“La imaginación y la creatividad requieren un tiempo de parar”
Me siento a conversar con la psicóloga clínica, investigadora y escritora Lecina Fernández por la reciente publicación de su libro Ilusión positiva (Desclée de Brouwer). Y a partir de su obra ahondar en el valor terapéutico que tiene la ilusión para la vida personal y cotidiana.
Conoceremos de la mano de Lecina Fernández las relaciones humanas, los proyectos y las fortalezas de los españoles. Y también los asuntos que les preocupan y que encaran con valentía.
Nos detendremos en la ilusión vivida a través del cine porque éste se ha convertido en un arte capaz de mostrarnos cómo sus personajes viven la ilusión y la construyen.
En tu libro Ilusión positiva desarrollas la importancia de vivir ilusionados. ¿Qué capacidad terapéutica tiene la ilusión para la vida diaria?
Me encanta esta pregunta porque creo que tiene mucha importancia y no somos conscientes; porque hemos crecido con ese concepto desde siempre a nivel cultural, y estamos acostumbrados a que tenemos ilusión o no la tenemos, pero no lo hemos visto desde el punto de vista psicológico como tal. Creo que tiene mucha importancia porque cuando estamos ilusionados es un conjunto de elementos que se despiertan en nosotros: pensamientos, creencias, todo a nivel cognitivo, pero también a nivel emocional se dan emociones positivas. Aunque la situación que ilusiona aún no está ocurriendo, aparecen un conjunto de emociones: la alegría, el entusiasmo, la esperanza (emociones primarias y secundarias). Y en el camino se marcha hacia la acción.
Vivir ilusionados despierta en nosotros fortalezas, valores, virtudes y además ciertas habilidades que tenemos y si nos las tenemos nos esforzamos para tenerlas. Recoge un conjunto de elementos importantes para que tengan un buen resultado terapéutico, un cambio. La terapia es un cambio que se produce en la persona, y la ilusión nos despierta y cambia y eso es muy terapéutico y positivo.
La persona es futuriza. Visualizar el futuro anhelado es clave para construir la personalidad y la biografía. ¿Qué aporta vislumbrar ese futuro?
Visualizar el futuro es clave porque nos despierta a nivel cognitivo a imaginar,
diseñar, construir lo que todavía no es. Pasamos de lo que somos ahora, si es una ilusión personal, a ser capaces de diseñar cómo nos gustaría ser. O respecto a una situación o a situaciones externas (personas o vivencias) pasamos de lo que es ahora a lo que nos gustaría que fuera. Tenemos la capacidad de actuar de forma que podemos transformar la realidad. Ahora mismo que las personas sean capaces de visualizar y diseñar un futuro que todavía no es, es un impulso fundamental para quienes quieran emprender, para aquellos que quieran ver un cambio en sí mismos o en los demás. Si lo ves es más fácil de acercarte a ese futuro, si no lo ves no sabes por dónde ir. Ayuda a realizar lo que queremos ser y hacer.
Es ponerte en situación.
Sí. Cuando no vemos el horizonte no sabemos a dónde ir. La persona sabe que se siente mal, pero no sabe a dónde quiere llegar. No se siente capaz, no tiene posibilidades en el momento presente -por cómo lo ve- pero si es capaz de visualizar un camino a seguir puede ser que lo logre o no, pero tiene un camino señalado. De la otra manera está muy perdida.
Has realizado investigaciones sobre la importancia que los españoles dan a la ilusión, al entusiasmo. ¿Cuáles son las fortalezas humanas de los españoles?
Las fortalezas relacionadas con la ilusión: la más importante la relación con las personas. Puntúan el valor más alto y en el tanto por ciento más alto, la relación con las personas. La ilusión nos impulsa porque hacemos por las personas aquello que por nosotros no haríamos.
También es importante para los españoles la confianza en sí mismos, la energía para ir hacia delante. El valor de la esperanza; el valor de la vida, mucha gente relaciona la ilusión con la vida y con lo que da sentido a lo cotidiano. Todo esto se relaciona con las fortalezas que en los años 90 puso sobre la mesa la Psicología Positiva. Como ya dijo el filósofo Julián Marías, los españoles somos los únicos que le damos sentido positivo a la ilusión. La ilusión se relaciona mucho con las fortalezas. En los años 90 Seligman lo relacionó con las fortalezas y virtudes de todas las culturas en el Planeta. Tenemos un tesoro muy grande.
