Cultura Infinita, o cómo crear redes artísticas globales fomentando la autenticidad de lo local
Me acerco a Cultura Infinitapara conversar con sus fundadores: Cuatro artistas mul-tidisciplinares, dos israelitas que se enamoraron de España hace años, Rinat Izhak y Adam Newby, y los andaluces Maro López Cano y Félix Arjona. Como comprobaréis a lo largo de este reportaje para La terapia del arte miran a la vida y a las circunstan-cias con una visión abierta. Son conscientes de que realidades como el cuidado de la naturaleza, la preocupación por el cambio climático, el reconocimiento profesional y social del artista o superar la cultura egoísta vigente, requieren compromisos y res-puestas que parten de cada persona a nivel local para a la vez crear redes a nivel global.

Cuando llego a Cultura Infinita enclavada junto a la sevillana iglesia gótica de Santa Lucía, actual sede del Centro de Documentación de las Artes Escénicas de Andalucía, el silencio envuelve al entorno. De pronto, el zureo de algunas palomas, las voces de algunos vecinos que se escuchan en la Plaza del Pelícano, me hacen sentir los ecos del silencio. En los antiguos corralones del Pelícano, renovados, y en todo el amplio espacio urbano medieval que va desde el Pelícano hasta la Plaza de San Marcos, pa-sando por Pasaje Mallol, San Julián, calle Justicia y San Luis, hay varios centenares de artesanos, artistas, profesionales liberales y empresas creativas. Tienen entre los treinta y los sesenta años, tres generaciones.
Como nos advierte Maro López se ha producido una desconexión intergeneracional que desde Cultura Infinita y otras personas y entidades están intentado superar: “Con el Proyecto Area Art a través de nuestra labor investigadora y de relación con el ba-rrio, hemos percibido que hay vecinos que se dan cuenta de que hay movimiento ar-tístico, pero depende también de a quién entrevistamos, las edades. Por ejemplo las personas más cercanas, que son las vecinas mayores, hablan del barrio de artesanos y de artistas más antiguos, pero no saben lo que pasa hoy, y piensan que se perdió. Desconocen a la generación de nuestra edad, que tenemos entre 35 y 45 años. Pero cuando sales de este barrio ya no se conoce tanto. Es conocido a nivel local pero muy local. Creo que en Sevilla en sí no se conoce este potencial. Es un núcleo que se ha ido forjando durante mucho tiempo y ahora empieza a despuntar más allá.”
Sevilla, como otras ciudades de España, recibe a millones de turistas desde hace años. Y, sin embargo, la cotidianidad y la vida que late en todo este escenario de gran belleza desconocida no ha conectado aún con esos viajeros. Es cuestión de tiempo y de mutua voluntad de que esa llama prenda y la chispa crezca. Esta es la receta terapéutica que con profundidad nos comparte Rinat Izhak: “El turismo viene, pero hemos hablado de hacerlo más reconocido para que el turista venga a visitarlo y vea cómo vive el artista de aquí, no cambiar el barrio como está pasando en el resto de Europa. Lo auténtico de este barrio hay que conservarlo. Viví en Barcelona y he visto cómo ha cambiado desde 1999 hasta 2003, Barcelona era un pueblo como Sevi-lla, y temo que Sevilla -ciudad de la que estoy enamorada-, se va a transformar. Como viajera me gusta ver lo diferente, y no lo que es igual en todos los sitios.”
Esta fría mañana de febrero me atienden con cercanía Rinat y Maro López, sumándo-se al final de nuestra conversación Félix Arjona; y estando latente la figura del fotó-grafo Adam Newby -hoy desempeñando sus quehaceres fuera de la sede-.
Todo camino tiene un inicio, el de Cultura Infinita en 2013 cuando Rinat Izhak dio los necesarios pasos al frente al que se han ido sumando sus compañeros. Al confluir sus inquietudes, talentos y preocupaciones sus trayectorias vitales han hallado puntos de encuentro.
