El acoso escolar, un cáncer de nuestro tiempo

El acoso escolar, un cáncer de nuestro tiempo

 

Converso con la periodista Nuria Fernández por la publicación del libro Todos a una contra el acoso escolar (El Hilo Ediciones), una obra coral que ha coordinado junto a Jesús Larena -alma mater de este proyecto y de la plataforma digital Juspin-. Este medio de comunicación es un referente para que la opinión pública conozca los diferentes maltratos que cualquier persona sufre hoy en España o el Mundo.

 

 Jesús Larena sufrió moobing laboral por ser un ser humano y un profesional íntegro y responsable. La célebre película Veredicto final, interpretada por Paul Newman, Jack Warden, James Mason y Charlotte Rampling, trató este tema y otros tipos de acoso, ya en 1982. Cuatro décadas después el maltrato de género, el bullying, el moobing, siguen sin erradicarse y se han expandido como una lacra cancerígena en las sociedades occidentales. ¿Qué podemos hacer?

La unión de personas e instituciones que luchen porque la bondad sea un comportamiento cotidiano, y no una imagen ilusa de la propaganda navideña, es fundamental. Con esta obra, Juspin quiere “ofrecer una información útil para que tanto profesores como padres y cualquier persona que esté interesada en el acoso escolar sepa cómo se puede abordar desde el punto de vista de la familia, del centro, de un psicólogo y psiquiatra, de un pediatra, hasta un abogado si es necesario tomar medidas judiciales” como nos corrobora Fernández.

Cubierta del libro Todos a una contra el acoso escolar.

Los medios de comunicación también tenemos nuestra cuota de responsabilidad ante estas realidades. Es necesaria una difusión serena, profunda y veraz. ¿Qué análisis podemos hacer a día de hoy del tratamiento informativo del bullying?

Fernández nos ofrece esta radiografía “lo abordan cuando el niño se suicida, los que más lo sufren son niños del colectivo LGTB. O lo publican cuando el niño ha recibido una paliza. Pero no están dando información útil, sólo difunden los sucesos. Es un fenómeno similar a lo que se ha estado publicando sobre Laura Luelmo. Hasta el momento no se ha convertido en un circo mediático como cuando fue el caso del niño Gabriel. Ahora mismo los medios están más preocupados por los likes y clic que por dar información útil. Y en el tema del acoso escolar no están ayudando a evitarlo. Los medios están controlados por los departamentos de Publicidad o por los grupos de poder, y el redactor está atado de pies y manos. No están siendo de utilidad pública que es su razón de ser, han de informar para educar y prevenir porque en el fondo es un problema de educación de niños, profesores y padres”.

La carnaza mediática no ofrece soluciones. A veces ocurre la barbaridad de que el acosador es un profesor tóxico. Con iniciativas como Juspin u obras corales como ésta se intentan aportar salidas. ¿Con qué dificultades se están encontrando?

Con sinceridad y conocimiento de causa nos habla Fernández “implica desarrollar muchos esfuerzos diarios. Jesús se pasa la mayor parte del día difundiendo a través de la redes sociales. Tras dos años tiene una comunidad que le sigue. Al principio él tenía que llamar a los colaboradores, ahora ellos le llaman. Pero queda mucho por hacer”.

Viñeta de Idígoras y Pachi sobre el bullying.

La realidad educativa de los centros desde Infantil hasta el Bachillerato y la F.P. muestran que en España falta mucho personal formado para atender a las demandas cotidianas y a problemas como éste. ¿Qué podemos hacer para que más psicólogos, psiquiatras, orientadores y profesionales competentes sean contratados y puedan atender estas circunstancias?

Desde la perspectiva de Fernández “dada la magnitud que está adquiriendo el acoso, se necesita una persona específica para ello. Se está trabajando en mediación. En la revista Padres y madres, que edita Comillas, el nº 373 es un monográfico sobre mediación. Ahí publicamos el curso piloto que hicimos en el Colegio Castilla. En el Colegio Padre Piquer han puesto la figura del mediador, que es un alumno que interviene en ese problema, pero ese alumno tiene que tener el soporte de un adulto que trabaje específicamente en cuestiones de acoso. Se necesita otro psicólogo o psicopedagogo que trabaje en ello en exclusiva porque hay acosos hasta en Infantil”.

Los grupos de WhatsApp están siendo usados por algunos para acosar a compañeros. Con estos usos se estigmatizan a los menores por parte de madres y padres. Para evitarlo, Fernández propone “concienciar a los chicos en la empatía y en la asertividad. Si a un niño, como hicimos en el curso piloto, le pones en los zapatos del niño acosado, lo entiende. Y sobre todo hay que aprender a decir que ¡no! En vez de callarme, decírselo al profesor, y si éste no me atiende, decírselo a mis padres, y si no surge efecto tras reunirse ellos con el centro, pues recurrir a la Inspección educativa o a la Policía porque está contemplado en los protocolos. Vas a la Policía e interviene un Fiscal de memores”.

Las directivas de los centros escolares también en ocasiones presionan para evitar que estos casos salgan a la luz pública. Temen el daño que les pueda causar en el número de matriculaciones del siguiente curso y en las consecuencias sobre su imagen. Sin embargo, si no se encara el problema de frente, este cáncer humano y social arraiga y se expande. ¿Cómo actuar frente a esa inacción u ocultación?

Para Fernández “la solución más fácil para el centro es que el niño se vaya, pero el niño acosado no soluciona su problema saliendo de ese colegio, porque va a llegar a otro a mitad de curso, pero el daño psicológico que lleva necesita un tratamiento”.

¿Qué consecuencias tiene esa manera de obrar?

“Es una solución cortoplacista, cuando los estudios demuestran que cuando las familias buscan un colegio para sus hijos tienen en cuenta tres aspectos: la seguridad, el idioma y la tecnología. Necesitas irte a trabajar pensando que tu hijo está seguro y feliz. Los centros educativos que lo ocultan se están cavando su propia tumba, y al final por 10 matrículas más el curso siguiente a lo mejor en 3 años tienes que cerrar el colegio. Hay que erradicar esa conducta de los niños que se meten con compañeros más débiles, y que no reciben ningún tipo de sanción, o no reciben formación para que se den cuenta de que lo que hacen, está mal. Esto cambia cuando un padre decide ir a los medios y lo da a conocer”, afirma la experta Fernández.

Manuel Carmona Rodríguez