¿Y las debilidades de los españoles?
Pues como “ilusión” no he hablado de debilidad, porque la verdad, no se asocia con ella. Sí que en el Estudio se vincula con la incertidumbre o la falsa esperanza.
La incertidumbre no es una debilidad, porque la ilusión no es algo que sea magia en el sentido de chasquear los dedos y que aparezca lo que me gusta, hay que esforzarse y lograrla, y puede conseguirse o no.
Desde el idioma español, se sabe que “estar ilusionado” por algo no quiere decir -ni tiene garantía ni certeza- de que se vaya a conseguir: existe la incertidumbre. Más que una debilidad yo lo enfocaría como algo positivo: aún sabiendo que a lo mejor no lo conseguirá, la persona ilusionada sí que tiene ánimo, fuerzas y voluntad por intentarlo. El miedo no lo paraliza. Y eso es muy importante en la vida cotidiana y en la terapia. Porque muchas veces el miedo a no conseguir esa ilusión, el miedo al fra-caso, a lo que dicen los demás, nos hace que no vayamos a por lo que queremos, y nos paralizamos. Y en cambio cuando estamos ilusionados aun sabiendo que puede ser que sí o que no –en un cincuenta por ciento de probabilidades- esto no nos para-liza y vamos a por ello, nos empodera, y pone en marcha la fuerza y la constancia. La ilusión nos estimula las fortalezas en lugar de las debilidades.
En Ilusión positiva afirmas que la narración es un recurso necesario para contar la ilusión que se tiene y para construirla. El cine es narración audiovisual. ¿Qué película propones en la que el protagonista vive con ilusiones?
Es difícil, me encanta esta pregunta, porque como es una hipótesis mía entender que la ilusión es algo positivo y nuestro, y el cine que más conocemos es comercial y anglosajón, más americano, ellos no tienen ese concepto. Entonces hay muchas
películas en las que los protagonistas van a mostrar sus sueños, pero no conocemos películas en las que vayan por la ilusión. Por ejemplo una que me parece que se asemeja bastante porque la ilusión es proyecto de vida, es una proyección de nosotros mismos hacia adelante, y así lo dijo Julián Marías en su Breve tratado de la ilusión, es la película Up.
Es una película en la que un señor de la tercera edad vive en una casa solo porque se ha quedado viudo y pone muchos globos en la casa de tal manera que la levanta y viaja por el cielo. Esta película me gusta porque es una proyección de sí mismo, de algo que le hacía ilusión, no es a veces un sueño, que es algo muy probable que no se cumpla. En cambio los americanos viven el concepto “sueño” con más fuerza, velan por sus sueños.
Y nosotros tenemos más la ilusión. También es interesante la película Bailarina, y todo el proceso que hace la protagonista para serlo. Hay una película española que se llama Ilusión. Sería interesante hacer un cine forum sobre ella.
Uno de los problemas de nuestro tiempo es la incomunicación familiar. Por ejemplo, en la película El capital se muestra esa incomunicación. En lugar de conversar durante la comida, se ve la televisión o se miran los móviles. ¿Qué hacer para superar esa circunstancia?
La comunicación familiar es difícil porque hoy efectivamente estamos todo el tiempo comunicados pero con otros mundos, con otras personas que no son las que tenemos delante. La comunicación nos puede ayudar a contar nuestras ilusiones, o a preguntar cuáles son las ilusiones a las personas con las que convivimos a diario, o por dónde van en su camino para conseguirlas.
Porque la ilusión se parece un poco a la realidad virtual en el sentido en que vivimos dentro de una ilusión cuando aún no es real, porque nos enseña desde niños a diferenciar lo real de lo irreal, y cómo desde lo irreal podemos construir realidad.
Entonces la comunicación es muy importante, para preguntar a las personas cómo están, para hablar de tú a tú, de emociones, de sentimientos, de proyectos. Estamos acostumbrados a la comunicación familiar -sobre todo porque lo he visto en la
consulta durante la terapia- a que la comunicación se reduzca al verbo hacer: ¿Qué has hecho hoy? ¿Cómo te ha ido eso que has hecho? Tenemos que introducir también el qué pienso y cómo me siento, no sólo qué hago. Pienso que eso que estás haciendo, implicarnos con los pensamientos, las creencias y emociones.
