Colocación de la primera piedra de La azotea azul

Somos solo un puente entre la gente que quiere ayudar y esos proyectos

 Entre el final de la próxima primavera y comienzos del verano, concluirán las obras en el sevillano Hospital Virgen del Rocío, y se iniciarán las actividades artísticas y terapéuticas para los menores ingresados dentro del programa La azotea azul. En el número otoñal nos hicimos eco de esta iniciativa que ya es una realidad y que ha entrado en la fase de construcción del espacio urbanístico.

Todo el proceso de licitación de las obras no ha sido fácil. Ha habido que contar con el visto bueno de la Consejería responsable, y acordar con el Hospital Virgen del Rocío la ejecución de los trabajos, ya que debajo de la azotea están los quirófanos. Se han de ejecutar por fases para no cerrar todos los quirófanos a la vez. En las mismas, participan dos estudios de arquitectura y la constructora Grupo CERES que trabajan desinteresadamente con la coordinación y el consenso logrado con la Fundación El Gancho.

En octubre todo el equipo humano que se unió a esta iniciativa para mejorar la vida de los niños y adolescentes durante su estancia hospitalaria, respiraron aliviados y felices; habían logrado la financiación necesaria y un poco más para disponer de un pequeño colchón. ¿Qué está pasando desde entonces?

Con su calidez y ternura habitual nos lo narra Baturrone nos ha seguido escribiendo mucha gente para proponernos nuevas iniciativas de enero a marzo de 2019, y les hemos confirmado que aunque ya tenemos financiación para aquéllas, estamos estudiando las distintas alternativas”.

Tanto esfuerzo, tantas energías, tantas ilusiones depositadas y las dificultades del trayecto, están dejando un poso de sensaciones a nuestra protagonista y a todo el grupo humano. ¿Cómo se sienten en estos momentos?

Así se siente Baturrone “hasta que no se completen las obras y arranquen las actividades de La azotea azul no voy a descansar. Hay toda una parte de donaciones y de gestiones de administración, o la propia construcción, que a la Fundación nos implica mucho esfuerzo sobre todo de coordinación. Es una ardua tarea con proveedores para que nos cedan materiales y la obra nos cueste lo menos posible, y que el dinero sobrante sirva de base para el siguiente proyecto. Por poner dos ejemplos, el césped nos lo ha cedido Mondo Ibérica; o Brico Markt nos está ayudando con materiales. Todo el equipo directivo de voluntarios de la Fundación y los patronos tenemos la sensación de vivir una situación de privilegio. Ver la ola de solidaridad tan de cerca es maravilloso”.

Tanto en nuestro encuentro hace meses como ahora, Marta Baturrone nos transmite su sentido de la responsabilidad con el dinero que comparte con el resto de miembros de la Fundación. Por eso pide prudencia a la hora de divulgar las alternativas que están manejando de cara a cuál será el segundo proyecto que se ponga en marcha. ¿Qué posibilidades están sobre la mesa a día de hoy?

Con profundo sentido del deber y con cautela se expresa Baturrone “estamos valorando varios proyectos y alternativas, lo hacemos con cuidado como hicimos con La azotea azul. Pretendemos organizarnos con profesionalidad para ir encadenando proyectos. Empezamos 7 voluntarios y se ha logrado en 5 meses. Viéndolo con perspectiva, un proyecto nuevo nada más terminar este inicial podía ser incluso perjudicial para la Fundación no hacerlo bien y despacio. Nos han pedido desde otra azotea, a otra zona infantil dentro del Hospital Virgen del Rocío, hasta cómo solucionar el problema de cómo descansan los familiares de los enfermos con esos sillones tan horrorosos e incómodos, que al segundo día la persona que acompaña al niño lo pasa fatal. El familiar acompañante tiene que estar descansando en posición horizontal. Antes de decidir qué haremos como segundo proyecto, tenemos que ver si somos capaces de abarcarlo. Luego habrá que cerrar convenios con el sitio donde se haga. Y estudiar muy bien la forma de explicarlo a todo el mundo, porque el éxito de La azotea azul no ha sido tanto pedir ayudas sino explicar bien esa necesidad”.

Patronos de la Fundación El Gancho, patrocinadores, sanitarios y menores que participan en La azotea azul. 

La semilla y la razón de ser siguen siendo nuestros menores, ayudarles en sus necesidades de manera constante, y evitar que se desinfle toda esta cadena de solidaridad que se ha logrado con el primer proyecto. Él éxito no puede hacer que las conciencias y voluntades despiertas se duerman en sus laureles, todo lo contrario, ha de servir de impulso y acicate para encarar ese futuro con nuevas ilusiones, más experiencias y conocimientos, y mejores recursos.

Cuando retomo el tema de los posibles proyectos de futuro, lo hago desde la complicidad con Baturrone de no desvelar nada para no interferir en ello, pero intentando dar a conocer esas opciones que a día de hoy están sobre la mesa de trabajo: “que un niño no pueda salir al aire libre durante su estancia hospitalaria, da igual que sea en el Virgen del Rocío, que en Huelva o Córdoba. Pero cuando termine la obra de La azotea azul, hay una zona del Hospital Virgen del Rocío que no está definida por el propio hospital para qué va a ser. Podría ser una zona interior para los meses de invierno y de más frío, y que se podría habilitar para todos esos niños. Y rematar así el ocio terapéutico de los niños. No hay que precipitarse a la hora de comunicar los planes de futuro porque queremos ser transparentes con todos los voluntarios y partners”.

En ese porvenir, la gestión y profesionalización de la Fundación El Gancho es un reto en el que ya están trabajando. El objetivo es que los pilares de la misma sean sólidos y tenga una continuidad. Por ello durante estos meses están debatiendo y adoptando decisiones “para funcionar en la dirección correcta” nos comenta Baturrone.

Y antes de despedirnos hasta pronto, Baturrone nos deja una reflexión que invita a todos a meditar, sobre el espíritu de horizontalidad que guían a La azotea azul y a la Fundación El Gancho “somos solo un puente entre la gente que quiere ayudar y esos proyectos. Somos todos iguales al mismo nivel, y lo que necesitamos es que cuando damos un paso ellos nos acompañen. Tenemos un equipo de tres personas voluntarias en Comunicación que se ha dejado la piel, con sus respectivos trabajos, y que a las 00:00 se ponen a redactar noticias para la web. O el caso del zapatero Jesús, de Calzados Fernández, que está frente al Hospital Virgen del Rocío, y que como voluntario ha puesto a disposición su tienda para que las chapas y pulseras de La azotea azul estén allí a la venta, y además adelantó la donación de las mismas y se encarga de la recaudación € a €. O hemos pedido un árbol de Navidad y El Corte Inglés nos lo ha regalado ipso facto.”

Manuel Carmona Rodríguez