¿Cuáles son esas circunstancias compartidas que les han unido entorno a Cultura Infinita? ¿Qué senderos y objetivos tienen entre manos? Escuchémosles…
– Rinat Izhak: “Cultura Infinita empezó a partir de 2013 con el proyecto Sky of the limits. En el Casino de la Exposición junto a otro grupo de artistas, la Casa de la Pro-vincia y la Fundación Tres Culturas, dedicamos Los días de la paz. El proyecto trataba de crear una interrelación enorme de 300 globos. En la parte de abajo estaba una paloma grande hecha con ladrillos, que simbolizaba la cultura de la paz. E hicimos una actividad de Origami con la paloma, los participantes escribieron un mensaje por la paz. Unimos el globo, la paloma y el mensaje. Y tras el mensaje había un código url desde el que se podía entrar con el móvil o en una página web, y soltamos en un acto final los globos mientras sonaba un violín. El día después el mensaje había llegado a otros sitios. Montamos una página web con Google Maps para ver a dónde habían llegado los mensajes y las palomas: Jaén, Córdoba, Sevilla… ”
Entre las valiosas aportaciones de los españoles a la Historia Universal, la tertulia ocupa un lugar clave. En el siglo XX, la tertulia de la Revista de Occidente entorno a Ortega y Gasset; o la tertulia del Café Pombo bajo la inspiración de Ramón Gómez de la Serna, fueron referentes. Una de las actividades de Cultura Infinita que está cobrando vuelo es los Diálogos de los martes. Compartiendo un té la gente se sienta a conversar a partir de un tema propuesto. Rinat Izhak habla con emoción al rememo-rar cómo fue aquella primera tertulia: “Hicimos un evento que salió muy bien, participó mucha gente, colaborando el Centro Documental de las Artes Escénicas de Andalucía (CDAEA), ellos desde la escénica y nosotros desde el arte visual. Así nació el ciclo de Area Art junto al CDAEA, y lo que estaba proyectado para conversar durante una hora, fueron dos horas, y la gente quería más porque estuvimos hablando de emociones, de cómo queremos tocar y cambiar los tabúes de la sociedad. Cómo podemos cambiar y unirnos, cómo suceden las cosas. En Area Art el público formaba parte del evento: en diferentes escenarios jugaban y participaban.”
Apenas esbozo unas palabras sobre la importancia de recuperar la comunicación intergeneracional, cuando Maro López salta chispeante para primero completar lo que están suponiendo esos Diálogos de los martes: “Lo que nos hemos planteado Rinat, Adan, Félix y yo es enredarnos con artistas y personas de otras ciudades y países, y que vayamos a una transformación menos materialista a partir de saber qué quere-mos. Y disfrutar del proceso creativo porque te llena. Una vez cumplidas las necesi-dades básicas de la pirámide de Maslow, ¿después qué? Ser más comunitarios y menos individualistas.”
Y segundo Maro López nos revela su alma más artística y personal: “La soledad individual me ha hecho daño durante años, aspiro a otro tipo de sociedad y creo que el arte creativo es súper potente para ello. Desde tus herramientas puedes mostrarle la realidad a las personas que tienes a tu alrededor, porque hay personas que les apete-ce pero no se atreven a jugar y participar. Es animarse a jugar. En los Diálogos de los martes salieron también los miedos y el gran monstruo que es la Economía para los artistas. Se abrió este espacio para que ese dolor fluya. Generas arte, tienes tu proceso creativo, pero cómo comes y vives. Lo expusimos abiertamente y salió una propuesta interesante para transformarlo: Pasar de la queja, escucharnos y ver qué se puede hacer.”
Porque como nos recuerda Rinat Izhak el artista tiene las mismas necesidades básicas que cualquiera: “Antes Velázquez u otros eran ricos. ¿Qué ha pasado que el artista es pobre de repente? ¿Cómo puede ser pobre si da tanta riqueza a la sociedad? En muchas conversaciones y fotos en Sevilla o España, da igual que seas de Japón -país rico, de Alemania o de Israel- no se valora el trabajo del artista. Te dicen: ¡Como tú estás disfrutando de tu trabajo no te pagamos! Cuando voy al super mercado, tengo que comer, pagar el alquilar, pagar el estudio y los materiales, como cualquier persona.”
