Pablo Drexler

El el 80% de las veces los jóvenes no escuchan la

canción más allá de los primeros 5 segundos

Dos jóvenes escuchando música a través del móvil.

Este joven e investigador músico lleva la música injertada en su biografía desde antes de nacer. Y es que su madre, la cantante, compositora y profesora, Ana Laan, le hacía los coros a Javier Álvarez durante la gira de éste cuando estaba embarazada de Pablo. Han pasado más de dos décadas, y ahora está completando sus estudios universitarios sobre Música en Londres en The Guildhall School of Music and Drama.

Desde niño empezó a tocar la guitarra clásica, siguiendo la Escuela de grandes guitarristas uruguayos cuyo gran maestro fue Andrés Carlevaro, y de la que Jorge Drexler es uno de sus discípulos relevantes. Ahora Pablo Drexler está más centrado en tocar y componer música con ordenadores, mientras se plantea una investigación sobre cómo están influyendo los nuevos dispositivos en la escucha de música en los más jóvenes. En sus respuestas muestra su talante reflexivo.

Pablo, ¿cómo se puede potenciar la creatividad en los niños a través de la Música?

Pablo Drexler: “Creo que el niño siente en su día a día por algo causado directamente y relacionado con la música. Si un niño escucha una canción, piensa si le hace feliz, o bien otra que la ve como más triste. De alguna manera si un artista siente que puede generar una emoción a una persona a través de la música, eso es un impulso muy grande para crear. El compositor igual piensa: me apetece hacer una canción y tocársela a un amigo o a sus padres. Y luego la quiere tocar de manera particular porque pone su propia emoción en la canción. O si ya se le invita a componer una canción propia es mejor porque es más directa la relación entre la comunicación y lo que ha creado.

En mi opinión todos los niños deben aprender Música como lo hacen con la Lengua o las Matemáticas. La Música forma parte de nosotros y de la naturaleza.”

¿Hasta qué punto la escucha de la obra de Mozart puede potenciar ciertas capacidades del cerebro?

Pablo Drexler: “Es una pregunta para un neurólogo. Supongo que Mozart tiene un lenguaje que resulta fácil de aproximarse para un niño, no es tan complejo o disonante como otros compositores. Al tener una menor complejidad en la música rítmica y en las melodías, si un niño la escucha muchas veces se acostumbra a entrever los distintos personajes que hay dentro de la pieza musical que esté escuchando. Y eso es un ejercicio mental muy poderoso.”

¿Qué capacidad terapéutica tiene oír música en personas discapacitadas y con problemas de aprendizaje?

Pablo Drexler: “Nunca he asistido a una terapia musical con gente discapacitada, no sé cómo contestar a esta pregunta. Puedo intuir algo, pero con certeza no tengo ni idea. Pero podrían expresar sus emociones de otra manera distinta al lenguaje hablado que igual les resulta más complejo. La música no se puede explicar con palabras, y para alguien con discapacidad le puede resultar como un refugio y para canalizar emociones que no sabe expresar de otra manera.”

Entrando en el caso concreto de los niños sordos, ¿qué sensaciones pueden tener cuando escuchan música?

Pablo Drexler: “Ellos tienen como un altavoz en la mano. Cuanta más música escuchen mejor, siempre trae alivio a la gente. Si eres sordo y percibes las vibraciones de la música, y disfrutas de ella, mejor.”

Te estás planteando realizar una investigación de cómo están variando los hábitos de escucha de la música por los jóvenes. Cuéntale a los lectores de La terapia del arte, ¿cómo te surgió este tema de indagación?

Pablo Drexler: “Me surgió por la experiencia personal que tenía en el día a día. Sentí una diferencia enorme entre cómo percibía la música cuando tenía 10 u 11 años, cuando mis padres me regalaron uno de los primeros Ipod. Antes de ello tenía un discman para CD. Ambos son aparatos restringidos a una sola función, que es reproducir música. Recuerdo una sensación muy intensa de ir cada mañana al colegio con mi Ipod y poner música, era inmersiva.

Luego he tenido otra experiencia a partir de los 16 años con mi primer smartphone con 3G, en el que tenía acceso con Internet a casi toda la música del mundo al mismo tiempo. Aunque en aquel momento no sentí una gran diferencia, sólo seguía artistas, estos años en la universidad sí que veo un cambio muy claro entre escuchar música en un dispositivo que sólo sirve para escuchar música. Y hacerlo en un dispositivo que no solo es un reproductor de música sino también un aparato a través del cual ves el mundo -el móvil-. Éste es casi como una lente que llevas puesta, y ves internet, las redes sociales, WhatsApp, eso supone una distracción enorme a la hora de escuchar música. Físicamente no puedes hacer otra cosa a través de un discman que escuchar música. En cambio a través del smartphone tú puedes estar escuchando una canción y a la vez contestar un mensaje de alguien. Esas cosas aunque en principio pasen desapercibidas, luego causan un deterioro en tu escucha de la música. Me llama mucho la atención el hecho de lo mucho que se puede interrumpir la música hoy, y también lo que se interrumpe sin que tú quieras: un ejemplo muy bueno con un smartphone es escuchar una canción y si te has dejado el sonido encendido, te entra un mensaje y te suena un ¡pin! que a la vez provoca que baje el volumen de la canción. Eso son como dos mundos: el de la escucha, y otro el mensaje de una persona con la que hablas, que se solapan de repente, y que ahora es nuevo, antes no pasaba ni en el discman, ni en el vinilo, ni en el DVD, ni en el reproductor de cassette. Y, sobre todo, que haya una barrera física para que tú tengas que levantar para pararlo, esto también cambia mucho porque cuando estás con un teléfono sólo tienes que mover el pulgar para parar la canción.

