Alas Abiertas en Paraguay

Miriam González, de 16 años, quiere bailar en serio. Nació en los Bañados de Asunción, donde 120.000 personas se exponen a las inundaciones del río Paraguay cada invierno. Y las inundaciones van en serio también. Miriam baila con sus compañeras de Alas Abiertas  en el Juan de Salazar, el decano de los centros culturales de la Cooperación Española En América Latina. Presentan la obra de danza contemporánea Sarambi.

Miriam entró como becada de la Asociación Mil Solidarios, que fundó el jesuita Francisco Oliva en el barrio del Bañado Sur. Conocido en todo el país como el Pa’i Oliva, es todo un símbolo de la lucha por los derechos de los más pobres. Durante un largo exilio, forzado por la dictadura de Stroessner, puso en marcha proyectos de formación con jóvenes en valores y solidaridad en Argentina, Nicaragua y España, concretamente en Huelva. A su regreso al Paraguay, escogió “no ser una figura decorativa o histórica”, y se fue a vivir a la zona más pobre de Asunción: Los Bañados.

Al preguntarle qué significa esa palabra en guaraní, Miriam contesta: “Tendrás que verlo para saber lo que es: un caos, un desorden que no termina de arreglarse”.

La obra está basada en la coreografía y técnica del bailarín paraguayo Leif Firnhaber. Se basa en la expresión individual que surge de la conexión con los otros mediante el movimiento.

Entre esos “otros”, está Camila, de 18 años, una de las tres chicas con discapacidad visual que hacen el papel de hechiceras en la obra y marcan el ritmo del orden y el desorden. Son parte del Elenco, las bailarinas top elegidas en los talleres de Alas Abiertas.

Alas Abiertas, es un proyecto de acercamiento a la danza para niños/niñas y jóvenes con discapacidad y con necesidades educativas especiales en Paraguay, posibilitando que sea parte de su formación y expresión artística. Pretende que niños/as y jóvenes con discapacidad y con necesidades educativas especiales, se acerquen a la danza y la experimenten como un espacio de formación y enriquecimiento personal, tanto en el ámbito individual como en el social. Así mismo reivindica el acceso, la integración y la visibilidad de las personas con discapacidad en espacios culturales convencionales.

Surgidos con el empuje y la dirección de Mercedes Pacheco, profesora de danza y gestora cultural, y con el apoyo de la Cooperación Española, los talleres móviles de Alas Abiertas se imparten desde hace 10 años a niños y jóvenes con diferentes grados de discapacidad o en situación de vulnerabilidad. Se basan en la danza como herramienta poderosa de inclusión social. Actualmente se sostienen con los aportes de los cinco centros donde se imparten. Son la mitad de los que abarcaban antes de la reducción de fondos de ayuda y cooperación.

Alas Abiertas, es un proyecto de acercamiento a la danza para niños/niñas y jóvenes con discapacidad y con necesidades educativas especiales en Paraguay, posibilitando que sea parte de su formación y expresión artística. Pretende que niños/as y jóvenes con discapacidad y con necesidades educativas especiales, se acerquen a la danza y la experimenten como un espacio de formación y enriquecimiento personal, tanto en el ámbito individual como en el social. Así mismo reivindica el acceso, la integración y la visibilidad de las personas con discapacidad en espacios culturales convencionales.

Desde el año 2007 Alas Abierta presta servicios en diferentes instituciones educativas de todo el país como es en el colegio Cristo Rey, PENDIF (Programa educativo para niños con discapacidad física), Centro de recursos para la inclusión de niños/as y jóvenes con discapacidad visual “Santa Lucía”, Grupo “Luna Nueva” de Asunción; Fundación TELETON CRIT Asunción, Paraguarí y Coronel Oviedo; Centro de educación especial Virgen del Rosario de Villeta; Centro de Educación Especial “Amor y Esperanza” de San Lorenzo;  Asociación paraguaya de sordos ;Primer Centro de Educación Especial de Villa Hayes; Centro de Educación Especial “Ko’e Pyahu” de Luque; Escuela “San José Artesano” y centro de Recursos Nº 5 “Antolina Lombardi de Jara” de Pilar; Granja “ Juan Martín” de Ciudad del Este; Centro de Educación Especial “San Miguel” de Guarambaré; Centro de formación Integral “Solidario Rapé”; “Club Salazarcitos del Centro cultural Juan de Salazar; Centro de Formación Integral “Santa Librada” y  Solidario Rapé de la Asociación Mil Solidarios;  centro de Rehabilitación “Elizabeth Ayub de Giangreco” del Bañado Sur, atendiendo aproximadamente a 1000 niños y jóvenes con discapacidad y necesidades educativas especiales.