Esa falta de comunicación intergeneracional también incide en aquellos jóvenes que pierden el interés por estudiar. ¿Qué propones a aquellos estudiantes que en lugar de formarse, responden con imaginación e ignorancia en un examen?
Bueno, hay que darse cuenta de que solo con imaginación la vida no funciona. Pero la imaginación es muy importante, y se ha limitado bastante en los planes de estudio, aunque ahora parece que está cambiando. Pero tenemos que educar en imaginar, en el sentido de dejar tiempo y espacio para que los niños sigan imaginando cuando sean preadolescentes, adolescentes y adultos. Porque ahora parece que el ser niño queda reducido a los seis primeros años de vida y con este acortamiento queda limitada la imaginación. Ahora incluso a los 4 años salen del cole y van a clase de inglés o de lo que sea, o a hacer algún deporte, pero con eso volvemos al hacer: la agenda llena de actividades.
Y la imaginación y la creatividad requieren un tiempo de parar. Para poder viajar hacia dentro, para pensar, para conectar lo visto con otra cosa que he visto y fusionar. Será siempre imaginación pero partiendo de la formación. Por ejemplo, para los exámenes es bueno que el estudiante ponga en marcha su imaginación pero siempre que esté relacionada con la formación que ha obtenido a través del estudio, de manera que con su imaginación pueda dar un paso más allá de lo ya andado. Siempre para ir más hacia adelante.
En educación me parece importante fomentar la imaginación, la creatividad porque las necesidades del mañana no es tanto adaptar al alumno y encorsetarlo dentro de un programa de estudios, cómo el enseñarle a estudiar por proyectos, lo que les parece interesante a los niños y jóvenes, que empiecen a investigar y a asociar, a contrastar, y a trabajar en equipo. Es más ilusionante para ellos, se implican más.
En un capítulo de Ilusión positiva señalas la importancia de perseverar en los intentos cuando no salen las cosas. ¿Qué capacidad de perseverancia has detectado en la juventud?
Los jóvenes puntúan más alto, en el estudio realizado, la ilusión con la alegría. Pero en la realización del proyecto hacia delante es necesaria la perseverancia para lograr-lo dentro de la ilusión. Si educamos en que los jóvenes se impliquen en formarse en aquello que les interesa y no cortarles las alas por ahí, ni decirles: deja eso porque tienes que estudiar esto otro. Si educamos para fomentar que ellos despunten en lo que tengan interés y les ayudamos a que sigan formándose, la perseverancia vendrá, porque están persiguiendo lo que ellos quieren. Lo difícil es encajar en ese encaje de bolillos de conocimientos y actitudes entre el profesorado y el alumnado, al educador que está ayudando a cambiar una conducta, que puede ser el padre o la madre, o el psicólogo en la consulta.
Es ir a un modelo de Educación para formar en la vocación del joven.
Sí, la idea no es mía, me surgió estudiando la ilusión enfocándola de esta manera porque yo me he dedicado a la psicología clínica, y con la ilusión llegué a esa conclusión. Y me he movido por jornadas de Educación en Madrid y en Cataluña, y se está promocionando estudiar por proyectos más que seguir un temario estipulado de antemano al que el alumno se tiene que enfrentar. Los alumnos eligen los proyectos como toda la formación, o bien en paralelo a lo que tienen que estudiar. Y lo mismo está pasando en el diseño de las escuelas que se está acabando con el estar sentado en filas viendo la nuca de los demás alumnos. Ahora se está promocionado los espacios abiertos, en círculo, en los que todos los alumnos se puedan mirar a las caras, se puedan relacionar, espacios relacionados con la asamblea y con la comunicación que aprendan a comunicarse mirándose a los ojos en la escuela. Creo que se está avanzando en este sentido. Ahora los buenos profesores, los teachers que están premia-dos internacionalmente como César Bona, que ha sido premiado entre los diez pri-meros a nivel internacional, son innovadores. Y este año vamos a tener otro candidato en España. Tengo mucha esperanza e ilusión en que lo consiga.
Otra de las dificultades de nuestro tiempo es que hay demasiados compartimentos estancos. ¿Cómo se superan esas divisiones? ¿Desde la imaginación y la ilusión se tienden puentes?
Pues ojalá, creo que contestaría afirmativamente: con imaginación e ilusión se pueden tender puentes.
