dato que resulta bastante llamativo: la carencia de Vitamina D en la dieta de los pequeños. Rosa Ortega Anta, profesora de Nutrición en la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense de Madrid, es una de las autoras del estudio, para el que se realizaron un total de 1.514 encuestas personales y 1.449 telefónicas a padres, madres y tutores de niños de entre uno y diez años: “En efecto, en todos los grupos estudiados, la ingesta de vitamina D fue inferior a la adecuada”. Y añade: “Considerando todos los nutrientes, la vitamina D es la que muestra mayor alejamiento entre ingesta habitual e ingesta adecuada, de modo que la práctica totalidad de los niños tienen ingestas insuficientes.”.

Lo grave del asunto es que este nutriente es fundamental para la estructura ósea de los pequeños porque “ayuda a nuestros huesos a absorber y retener el calcio que necesitan para estar fuertes”. Y no solo eso: “Funciona como una hormona con propiedades inmunomoduladoras y es, por tanto, fundamental también para mantener una buena salud inmunitaria”. Es decir, esa que nos ayuda a luchar contra virus como el SARS-coV-2, causante de la covid-19. Por si esto nos parece poco, “además ejerce otras funciones que permiten el buen funcionamiento del sistema cardiovascular, neurológico, hematopoyético y endocrino”, asegura Ortega.

La buena noticia es que es sencillo aumentar la cantidad de Vitamina D en nuestro cuerpo. “Las principales fuentes que tiene nuestro organismo para conseguirla son el sol y los alimentos. Teniendo en cuenta que en España disponemos de suficientes horas de sol al día, la hipovitaminosis D de los niños españoles parece estar asociada a la dieta.” Una dieta en la que debe de volver a tener lugar predominante la leche y sus derivados, principalmente las leches adaptadas y reforzadas. “La ingesta de Vitamina D de los niños que consumen leches adaptadas es entre dos y tres veces mayor que la de los que no las consumen”. También son una buena fuente de este nutriente los pescados, sobre todo los grasos y azules (aportan el 24%), los mariscos, los huevos y los cereales integrales. Lo malo es que precisamente son los alimentos menos habituales en la dieta de los niños españoles.

Por el contrario, “consumen un exceso de energía, de proteínas y de azúcares libres”, asegura , José Manuel Moreno Villares, coordinador del Comité de Nutrición y Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría (AEP). Lo que provoca que alrededor de un 40% de niños y niñas de 6 a 9 años tenga exceso de peso, según el estudio Aladino 2019, elaborado por el Ministerio de Sanidad y la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición. Aunque este porcentaje se reduzca hasta un 30% en adolescentes, la realidad es que la alimentación de los niños españoles es mejorable.

Rosa Ortega comenta que “conviene que los niños no se salten el desayuno, distribuyan los alimentos en 4-5 comidas y realicen más actividad, evitando el sedentarismo, pues esta falta de actividad lleva a un bajo gasto energético y a la necesidad de comer menos para evitar el sobrepeso/obesidad”. Por otro lado, consumir menos alimentos supone ingerir menos vitaminas y minerales y aumentar el riesgo de sus carencias. Porque la Vitamina D no es la única que habría que reforzar. “El estudio EsNuPi ha puesto de manifiesto que tampoco son adecuadas las ingestas de calcio y magnesio, nutrientes que también son esenciales para la salud ósea y metabólica de los niños”. Moreno Villares también apunta a la falta de ácidos grasos omega-3 (DHA) en algunos grupos de edad.

A largo plazo, estas carencias pueden afectar “a la salud ósea, pero también metabólica, inmunológica, funcional”, comenta la profesora de la UCM. Y eso no es lo peor, como apunta el pediatra de la AEP: “Unos malos hábitos en la infancia suelen llevar a unos malos hábitos en la edad adulta. La presencia de obesidad en la edad infantil se asocia a mayor riesgo de obesidad en la edad adulta, con consecuencias bien conocidas. Empezamos a ver en algunos adolescentes y jóvenes con obesidad algunos de los problemas que antes solo veíamos en el adulto: hiperglucemia, hipertensión, problemas óseos y articulares, apnea del sueño…