Jaime Buhigas

 “Los profesores ven más cosas en una hora de teatro que en años de pupitre”

Jaime Buhigas es director de escena y profesor de teatro. Tras estudiar Arquitectura en Madrid, consiguió una beca Fulbright con la que pudo ampliar sus estudios artísticos en el campo del cine de animación y la dirección de escena. Como director es fundador de diversas compañías (Último Acto, Mitá y Mitá, Indocentes, entre otras) y coordinador de departamentos de dramatización en diversos centros educativos (Colegio Santa María de los Rosales, Colegio San Luís de los Franceses, entre otros). Es co-fundador del movimiento de renovación pedagógica Aprendemos Todos.

¿Qué supone el teatro como terapia para los niños?

Te ofrece varias herramientas, dependiendo de las edades, pero en general el teatro es una herramienta importante para el autoconocimiento, y también para la gestión del pensamiento y de la emoción (sobre la que además puedes intervenir). Es muy liberador: los niños dejan de ser lo que son o lo que creen que son y se liberan de las etiquetas que les pone su familia o sus amigos,  su entorno. El teatro no deja de ser un juego, te permite ser como quieres ser, es más, “tienes” que ser otro; ayuda a liberar y verbalizar sentimientos que tenías ocultos, a ponerte en el lugar del otro, a desarrollar la imaginación; además, la improvisación es una herramienta importantísima, puedes trabajar cualquier situación como si fuese verdad. El límite entre  imaginación y realidad en los niños es muy difuso, a ellos la vivencia teatral les está pasando de verdad.

La primera herramienta es que te das cuenta del personaje que eres tú en la vida, es un espejo de lo que eres: puedo o no puedo representar esta emoción, qué limites tengo; el grado de conciencia es la base de todo; sabes tus limitaciones y lo que puedes hacer. Supone manejo de la voz, de las manos, del cuerpo, si tienes formas tensas salen, hay niños que no separan las manos del cuerpo, ayuda a tener consciencia corporal. A veces les da miedo darse la mano, abrazarse. Con los juegos de teatro te das cuenta de cómo eres y de cómo las emociones habitan en tu cuerpo… Admiro a los niños en cada función porque es un acto de humildad y de desnudez. Los profesores ven más cosas en una hora de teatro que en años de pupitre. Obtenemos mucha información, pero lo importante no es que la tengamos nosotros, es que la tengan ellos.

Aprenden a nombrar las emociones. Aceptas tu emoción pero te distancias de ella. Como tienes miedo de tus emociones no las sacas. Y en el teatro les pones nombres, las exteriorizas y las desarrollas. Trabajas con emociones y pensamientos. Son situaciones que les van a pasar en la vida: la vida se compone más de vivencias y situaciones que de los ríos de España. ¿Cuándo vas a gestionar tus emociones? Toda tu vida, todo el tiempo. ¿Cuándo te enseñan a gestionar tus emociones? Nunca.

El teatro te enseña tu emoción pero te distancia de ella; lo observo y lo puedo manejar. Ponles nombre a las emociones y desarrolla situaciones. A nivel de gestión emocional el teatro es directo: si el músico trabaja con notas y el pintor con colores, el actor trabaja con emociones y pensamientos. Dinos qué piensas, qué sientes y manéjalo.

Resumiendo: el teatro proporciona autoconocimiento, y gestión emocional; y también trabajo en equipo, respeto, escucha, atención y luego la creatividad. Nosotros escribimos las obras y no deberíamos porque todo lo que se les ocurre a los niños siempre es mucho mejor; para las improvisaciones, les das dos cosas: tienes que hacer una improvisación con un boli, una servilleta y Spiderman y a los 5 minutos no hay grupo que no te haga una cosa completamente genial en la que estén los tres elementos, con toda facilidad y sin darse ninguna importancia, porque la creatividad la tienen ya, es una cosa que se dice poco, la tienen plena, y lo que ocurre es que se va perdiendo, y es curiosamente la educación la que la va mermando. Por eso cualquier espacio de libertad es importante, y en una hora siempre dejamos 10 minutos de improvisación; a veces llega el recreo y siguen con ello.

