Las nubes danzan

¿Cómo es su relación con la tecnología?

Para quien disfruta de las palabras, es siempre interesante conocer el origen de la Tecnología, por ejemplo, sabemos que viene del griego tékhne, que significa arte. Y logos significa razón. Si vamos un poco más allá en el estudio de la palabra, descubriremos que en el arte está implícita la técnica, la capacidad de realizar algo, y hay una razón y una lógica, y hay una habilidad para comunicar lo que se está realizando. Asimismo, el propio hecho de escribir ya es una especie de tecnología, y el uso de instrumentos para hacerlo es una consecuencia natural de hacerlo en sí. Hay una interacción constante entre todos los elementos de la realidad. No existimos fuera de la relación con la acción misma. No veo al ser humano como algo separado de la tecnología, ya que no lo considero como algo separado de la naturaleza.¿Cómo escribe sus primeras líneas: a mano o con su ordenador? (Cuando las nubes bailan – Reflexiones de los miércoles)

Dicho esto, está claro que cada instrumento que usamos tiene diferentes sensaciones y resultados. Escribir a mano tiene algo de rústico, nos deja más expuestos a nuestros fallos y confusiones, es una herida abierta en carne viva, sin ninguna intervención. El parir sin anestesia, con el bebe sangrando y llorando en el pecho que lo acoge. Hoy en día, en los tiempos que corren, es también un lujo y un refinamiento, cuando todos andan con el móvil como si fueran magos moviendo sus varitas mágicas, tomando notas virtuales, y virtualizando también los encuentros presenciales. Es tan raro que sea retro, que pida una calidad de tiempo que el reloj no conoce. Es nadar a contra corriente, como cuando nos sentamos a meditar. Es incluso tan poético que casi ya no es lógico. Al final, se escribe lo que se lee, en épocas de fuertes corrientes, ella no puede esperar. Por lo menos, no mucho.

Cuando comencé a escribir lo hacía mucho a mano. Todo el tiempo y en cualquier lugar. Montañas de cuadernos almacenados, rasurados, desechos, llenos de pensamientos y poemas. La relación con la escritura era muy física y sensual, me llevaba los escritos a la cama, dormía con ellos debajo de la almohada. Cierto día en un viaje a Italia, fui a un negocio de apartamentos. Cuando me di cuenta, estaba parada delante de una máquina de escribir electrónica y portátil, con correcciones. Era pequeña y negra, leve y discreta, casi tan misteriosa como un objeto volador no identificado. Oye era joven y soñadora, vivía en mis propias ideas alejada del mundo de las cosas. Por eso, aquel encantamiento súbito por un objeto me sorprendió y paralizó. No sabía qué hacer. Mi compañero en aquella época logró percibir que una pasión florecía en mí y me ofreció mi primer juguete de escritora. A partir de ahí, otros vinieron, siempre en momentos cruciales, cuando la vida precisaba cambiar, y la escritura me pedía tomar nuevos caminos.

Actualmente, mi herramienta de trabajo es un ordenador portátil. Desde el plano práctico, descubro aquí las posibilidades de movilizarme en mi propia mente con una destreza como ningún instrumento me ofrece a mí hacerlo ahora. Disfruto de tener todas las carpetas abiertas, aunque eso también sea muy peligroso y yo me detenga varias veces a contemplar algo innecesario para el trabajo en cuestión. Voy y vuelvo a mí misma, reexamino mis pasos, diferencio las lagunas y los espacios vacíos. Disfruto del curso que me pellizca a mí, que va llamando a la próxima palabra que desemboca en los ríos y en los mares del pensamiento. Me transporto y soy transportada. El ordenador no es un instrumento ni viejo ni muerto, no es una máquina sin alma. La vida también está en él, se manifiesta y me desafía. Pequeñas señales surgen aquí y allá. Una mosca se posa en la tela, una nota me llama y me habla, las funciones aleatorias se manifiestan, y yo tengo que decidir en cada instante por dónde y cómo navegar. A veces la mosca pasa desapercibida, otras veces ella entra en el texto y se queda en una palabra, como ahora. Ella me explica que las moscas tienen una visión de 360º, que cuando se posa en un tecla, ella lee lo que escribo al mismo tiempo que me lee, y me sugiere que mi mente debería ser como los ojos de las moscas. Abierta al mundo, alrededor y dentro de mí.

Antonella Yllana

Traducción de Manuel Carmona Rodríguez