Julián Marías dedicó buena parte de su vida y obra a tender puentes, y él está muy presente en tu investigación y obra. ¿Qué nos puede aportar la biografía y la obra de Marías para vivir ilusionados y lograr los proyectos personales y cívicos?
Para mí por lo menos fue el primero que se sentó, pensó y analizó el término de ilusión desde su punto de vista filosófico, que para mí es fundamental. Marías ayudó a entender cómo comprendemos los españoles el concepto de ilusión y esa proyección. Partiendo desde la filosofía como él hizo, yo partiría desde el verbo ser. Los filósofos han estudiado siempre el ser algo tan inmenso, el ser de uno mismo y la capacidad que tenemos de ser y de hacernos de otra manera, ser lo que somos ahora y lo que podemos llegar a ser.
Creo que es un concepto fundamental para cualquier educador, terapeuta. Para todas las personas que están ayudando a otras es muy importante esto que tu preguntas: ver cómo desde la situación en que estás ahora, desde tu presente, puedes cambiar tu ser hacia tu futuro. Esta posibilidad para cualquier persona es clave independientemente de que estemos hablando de educación en la escuela, de empresa, de clínica, o de salud. Es muy importante que seamos conscientes de ese potencial que tenemos para construir nuestro propio ser. En esta idea Julián Marías habló claro desde su obra Breve tratado de la ilusión y en otras obras.
Te detienes como Marías a señalar la importancia de ser valiente para vivir una vida personal. ¿Qué propones para superar los miedos que atenazan a la persona a vivir y tomar decisiones?
La ilusión es valiente. Tiene que serlo. En mi libro, al final, he hecho como personalizar la ilusión. Como si fuese el Perfil de la ilusión. Porque me parece que personificándola la podemos entender. Es valiente la ilusión porque a pesar de no saber cuál es el final de la narrativa y de la película que ha montado, eres valiente para llevarla a cabo.
La ilusión es valiente, es poderosa, involucra, es pensativa porque no es atolondrada, es decidida y resuelta. Es un perfil muy interesante. Y la reseña que se hizo en La Terapia del Arte en la que como resumen final dijo: “la ilusión es muy lista”. Ese día me hicieron una entrevista en la radio y os nombré porque es verdad lo que ha dicho La terapia del arte, la ilusión es lista, no es tonta ni ilusa. Sabe qué problemas hay, pero sabe buscar dentro de sí sus puntos fuertes para combatirlos.
Se me viene a la mente mientras conversamos el ejemplo que cuentas en tu libro sobre la paciente de 80 años, que había vivido alegre a lo largo de su vida, y a partir de un momento dado se siente triste. Y descubre con tu terapia que puede recuperar la ilusión haciendo unos chalecos de lana a su marido e hijos…
Bueno cada uno recupera la ilusión como quiere. Para poner un poco de juego, para inspirar a otras personas están los casos que cuento, son inspiradores. Sí que he visto efectivamente que se puede trabajar como herramienta la ilusión dentro de la psicoterapia porque provoca un cambio.
Y no es una panacea de decir: vamos a hacerlo ahora de esta manera exclusivamente. Es una herramienta más. Como todo buen psicólogo debe elegir para cada persona la herramienta necesaria que le va a funcionar mejor. Por ejemplo, hay personas mayores o de un determinado carácter con cierta negatividad a entrar en la terapia, por rechazo, por esfuerzo, entonces a lo mejor con ellas es más fácil trabajar desde la ilusión, porque no es algo nuevo que tengan que aprender.
En la consulta se necesita aprender nuevas conductas para hacer cambios, pero la ilusión todos la conocemos porque la hemos vivido y recurriendo a ella como una herramienta podemos recuperar ciertas emociones distantes o dormidas, que en su día sí que estaban presentes y a partir de esas emociones, despertar algún pensamiento, alguna narrativa que ilusiona a esa persona, y desde esa predisposición del paciente, desde esa ilusión sí que podemos intervenir a nivel psicológico para proyectar ese futuro mejor y esos cambios que tenemos que hacer y que la persona se vaya encontrando mejor.
Es como darle la vuelta al problema, porque el estado de ánimo está tan bajo el paciente no proyecta el futuro, y no sale del presente. Es ahí donde hacemos la intervención psicológica desde esa no proyección del futuro y desde ese malestar, desde ese presente oscuro intervenimos para que mejore y vuelva a tener ilusiones. Partamos de una situación de ilusión porque tiene recuerdos y vivencias de ilusiones que ha vivido, y desde ahí intervenir con las herramientas psicológicas construyendo una ilusión.