Nos da pena que los padres solo ven la obra pero no ven los ensayos, lo que sacan dicen imaginan, si hubiera público…la obra es lo de menos. No hay que obsesionarse con el resultado de la obra. El resultado es consecuencia del esfuerzo, del ensayo. Que veas que ellos lo han hecho  suyo, lo disfrutan. La puesta en escena también tiene su factor pedagógico: de responsabilidad, memoria, concentración, atención especial; y compañerismo porque el éxito depende de todos,  es un trabajo en equipo muy fino.  El éxito no depende del papel que tengas, todos son importantes. Se crea un vínculo especial entre ellos.

Y luego en el colegio Rosales, donde imparto clases, ha tenido un acierto, la dramatización es una asignatura obligatoria lectiva en horario escolar desde los 3 años (1º Infantil) hasta los 11 años, en 6º de Primaria. Desde el principio fue carta blanca, me dejaron hacer. La pena es no poder seguir en Secundaria.

 

-¿Por qué no se puede seguir en Secundaria?

Las programaciones son tan grandes, la presión es muy grande, y al llegar a la ESO dejan de hacer casi todo, incluido las actividades extra escolares de deporte o música, por la exigencia del currículo escolar. Es difícil encajar una asignatura como Dratización, con la realidad que exige la ley. Con el teatro son muchas horas de ensayos sobre todo en las semanas previas al estreno de la obra y en la ESO a los profesores les faltan horas para alcanzar la programación. Todo el mundo polifacético de primaria desaparece, dejan la música, incluso el deporte. En cuanto a crecimiento personal pierden bastante. Me da pena viendo sobre todo los talentos que tenemos.

 

-Cuéntanos algún caso concreto en el que haya funcionado como terapia de una manera especial.

Uno de los casos que recuerdo más impactantes fue el de una niña a la que se le murió su madre y dejó de hablar con 9 años. Creamos un grupo de confianza de ella de entre amigos cercanos para saber cómo ayudarle. Al final, por la sugerencia de una amiga muy cercana le propusimos hacer una improvisación en la que una niña pierde a su madre, que tiene un accidente de coche y muere. Al interpretarlo estuvo mucho rato llorando y gritando y a partir de ese día volvió a hablar.

De este tipo de situaciones hemos vivido muchas. Y además, tenemos muchos casos distintos.  Hay una cosa curiosa: en muchas ocasiones, los chicos que se portan peor en clase son los mejores actores, es casi matemático.  Tienen déficit de que les miren,  y además, como tenemos una vida académica orientada a unas exigencias muy concretas de escuchar, aprender y examinarse, no tienen un espacio propio, parecen cajas vacía que hay que llenar de información. Y a los niños hay que mirarles de muchas maneras.  Un niño movido (sin que hablemos de niños hiperactivos) necesitan otras cosas; todos los niños son nerviosos. Es antinatural que un niño de 8 años esté sentado en un pupitre sin moverse, no puede ser.  Lo que más les gusta de la asignatura de dramatización es que salen de clase. Y van a un sitio donde les pedimos que salten, que hagan movimientos expresivos asociados a la emoción. ¿En qué otro momento lo van a poder hacer?

Además el teatro permite superar la timidez.  Se vence a través del trabajo corporal; con el tímido hay que crear un ambiente muy distendido en grupo, en el que hay que hacer muchos ejercicios de relajación, de sensibilización, andar con los ojos cerrados, pedirles que se muevan como quieran y que no pasa nada, que no son juzgados y que todo el mundo lo hace a la vez. Y sobre todo mucho, que haya mucho sentido del humor, son clases q tienen que  ser muy divertidas; el tímido tiene que ver que no pasa nada, que es un juego. Confianza, expresión y libertad.

Muchos tímidos lo son porque retienen o esconden emociones muy fuertes que les asustan. Luego cuando abres la caja de pandora, el tímido expresa más que los abiertos, con más fuerza. Hay un mito que dice que los buenos actores son tímidos y es verdad, porque el tímido expresa con mucha más fuerza; a veces no expresan por miedo a sus propias emociones, y cuando lo sacan es de una honestidad y una belleza tremenda. El extrovertido y gracioso luego no da tanto juego como el tímido.

-¿Cómo llegaste al teatro, cómo empezó tu vocación?

