Prejuicios sociales frente a la psicoterapia
Son evidencias científicas que están ahí: la realidad cuando la miramos de frente y nos paramos en los matices que nos ofrecen sus diferentes ángulos, no miente. No distinguir esos detalles y lo que es aún peor negarlos, es un flaco favor que no nos podemos permitir hoy como personas y como sociedades.
Las instituciones públicas o privadas que se niegan a reconocerlas también están agravando ese problema, en especial con sus políticas de recortes en recursos económicos y humanos en el Sistema Sanitario que venimos padeciendo desde hace una década en España, en la UE y en otros lugares del mundo. La mayoría de las sociedades a nivel mundial está enferma de padecimientos como la soledad, el estrés, la ansiedad, los diferentes tipos de acoso y maltrato; pero también de patologías como los distintos tipos de cáncer u otros padecimientos graves sobre los que hay un gran desconocimiento y, sobre todo, muchos prejuicios. Estas realidades las hemos reflejado en este nuevo número de La terapia del arte en las entrevistas a Marián Rojas y a Lecina Fernández, pero también en la reseña del libro Cómo hacer que te pasen cosas buenas.
La gente, cualquiera, tiene miedo y prejuicio a reconocer que ella o cualquier familiar o amigo padecen algunas de las patologías que he apuntado en el primer párrafo. ¿Y qué supone esto?
Se producen varias circunstancias: la primera, que quien sufre la enfermedad es rechazado por otros, desde algunos familiares a conocidos toman distancia de él. La segunda, eso genera una estigmatización en el paciente, lo cual es otra patología que empieza a padecer. La tercera, tiene lugar un aislamiento social del enfermo por el rechazo ya apuntado de terceros, y porque el mismo tiende a recluirse para no sentir ese daño.
La cuarta, es que en los protocolos médicos en España y en Occidente, salvo en casos positivos y minoritarios, no se está practicando un tratamiento terapéutico psicoanalítico a los pacientes y a sus cuidadores -familiares comprometidos y personas contratadas-. Esas terapias psicológicas cuando una persona tiene una enfermedad grave como cualquiera de las arriba apuntadas, son clave para la sanación del paciente o cuando menos para que no se agrave más su estado.
Quinta, los medios de comunicación, salvo excepciones serias y rigurosas, no tratan esta realidad con la mesura, la atención y el rigor que merece. Es más, con la tendencia a la frivolización en que han caído los medios de comunicación de masas en las últimas tres décadas, sobre todo la televisión y la radio, están incumpliendo con uno de los pilares del periodismo clásico: contribuir a la formación de la opinión pública en aquellos temas que son de interés de la ciudadanía.
He escrito este artículo para constatar una realidad de nuestro tiempo, que terminé de cotejar en conversación con la Dra. Lecina Fernández en los últimos días. Pero también quiero hacer un canto a la esperanza fundamentado en hechos que he vivido hace poco: durante el Puente de Diciembre pasado disfrutamos mi pareja y yo de la amistad y hospitalidad de unos amigos en Segovia. La ciudad estaba rebosante de la energía de cientos de miles de paisanos, de foráneos y extranjeros que habían decidido pasar esos días en la bella urbe castellana. Una tarde, paseando con el amigo Felipe Vicente, psicólogo con más de cuatro décadas de experiencia clínica, pude contemplar una concatenación de hechos para la ilusión y la esperanza: decenas de personas de todas las generaciones le paraban durante nuestro paseo. El motivo era saludarle y, sobre todo, agradecerle el trato humano y profesional que les dio cuando aquéllas tuvieron un grave problema de salud o personal en alguna etapa de sus vidas. Vivir y convivir con ese respeto, con esa gratitud, con esa admiración y cariño mutuo es el sendero idóneo para hacer vidas sanas y que la convivencia sea en concordia.
Manuel Carmona Rodríguez