Luego depende cómo cada psicólogo lo quiera utilizar, es más fácil si la persona está abierta al cambio, con esperanza e ilusión de lograrlo, que desde la oscuridad de ese presente del que no quiero saber nada.
Es recordar lo bueno que ha pasado en tu vida para recrearlo y ver qué te llevo a construirlo.
Claro y además no pasó porque te tocó la lotería, pasó porque lo construiste de una determinada manera, eso es lo interesante. Pero cuando estás con depresión no te ves con capacidad de hacer nada, es sentimiento de inutilidad total. En cambio con la ilusión te ves capaz y útil, y si recuerdas hacia atrás experiencias que tú has vivido y eras el protagonista, palpas más la persona que eras. Es que no soy así, yo antes era alegre, decidido, pero ahora me veo incapaz de cualquier cosa, te dicen en la terapia. o vuelves a ver posible. Con la ilusión entran en esa cápsula o burbuja en la que vivieron una historia en la que eran protagonistas porque ellos la construían, entran ahí de repente y es como revivir esa realidad virtual, y vuelves al presente de otra manera.
Julián Marías hablaba del mapa del mundo personal. Y tú del mapa de la ilusión. ¿Qué circunstancias comunes comparten ambos mapas?
Yo con el mapa de la ilusión no partí en este caso de Julián Marías. Te voy a confesar: quería hacer un Pop-up, que todos los elementos del mapa de la ilusión y que la persona que trabajara con el Pop-up de la ilusión, ¿que piensas que no tienes nada, para empezar en la vida cotidiana? levantar el mapa y que se fueran destapando y fueran saliendo elementos que tú piensas: éste sí que lo tengo y me siento identificado. Pero eso era tan difícil de construir que en lugar de tener tres dimensiones acabó teniendo dos, un mapa porque no supe levantarlo en tres dimensiones, hacer un 3D, y se quedó por eso con el concepto mapa. Me he inspirado en el mapa celeste en el que ves las estrellas desde tu ubicación, aquí partiendo desde la ilusión puedes ver los elementos que tienes y los que te faltan. Y en el libro, en paralelo, como más fantasía hay un mapa como el mapa del tesoro, tipo juego, en el que puedes entrar y puedes ir poniendo señales, banderas o chinchetas de los territorios que vas conquistando en tu ilusión sin caer en el Mar de las profundidades o temores. Puedes navegar ese mar con miedo pero puedes alcanzar las costas del tiempo, de la esperanza.
Hagamos una acotación en tu persona, ¿qué proyectos profesionales y personales te tienen ilusionada en esta etapa de tu vida?
La verdad es que muchos, pensando en el tema de la ilusión tengo uno para vosotros, que os lo plantearé cuando terminen las fiestas. Me gustaría que esta semilla de la ilusión que en su día empezó Julián Marías y ahora desde la psicología espero haber aportado mi granito de arena a todas las personas tanto a nivel personal como profesional. Me ilusiona trabajar juntos, hacer actividades y trabajos de cara a que vuelva a brillar la ilusión. Tengo proyectos concretos, pero si hablas se escapan los fantasmas.
Sobre qué te gustaría conversar que no hayamos conversado
Me ha gustado mucho conversar sobre la ilusión como herramienta para la terapia, cuando lo he ido descubriendo y aplicando efectivamente está funcionando muy bien. Me gustaría conversar más sobre el triángulo de Ser-Tener-Hacer, cuando lo descubrí me gustó mucho porque todas las personas lo entienden muy bien, aunque a veces crees que es algo inalcanzable, pero resulta que mientras piensas lo vas haciendo. Esa yuxtaposición constante acerca muchísimo a las personas, a lo mejor no es hoy, pero mientras voy haciendo voy teniendo, mientras voy teniendo voy siendo, y me gusta mucho ese triángulo.
Me gustaría también resaltar que, como digo al final del libro Ilusión positiva, el concepto de ilusión es importante, pero más importante es lo que cada persona puede hacer con el libro, porque ofrece reflexiones y ejercicios que se pueden convertir al lector en explorador y autor de ilusiones. Desde el momento actual en que estamos hechos, no hemos terminado, la vida sigue, y desde la Psicología cognitiva conductual siempre estamos capacitados para aprender.
Manuel Carmona Rodríguez