Estudié arquitectura en Madrid, yo era muy estudioso; sin mucha fé en dedicarme a ello. Me gustaba estudiar y es una carrera muy amena. Te enseña a crear  y proyectar pero a mí el mundo de la construcción no me interesaba; me interesaba desde siempre el cine de animación. Pedí una beca Fullbright de ampliación de Estudios Artísticos para estudiar cine de animación en Estados Unidos y me la dieron; me fui a Chicago y estando allí me salió un trabajo en un estudio de animación y entonces pensé que no iba a estudiar lo mismo en lo que ya estaba trabajando porque entonces era como perder la beca en estudiar algo que ya iba a aprender por las tardes en un estudio y entonces como los americanos son muy abiertos plantee si me podía cambiar y estudiar otra cosa, y me pregunté qué quería estudiar. En Chicago había una Escuela de Dirección de Escena y lo pedí y me lo dieron; y estudié allí en el Art Institute de Chicago. Trabajé unos años haciendo películas de animación;  pero ya desde entonces empecé a dirigir y escribir teatro. Lo que no sabía entonces es que me iba a dedicar a la pedagogía, al teatro aplicado a la educación, eso llegó más tarde. Estuve allí dos años y medio.

-¿Cómo fue tu experiencia de teatro en Estados Unidos?

Es un país fascinante pero también muy elitista. Aquí vas a cualquier universidad y está todo masificado.  Allí en clase éramos 7-8 alumnos; allí es carísima la universidad, pero hay becas. Con los medios que tienen y los pocos alumnos que hay, la formación  es magnífica y luego son muy prácticos: aprendes haciendo, nada de teoría, eso es muy americano. Todos los viernes había que estrenar algo, con público y la sala llena, con una semana para producir un espectáculo de una hora o de hora y media… No te dan teoría del teatro, te dicen “estrena una obra el viernes que viene”.

Te ponen en contacto con la realidad del oficio inmediatamente.  Ahora como son los americanos, no había tregua ni descanso; yo dormía 3-4 horas al día porque yo seguía en el estudio de animación.

-¿Y al volver a España, cómo surgió empezar a dar clases?

No fue inmediato, he hecho muchas cosas. Dirigía ópera barroca en la capilla Real de Madrid; y participé en festivales diversos como el de Almagro, Mérida, obras como Acis y Galatea. No dejé la arquitectura, hacía restauración de patrimonio; también estuve en el colegio Jesús Maestro y en el San Luis de los Franceses. Y ahora llevo el departamento de dramatización del Colegio Rosales desde hace 13 años; la vuelta a mi antiguo colegio fue curiosa: un verano tuve que hacer una suplencia de clases de matemáticas en bachillerato para mi padre que era profesor allí, y también di clases de dibujo técnico.  Luego más tarde, con la nueva directora, Pura Sotillo, me pidió que lanzara este proyecto de nueva asignatura Dramatización. Y Ana Arigita, que lo ha apoyado muchísimo, ha sido un apoyo incondicional. Tenían una visión muy grande de la pedagogía, querían hacer algo muy útil, y lo metieron dentro del horario lectivo. Ningún colegio ha apostado tan fuerte como el Rosales por el teatro como asignatura.

-¿Cómo se podría cambiar esa forma de ver el teatro por parte de las autoridades educativas, para que formase parte de las asignaturas obligatorias?

Bueno hay movimientos en ese sentido, ya se habla de ello en los congresos, y cada vez hay más congresos de educación. La necesidad está dicha y lo oyes en encuentros de profesores. Se puede integrar como asignatura o como herramienta del profesor para otra cosa; como por ejemplo los ejercicios de relajación. Hay veces que llegas a clase que los niños están histéricos, porque vienen de un partido de fútbol o por cualquier otra cosa, y es absurdo que les digas “niño, escucha” que no van a escuchar.

En ese momento, es mejor que sean conscientes de que no pueden atender, hay que preguntarles. Para cambiar esas emociones hay que tener recursos, y para eso el teatro es magnífico. Es mejor hacer un ejercicio de relajación expresiva, eso no es perder el tiempo, es ganarlo.

-¿Cómo planteas el montaje de una obra de teatro?