Aparte me he encontrado muchas situaciones en que amigos me enseñaban canciones, y en vez de mostrarme la canción entera, me mostraban 20 segundos de la canción y, de repente, saltaban a otra o la paraban. Creo que el hecho de que se pueda cambiar de canción no obliga a la gente a cambiarla antes, sino que simplemente se abre la posibilidad y ocurre más. Cuando alguien te está enseñando una canción igual no está convencido de que te guste, o que él tenga ansia por enseñarte otra. Mientras que con el vinilo no te levantabas a los 20 segundos para mover la aguja y enseñarle otra rápidamente. Además sólo podías pasar a otra dentro del mismo disco, era un lío ir a buscar otro vinilo para enseñar otra canción. Eso también me impactó mucho porque lo vi en muchas situaciones con amigos. Todo me ha hecho investigar y encontrar información de estadísticas de Spotify que demuestran que el 80% de las veces la canción no se escucha más allá de los primeros 5 segundos -estudios de la Universidad de Chicago-. Eso es una locura.”

Desde tu observación y experiencia como músico, ¿qué cambios de hábitos son necesarios hacer para que los niños y la juventud se paren a disfrutar de la música?

Pablo Drexler: “Es muy difícil de contestar, habría que cambiar muchas cosas desde atrás. La razón por la que la música se experimenta de manera más fugaz no es tanto porque la gente quiera hacerlo así o de forma espontánea, sino porque las plataformas de streaming o Youtube permiten hacerlo. Habría que cambiar el medio por el que se escucha. Por mucho que le digas a los jóvenes que escuchen la canción entera, es difícil que cale ese concepto en ellos.

Hay una plataforma online, Bandcamp, variante de Sound Cloud, que es de las pocas plataformas de reproducción de música que mientras estás escuchando la canción no te deja buscar otra. En cambio en Spotify sí puedes a la vez escuchar una canción y estar buscando otras.”

¿Qué importante es apagar el móvil y evitar otras distracciones a la hora de escuchar música?

Pablo Drexler: “Ayuda mucho a apagarlo, pero sobre todo lo que más ayuda es tenerlo lejos de uno mismo. Lo sé porque el estudio que consulté, muestra que la distancia de la que estás del móvil afecta mucho a tu capacidad de concentración y de realizar un ejercicio mental. En ese estudio hecho a 500 estudiantes de la Universidad de Chicago que demuestra que en función de dónde pusieran su teléfono móvil, respondían mejor o peor en ejercicios de cognición, el tenerlo o no encendido era irrelevante. A mí me parece muy curioso porque lo que más repercute en que te desconcentres es que tú veas tu teléfono o sientas que estás ahí. He hecho el ejercicio de escuchar música y tener el móvil en otra habitación, y es muy distinto porque si lo tienes en el bolsillo, lo que dice este estudio no es tanto que tú estés pensando en el móvil conscientemente, sino más en el inconsciente. Una parte de ti quiere coger el móvil y ver si hay una notificación. Una parte de tu cerebro se dedica al autocontrol e invierte energía inconscientemente.  Al invertir esa energía finita cuanto más la inviertas en ello, menos habrá para otras cosas.”

¿Cómo influye el silencio a la hora de un músico sentarse a crear una pieza musical?

Pablo Drexler: “El silencio es esencial. Con ruido no creo que se pueda componer, necesitas mucho silencio para crear música. La gente que hace música con ordenadores, como yo, usamos cascos para que cualquier ruido fuera no nos moleste. Pero si estás haciendo algo con guitarra o piano, necesitas un punto de silencio bastante más alto.”

¿En función del instrumento musical con el que estás creando necesitas más o menos silencio?

Pablo Drexler: “Sí, si tocas el piano es muy ruidoso, tiene un volumen muy alto. Si hay música sonando desde otro lugar, ahí es imposible crear música. Si hay en cambio una conversación con alguien, si es información sonora no musical, si tienes un piano aunque estés en el cuarto de al lado, da igual porque su volumen lo tapa. Si en cambio, están hablando alto y tú estás con una guitarra, es imposible porque necesitas más concentración. Y si usas cascos para componer éstos te aíslan de cualquier sonido externo.”

Sobre qué tema te gustaría hablar que no hayamos hablado.

Pablo Drexler: “Es necesario incentivar la composición en niños pequeños. En muchos casos no se motiva de la manera adecuada, no se les consigue comunicar que crear música es como jugar, y debería ser como un juego. Muchas veces se les pone demasiada presión y eso les inhibe la libertad de poder equivocarse y crear sin ser perfectos, y el no tener miedo a hacerlo mal. En mi experiencia en el conservatorio desde los 8 años, no lo he visto: hay presión porque lo hagan perfecto, cuando un error cuando estás creando te puede abrir una nueva puerta a una nueva sección de una pieza. Si tú te equivocas muchas veces es mejor porque de repente suena algo que no te esperabas y te das cuenta de que eso no es así.”

 

Manuel Carmona Rodríguez