¿Qué están haciendo estos artistas y creadores de Cultura Infinita y otros con los que están vinculándose?
Pongamos atención en lo que nos cuentan al alimón Maro López y Rinat Izhak: “Es necesaria una transformación hacia un sistema más coherente, hacia una sociedad más equilibrada. Hemos asumido dos palabras que nos gustan mucho: Arte Conscien-te. Utilizando la poesía y todas las disciplinas artísticas que seamos capaces de en-trar cada vez más en la conciencia. Y jugar y disfrutar más del proceso creativo, que es igual de inte-resante que el objetivo: no sólo ir a ver el cuadro al museo, sino con-tar toda la experiencia desde que se empieza a crear. Qué ocurre detrás de esas pin-celadas.”
Y Rinat Izhak con su español poético con entonación israelí completa esta visión: “Generar un sitio de diálogo con la gente, los artistas y su proceso creativo. No sólo el resultado o espectáculo, sino conocer lo que hay detrás y valorar así el trabajo porque el cuerpo del artista se tiene que alimentar para seguir. Dar cuenta de hasta aquí llega la idea y cómo surgen esas realizaciones, la investigación que hay detrás de lo que ve el espectador, y visualizarlo.”
Así nació el proyecto Los artistas del barrio, celebrado hace unos meses y que en 2018 vivirá su segundo certamen. Una experiencia que, entre otras propuestas, busca mostrar la importancia del artista en la circunstancia social. Así nos rememora esa inicial experiencia Rinat Izhak: “Trabajamos con artistas desde una doble perspecti-va, por un lado, la mía trabajando en el taller. Y, por otro, colaborando con otros artistas para crear una experiencia desde contemplaciones con músicos, con instala-ciones, videoarte, para que la gente tenga un espacio de reflexión y de conciencia-ción sobre temas de medio ambiente, cambio climático y de compromiso social. Es-tos temas son los ejes, y generar una comunicación, un diálogo entre artistas exper-tos y las personas. Trabajar escuchando, reflexionando y sintiendo, y creando un es-pacio de diálogo entre el observador y la obra, o entre el observador y el evento.”
En Cultura Infinita trabajan para que cualquier persona salga de su mundo excesivamente centrado en la vida rutinaria y pare a meditar sobre cuestiones importantes que deja al margen. Por ejemplo, contemplar la belleza de una piedra de un edificio, y que ese hombre o esa mujer que la mira se dé cuenta de que hay que cuidarla, porque como nos advierte Rinat Izhak “si no la cuidamos, nosotros como personas no nos estamos cuidando y nos hacemos daño a nosotros mismos”.
Rinat, Adam, Maro y Félix se dieron cuenta hace tiempo que cualquier artista no pue-de trabajar ni vivir aislado, ha de hacerlo en equipo. De esa forma nació el proyecto La plaza de la paloma, creado a partir de indagar las vivencias de varias generaciones entorno a la sevillana plaza del mismo nombre ubicada en el Parque de María Luisa, una de las obras referentes de la Exposición Iberoamericana de 1929. Rinat Izhak nos rememora las vivencias compartidas a través de La plaza de la paloma: “Fue un proyecto que creció sólo, y se convirtió en enorme desde el pensamiento creativo y la importancia de transmitir que esa Plaza aquí en Sevilla es importante porque implica ya a 4 generaciones, y esa importancia en común es muy bella, y conecta a la ciudad con otras ciudades y países. Y conecta desde a la Reina Sofía que me escribió una carta hasta a las personas más humildes pero que tienen la misma experiencia. Vino gente para apoyarnos y hacer el making off, la fotografía, todo el proceso de creación. Todo fue gracias a los participantes y colaboradores. Se trabaja para todos. Nos va a unir para vivir y pensar mejor.”