Primero hay que conocer muy bien a los chicos, como individuos y como grupo. No todos los grupos pueden y deben hacer la misma obra. Los grupos tienen una energía determinada. Después, antes del reparto de papeles hay que entusiasmarles con el proyecto, les tienes que contar el proyecto y dejar que tomen parte. A veces hemos cambiado finales que eran suyos y eran mejores; si lo ven como algo suyo se van a involucrar muchísimo más.  Después viene el momento del reparto, que genera muchas susceptibilidades, a quien le das este u otro papel.  Ahí creemos que hay que escribir a obra, no vale coger obras escritas, porque escribes para ellos, pensando en ellos; vemos la lista de clase y como les conocemos, intentamos dar protagonismo a los más tímidos para lucirse, o al que está muy crecido darle un papel menos importante; o los que aún no están preparados por exceso de timidez se les da un papel más secundario…No hay que fomentar la competitividad, pero a veces también se hacen pruebas para ver determinado papel, para que luchen por lo que quieren. Con la tutora o la psicóloga se habla de cómo repartir los papeles, para ver quién necesita qué cosa. Otra cosa importante que les decimos es que todos los que están en escena generan una emoción porque están allí. Por eso hacemos las obras muy corales para que todos tengan mucho que hacer a la vez, pasan muchas cosas de muchas partes, para que no sea un monólogo de un protagonista.

Es una labor lenta y delicada con la obra dedicada a ellos, hecha a la medida de los alumnos. Y luego hay una parte importantísima de exigencia y disciplina, hay que estudiar; les exigimos mucho, son textos largos; se requiere mucha concentración y mucho trabajo en tiempo record. Y luego nos interesa mucho que el ensayo no sea solo una repetición de lo que tú has pensado sino que sea creativo, que a ellos se les ocurran cosas, que intervengan, si quieren y pueden. En los ensayos, permitirles que sean creativos y que puedan intervenir. Todo en un ambiente muy divertido, no tienen que perder la ilusión por hacerlo, es importante que vengan con interés y ganas. Como lo vean como una cosa obligatoria y pesada se cae. Lo que ve el público es el resultado del proceso. Si el proceso es tedioso el resultado es una obra tediosa. Y si el proceso es divertido la obra será divertida. El factor  personal es importante. Son niños y tienen una capacidad de dar impresionante. Se nota cuando están y cuando creen en algo.

Para los niños, lo importante es que vayan a ver la obra sus padres. Sabemos que hay muchos que solo lo van a hacer bien cuando estén su padre y su madre. Que sus padres les vean, se rían con la obra y les digan lo bien que lo han hecho; lo de los padres es sagrado. El orgullo de defender algo bonito y trabajado, hecho con sus compañeros y delante de sus padres es sagrado. Hay días tensos que me enfado mucho, y les digo que la obra no se va a hacer para los padres sino solo para los alumnos y se llevan un disgusto tremendo. Los padres son sagrados, necesitan la aprobación de los padres; es un bonito final de proyecto.

-¿Cuántas obras haces al año en el colegio?

Hacemos 8 obras de teatro en un año; el 90% de las obras son escritas y algunas también compuestas. Había plan hasta de publicar el material porque hay obras hasta con 60 personajes, es un material pedagógico muy valioso. Hay obras que hay que volver a escribir todos los años. Además son obras de una hora. Hemos trabajado mucho, se trabaja mucho si realmente lo quieres hacerlo bien.  Empezamos a trabajar en las obras ya en verano, y estamos buscando equipos y hay que ir preparando gente. No hay formación específica para ser profesores de teatro, no vale traer un actor, tienes que ser profesor. Se genera un vínculo muy bonito de mucho respeto y mucho cariño. Aprendemos mucho de ellos y nos reímos mucho.

-Y por último, ¿Tus sueños para el futuro?

Puestos a soñar, que la educación otorgue el lugar que se merece esta actividad. Es un sueño muy posible, creo que es tan enriquecedor que todo centro se merecería tener este privilegio que hemos tenido nosotros. Dejando un espacio y un tiempo, no es una actividad costosa, son 1-2 personas bien formadas y dejar hueco en el horario escolar. Sobre todo por el bien de los alumnos. Que no sea una cosa excepcional, que se utilice con normalidad, es mucho más que una asignatura artística. Esto se consigue si saben qué es lo que se puede hacer, que sepan que es posible y sean conscientes de los resultados que se obtienen.

   Jimena Sáenz