Los Bañados se extienden por 17 kilómetros a la orilla del río Paraguay. 120.000 personas viven expuestas a las crecidas cada invierno.

Con ayuda de la Cooperación Española, los talleres móviles de Alas Abiertas se imparten desde hace 10 años a niños y jóvenes con diferentes grados de discapacidad o en situación de vulnerabilidad

En Mil Solidarios, ofrecen acompañamiento, atención y refuerzo escolar de niños y jóvenes. Y también, los talleres de danza de Alas Abiertas. Mil Solidarios sobrevive con la ayuda de una fundación privada y con algunos apoyos adicionales, como los de la Diputación de Huelva, que nunca son suficientes para la atención de más de 500 menores y el programa de reinserción escolar y acompañamiento de 120 madres adolescentes y jóvenes, esta última una de las problemáticas más visibles del Bañado.

Al principio, el profesor de danza de Miriam, Sergio Núñez, no apostaba por ella. “Era una de las más tímidas, muy dependiente de sus amigas cuando asistía a los talleres en Mil Solidarios. Llegó un momento en que sus amigas dejaron de ir, y pensé que Miriam nunca volvería”.

Pero no Miram volvió y ha estrenado obra: es bailarina, ha cumplido un sueño.

Sergio coordina actualmente los talleres de Alas Abiertas que inició junto a Mercedes Pacheco. Para él, trabajar con los niños y jóvenes en situación de riesgo o, especialmente, con los que tienen algún tipo de discapacidad sólo impresiona al principio. “Hasta que suena la música y entonces estamos allí, solo seres humanos unidos a través del ritmo”.

Francisco Oliva, o Pa’i Oliva,es jesuita hispano-paraguayo que fundó la Asociación Mil Solidarios en El Bañado Sur. El padre Olivera tiene una frase que es una especie de lema propio: “Riendo o llorando, pero siempre caminando”. Miriam añade a la frase “pero siempre bailando”. Ya sea en su casa junto al río o en los refugios sin otra defensa que estos pequeños apoyos de la cooperación y su propia pasión.

En la obra Sarambi, hay un momento en el que Miriam se estira sobre el suelo de perfil, sostenida solo con la palma de la mano y el empeine del pie izquierdo, el resto del cuerpo suspendido. No se mueve. En sus músculos no se percibe la tensión del esfuerzo. Deja la mirada perdida, con un aspecto melancólico. Es la misma que tiene ahora en la entrevista cuando le preguntamos qué siente al bailar con sus compañeras. Entonces vuelve en sí y dice: “La felicidad”, así con artículo y todo, sin matices. La felicidad completa, como si fuera el nombre de una vecina conocida del barrio.

Miriam quiere ser bailarina profesional, pero también quiere estudiar Derecho. Por eso aprovecha la beca que le ofrecen en la asociación del Pa’i Oliva para el refuerzo escolar y la danza.

Sergio estaba equivocado. Creía que las condiciones precarias en las que vivía Miriam le quitarían el gusanillo de la danza. Ha tenido que refugiarse tres veces en los últimos años por las crecidas del río pero no ha dejado de asistir a los ensayos.

El impresionante escenario del Centro Salazar se vistio de gala para el Elenco de Miriam, Camila y sus compañeros de Alas Abiertas. La obra del Sarambi termina cuando la pared del fondo del decorado oscuro se abre al aire libre del patio. Por allí se escapan los bailarines en busca de la armonía con la que seguir danzando sobre “el caos”.

Antes de salir al escenario, Miriam siempre es un mar de nervios. Se pega a Camila y a las otras compañeras invidentes. Se mueve junto a ellas y se tranquiliza con la libertad única de los ojos cerrados.