Mejorar la convivencia cotidiana con uno mismo, con el otro, con los demás, es una bella aventura que tenemos pendiente en nuestro tiempo. Si queremos vivir mejor en el día a día, que la libertad, el respeto mutuo o mantener relaciones sanas, no sean quimeras que queden en meras expresiones vacías, sino realidades, es menester cambiar actitudes y comportamientos. Y en ello cómo enfoquemos la memoria bio-gráfica y la memoria colectiva juegan un papel clave. Ese el propósito que se han marcado desde Cultura Infinita y entidades como el Festival de Teatro de Cádiz, la Universidad Pablo de Olavide e instituciones de Chile e Israel con las que comparten la recuperación de esas memorias en España, Chile e Israel. Le doy la palabra a Rinat para que nos cuente cómo se ha gestado y su desarrollo: “Es un proyecto de 10 años. Tengo que hacer unas obras sobre la Memoria histórica. La Universidad Pablo de Ola-vide ha apoyado el viaje, y les he dicho que la memoria es de todos: la de España, la de Chile, o la de los judíos. Todos tenemos mucho dolor y tenemos que unirnos. Les gustó la reflexión. Son entrevistas con detenidos, con generaciones de ahora -cómo sienten y piensan-. Todos tenemos mucho que ayudar sobre la Memoria y toda la he-rida que hay. Fomentamos el autocuidado de la gente a través de un taller. Hicimos un trabajo de la Memoria del Cuerpo, gente con herida física o emocional, y con un tipo de meditación guiada, y haciendo pinturas y manteniendo conversaciones sobre el cuerpo y sobre la herida. Y sanarlos con ello.”
¿Cómo es posible alcanzar esa sanación de ese cuerpo herido y que tiene huellas emocionales y físicas?
La facilitadora Maro López, desde la creatividad, nos acerca a las terapias que practican: “La Memoria del Cuerpo trabaja sobre todo con la energía que se genera en el grupo, es muy interesante porque el grupo forma una especie de vínculo que profundiza tanto en la persona a nivel individual como a nivel grupal. Se crea un momento de intimidad muy bonito con el arte, pintando sobre esa herida emocional o física. Se profundiza en esos vínculos y emociones, y se llega a la esen-cia.”
En este reportaje como en otras publicaciones de La terapia del arte venimos insis-tiendo en la importancia de cultivar las relaciones intergeneracionales sanas. En bue-na medida, el tono de una época viene marcado por cómo se desarrollan y afrontan a diario esos vínculos entre personas que viven en un mismo tiempo pero con diferen-tes edades: niños, padres, abuelos, instituciones centenarias o milenarias y otras más recientes. Si queremos vivir mejor nuestro presente, y que el futuro sea ilusio-nante, hemos de mantener lo valioso del pasado y superar también lo erróneo o in-justo de aquel tiempo que se fue.
Hay un dolor personal y otro colectivo, ya sea en España, Chile o Israel… Esta es la experiencia que nos acerca Rinat sobre el Proyecto de la Memoria Histórica de Chile: “La generación joven no conocía la historia, y el diálogo es súper importante. La ex-posición va a ser en la ex Clínica Santa Lucía -una clínica que funcionaba en medio de Santiago de Chile-, y justo detrás se encontraban detenidos en habitaciones que su-frieron una represión brutal. Los médicos los miraban para comprobar que no habían muerto, y luego se iban a otro centro de tortura. Ahora este edificio de cuatro plan-tas queremos mostrarlo porque al llegar allí entendí que es necesario utilizar el centro a través de la Memoria, crear diálogo. Vamos a hablar de la historia, vamos a ver las heridas y las cicatrices. Para que la gente entienda la herida de la memoria, la bata de un médico y la bata de un pintor es lo mismo. Este tema que es muy abstracto visto de cerca puede concienciarnos y hacernos reflexionar, hablar con ellos y pintar yo con el pincel su herida y con la bata del pintor. Había batas de médicos que ha-bían torturado a la gente, y hablar de eso, y jugar, y darse cuenta de la conciencia de gente con heridas muy graves. Podemos curar así a la gente. No creo que para acer-car y sanar el dolor sea necesario pinchar, es mejor utilizar la belleza, que la gente pueda acercarse con ojos y diga: ¡Qué bonito!, y reflexione, el proceso es distinto porque entra con la belleza de los ojos y luego llega una información al cuerpo que va más allá de lo que ves.”
