Consuegra

La belleza de su gente y de sus paisajes

El 9 de marzo disfrutamos de la III Exaltación del Huevo en la bella e histórica Consuegra, un municipio toledano con tres milenios de vida, y cuyo Castillo levantado por la emblemática y poderosa Orden de San Juan de Jerusalén recibe la visita de 400.000 viajeros anuales que se acercan a sus murallas, torreones y estancias para revivir la Edad Media con sus sentidos, para contemplar las paradisiacas vistas de las tierras de La Mancha, de las que un día se enamoró Miguel de Cervantes. Es normal que él quedara prendado de esos inmensos campos cultivados con olivos centenarios, cereales, azafrán…

Cuando uno está en lo alto de la montaña donde se asienta el Castillo de Consuegra, y mira a cada uno de los 360º que tiene a sus pies, siente la plenitud de la vida. La felicidad brotando de lo más profundo del alma. La mente se libera del cansancio y de las preocupaciones acumulados durante la semana, para dar rienda suelta al disfrute y a la alegría compartidas.

Hicimos este viaje por la amistad que nos une con mi antigua alumna Silvia Sotomayor, a quien tuve el honor de dirigir su TFM. Es Ella mujer de corazón noble, alegre, siempre dispuesta a coger con su don de gentes a cualquier persona que merezca la pena. Es normal que sus compañeros de trabajo de la Agencia de Comunicación la admiren y quieran por su inteligencia y sensibilidad.

Dos horas después de haber partido de las tierras de Guadalajara, llegamos a Consuegra. Nuestra anfitriona nos esperaba, los medievales molinos de vientos nos recibían con su majestuosidad y sus brazos de hierros. Paso a paso, fuimos subiendo los primeros tramos de las escaleras del imponente Castillo. Puse mis manos sobre sus piedras para sentir la energía de la Historia. Desde El Toboso hasta Jerusalén, 2019 años nos contemplan. Viajes de ida y vuelta por amor y devoción a Cristo. Y como en cualquier trayecto, millones de aventuras que se han ido tejiendo con el devenir de los tiempos. Judíos, árabes, cristianos, agnósticos, ateos, budistas, se sucedieron y suceden visitando las murallas del Castillo de Consuegra y los molinos manchegos.

Nos reunimos personas de 4 generaciones para rendir homenaje a los miles de hombres y mujeres que a diario hacen más hermoso, más grato y admirable a Consuegra. El protagonista principal es el huevo, ese pequeño alimento ovalado de 65 gramos, pero también el trabajo ejemplar de los 365 días del año de esos avicultores. Consuegra hoy produce el 3% de la producción española de huevos. Lo que comenzó en los años 60 como una actividad de subsistencia de sus familias, se ha convertido con el tesón, el buen hacer y la innovación constante, en una floreciente industria agroalimentaria sostenible. Como nos explicaba la veterinaria, los más estrictos controles de calidad son aplicados cada jornada, las naves avícolas parecen salas de la NASA. De ahí su éxito en España y en el Mundo.

Hizo de maestro de ceremonias el representante del sector avícola, hombre que busca aumentar las sinergias entre las distintas empresas, los trabajadores y las instituciones de cualquier sector. Se han dado cuenta de que el hoy y el mañana se escribe y se vive a partir de la unión, de la convivencia con armonía, y del remar todos a una como en Fuenteovejuna.

Intervino también el alcalde de Consuegra, José Manuel Quijorna, quien habló con conocimientos y sin leer una sola línea. ¡Cuánto tienen que aprender tantos diputados, senadores, consejeros y ministros!, de compañeros como éste y otros que sí hacen del servicio público a sus  conciudadanos y entidades el motivo de su carrera política.

Y tras los discursos, pasamos al salón que el chef Javier Sánchez había preparado junto a todo su equipo, un grupo de ocho hombres y una mujer de lo mejor que podemos encontrar hoy en la Restauración en España y a nivel mundial. Degustamos los manjares con que nos agasajaron: para empezar tres tipos de quesos manchegos de la Comarca -curado, semicurado y blando-; más un queso de cabra exquisito. Todos ellos acompañados por una variedad de panes de hogazas que ya empezaron deleitarnos cuando entramos en el salón y los olimos desde la distancia. Habían sido hechos por el gran maestro de panes que es . Regamos los quesos y los panes con dos vinos blancos, uno de ellos espumoso, hechos en su Cooperativa San Isidro Labrador.

Y Javier Sánchez y su equipo (Chef del Palace y Chef del Intercontinental) continuaron saciando nuestros paladares en aquella inolvidable jornada primaveral: Calsotada, con cebolleta, pico de gallo, mahonesa ligera y migas.

Siguieron con la primera puesta a base de Parmentiere, gachas, patata azafranada, yema de huevos y melanosporum. Tras ella, la segunda puesta con escabeche de gallina en su espuma. No hay dos sin tres, y la tercera fue de bacalao confitado, galleta de queso, pistacho y su Pil Pil. Para quien estuviera echando de menos la carne, de cuarta puesta una carrillada de ternera al vino tinto Consaburum, acompañada de tabule de verduritas y frutos secos, y nubes de clara de merengue sopleteado, Y como no hay quinto malo, degustamos un ponche de mistela. ¡Casi ná! La sexta de las puestas, con la que se remató el homenaje gastronómico, fue un hojaldre con crema de huevo.

Y entre tanto arte y elegancia, no podía faltar la terapia de la Música que nos regalaron el cantaor local de flamenco José Torres y el guitarrista Javier Cerezo. Éste lleva toda la vida acompañando con su guitarra a las mejores voces del cante jondo. Torres, desde que lo descubrió Cerezo hace seis años, está asombrando con su quejío clásico y poderoso a los aficionados desde París a Córdoba, pasando por Madrid o Consuegra.