Al escuchar a Rinat Izhak se me vienen a la memoria el recuerdo y las enseñanzas de Víctor Frankl. Este psicólogo y psiquiatra sanador nos mostró la necesidad de volver a recorrer el camino “donde perdiste la alegría”. Es un método terapéutico que nos da la posibilidad de transformar el dolor en sanación y alegría. Con ilusión y joviali-dad nos lo precisa Maro López: “Más que curar así misma, se busca que la persona se pueda curar con el acompañamiento de otra u otras personas. Es llegar a ese dolor pero a través del placer también. Es una línea desde un sitio más placentero, no des-de un tránsito del sufrimiento.” Son terapias que sirven tanto para sanar el dolor de una sociedad o de un pueblo, como también para curar a grupos, a familias, a parejas.
Al escuchar a Rinat y Maro se me viene a la mente la película La vida es bella. Contar la misma tragedia pero con humor, ternura y ojos de niño.
Y Maro López retoma la meditación sobre estas similitudes: “Sí, cómo puede ser la mirada ante un hecho y cómo se puede transformar para potenciar a una persona para que transite desde otro sitio, sí. Tiene su parecido en la mirada, no estamos ocultando nada, al contrario, estamos visibilizando que acercarse al dolor aunque da miedo puede ser creci-miento personal, y superar ese límite, y eso te lleva a otra amplitud, a otra mirada y a otra belleza.”
Y cuando estamos a punto de terminar esta conversación que se mantendrá en el tiempo, aparece Félix Arjona, artista y terapeuta, que completa la reflexión de sus dos compañeras: “Cuidarse a uno mismo es cuidar al otro, y viceversa. Ambas cosas tienen lugar hasta el infinito.”
Al escucharlo se me vienen a la mente las meditaciones del escritor Pablo d’Ors en Biografía del silencio cuando éste nos habla de la necesidad de darnos cuenta de que el otro, soy también yo; y yo soy también el otro. Y todos estamos conectados.
Unidos por esa filosofía de vida, el pasado 14 de febrero Cultura Infinita desarrolló la Jornada de Arteterapia: Formación y creatividad. Fue un día de puertas abiertas para conocer al profesor, sus dinámicas y mostrar al barrio la labor que están realizando. Y con esa mentalidad de unir espacios, pueblos y ciudades también organizaron el fin de semana del 7 y 8 de febrero una intervención en la naturaleza con la danza, que va a tener continuidad. ¿Qué hicieron?
Escuchemos a nuestros protagonistas. Toma la palabra Maro López: “Elegimos un sitio en el campo. Lo visitamos con un grupo de personas como si fuera una Residencia de artistas pero sin que todos los que vayan lo sean para trabajar la creatividad en el campo y que quede una huella allí. Y luego se hace una tertulia para hablar sobre có-mo ha ido la experiencia: se hacen fotos, vídeo, etc.”
Ahora nos habla Rinat Izhak: “La intervención en la naturaleza con la danza depende de lo que pida el sitio. Estuvimos en Cádiz, en Casares y Málaga. Y luego montare-mos una exposición en la ciudad de Sevilla para que otros conozcan el sitio en el que estuvimos y la labor en la naturaleza, así animamos a la gente a que vaya a la naturaleza.”
Y nos completa la visión del camino Félix Arjona: “El arte pone luz a esos problemas de desarrollo y crecimiento personal, desvelamos lo oculto del subconsciente, desvelamos las sombras de las personas. Lo visibilizas y le das luz y consciencia al otro. Cuando se hace con el grupo no sólo visibilizas o le das luz a lo tuyo, sino que ves como los demás también les dan luz a lo que les ocurre en sus vidas, tomos somos testigos y acompañantes a lo oculto en nuestras vidas. Nos damos cuenta de que so-mos muy semejantes, y que los conflictos son similares y comunes, pero en el fondo las personas tienen heridas similares.”
Y cuando antes de despedirme hasta pronto de Cultura Infinita les nombro la necesidad del arte para conservar la paz cotidiana con uno mismo, con el otro, y en pueblos enfrentados, el ¡Uff! de Rinat Izhak lo sintetiza todo.
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Manuel Carmona Rodríguez