Entrevista a Ana Serrano Van der Laan

Ana Serrano Van der Laan, de nombre artístico Ana Laan, nace en 1967 en Madrid, por tanto, pertenece a la generación de hombres y mujeres de 1974, aquella de los nacidos entre su año nacimiento y 1981. Es la época del baby boom en Occidente, de las rebeliones en las aulas universitarias entorno a la primavera de 1968; pocos años después ocurre la Guerra de los precios del petróleo -1973- y una década más tarde se produce la Transición democrática en España. De padre políglota español y madre holandesa, la Suecia de su niñez y adolescencia le dejará su injerto y los veranos de Soria le aportarán alguna de las mejores amistades de su biografía.
Ana Laan es compositora, cantante, terapeuta y, sobre todo, una mujer capaz de mirar a la vida, a las relaciones humanas y sociales con una mirada diferente e inclusiva. En su trayectoria artística encontramos hitos como su disco Apocalypso (2005) que recibió magníficas críticas en los Estados Unidos y Argentina, obra musical en la que colaboraron músicos como Juan Campodónico, Luciano Supervielle o Jorge Drexler -con quien estuvo casada y concibió a su hijo Pablo-.
En esta entrevista para Terapia del Arte vamos a conversar con ella sobre la capacidad terapéutica que tiene trabajar con el cuerpo, las emociones y los sentimientos, y la fuerza iluminadora de la Música.

Ana, ¿cómo descubres la Música como método terapéutico?
Lo primero, aclarar que yo no soy músico terapeuta. Soy cantante, compositora y terapeuta corporal. No uso realmente la música como método terapéutico. Cuando canto, me siento mejor, desde que tengo uso razón. Me siento más viva, en mi cuerpo, en armonía con el mundo. Y cuando trabajo con clientes, a menudo recurro a la voz, y a veces al canto, como manera de tocarnos, de conectar. Pero es algo más intuitivo que técnico o metodológico.

¿A qué tipo de personas diriges tus cursos terapéuticos recurriendo a la Música?

Mis cursos terapéuticos van dirigidos a todo tipo de personas con interés en conectarse con su cuerpo y su voz a través del movimiento, la escucha, el sonido, el juego y la imaginación. Trabajo con actores, cantantes, terapeutas, funcionarios, personas en momentos de transformación o crisis, o con atascos creativos. No ofrezco cursos específicos de músicoterapia, porque como te dije, no soy músico terapeuta.

¿Cómo han vencido esas personas y sus familias los prejuicios que pudieran tener sobre la Música como terapia?

No sé si quizás sería interesante reformular la pregunta, ya que como te dije, no ofrezco la música como terapia, sino más bien el trabajo con el cuerpo y la voz (hay mucho sobre esto en el apartado CuerpoVoz de mi página web, analaan.com). Pero bueno, la gente tiene muchos prejuicios con la terapia en general. Así que lo que les diría es que es nuestro trabajo en la vida conocernos, estamos aquí para eso, para conectarnos con nuestra esencia. Es una verdadera responsabilidad vital. Y la terapia –con un buen terapeuta– es uno de los caminos.

¿Qué evolución sigue una persona que llega con un problema de bloqueo emocional que ha psicomatizado hasta que paso a paso logra superar esa enfermedad?

Es una pregunta imposible de contestar así en abstracto. Hay tantos procesos como personas. Todos tenemos bloqueos emocionales, me parece muy importante subrayar esto, porque a mi modo de ver no existe esta frontera clara entre sanos y enfermos. Lo que ocurre es que hay procesos tan difíciles o complicados que dificultan o imposibilitan la vida normal. Yo creo que el cuerpo pide salud y pide atención, y cuando no se le da, va generando síntomas y manifestaciones cada vez más difíciles de evitar, hasta que se vuelve imposible hacerles caso omiso.

Mi experiencia personal, en mi propio cuerpo, es que el primer paso para la sanación es aceptar que algo duele o está bloqueado o enfermo. Ni negar ni dramatizar, sino estar abierta a mantenerse presente a la experiencia.

Otro paso importante es tomar conciencia de que siempre hay salud en nosotros por muy mal que estemos. Siempre hay aspectos de salud y bienestar internos, lo que pasa es que muchas veces hemos aprendido a no escucharlos, no verlos, sólo la dificultad, el sufrimiento. Y ambas partes necesitan atención. Pienso que una labor fundamental del terapeuta que acompaña estos procesos es ser capaz de ver lo que está bien en el otro, lo que tiene salud, lo que está vivo y sano. Tanto en la mente como en el cuerpo. No perderse en lo que está mal, sino poder ver y ser testigo de lo que está bien en el otro.

¿Qué transformación vive su entorno -familiar, amigos,- cuando van viendo el cambio positivo que vive ese paciente?

De vuelta, depende muchísimo de cada sistema familiar y social. Cada proceso es único. A veces se produce un gran rechazo por parte del entorno cuando la persona empieza a transformarse, a responsabilizarse de su vida, a dar pasos para mejorar su estado mental y corporal. A la persona se le ha asignado un papel: la víctima, o el enfermo, o la depresiva, y puede ser muy conveniente para el entorno que la persona se mantenga en ese papel. Cuando la persona logra salir de allí, mueve a todo el sistema y esto puede ser un auténtico tsunami.

En otros casos, el entorno se implica en el proceso de la persona e incluso entran también en terapia, o se apuntan a alguna de las cosas nuevas que está investigando esta persona. Esto es el mejor escenario, a mi modo de ver, porque supone apoyar y participar en la vivencia de la persona, no dejarla sola, pero no siempre ocurre.

¿Qué pensamientos y sensaciones tienes cuando un paciente logra superar el problema que le trajo a tu consulta o curso?

Es maravilloso. Me devuelve la esperanza en la vida. Y de alguna manera me ayuda a seguir también acompañándome a mí misma con mis problemas, mis bloqueos. No somos islas, lo que hace uno afecta a los demás, el crecimiento que alcanza una persona beneficia a todos.
No somos islas, lo que hace uno afecta a los demás, el crecimiento que alcanza una persona beneficia a todos.

Eres madre. La vocación musical continúa con tu hijo. ¿Qué facilita la escucha de la Música y su práctica a la hora de la comunicación entre padres e hijos?

Te hablo desde lo que he vivido con mi hijo y lo que observo en las relaciones padres-hijos que he ido observando a lo largo de los años. En principio no creo que escuchar o tocar te haga mejor padre, lamentablemente. ¡Conozco muchos músicos que no tienen tiempo ni paciencia para sus hijos! Tocar o cantar juntos sí es algo muy especial, si es algo que todos disfrutan y no una tarea impuesta por una madre deseosa de tener un pequeño Mozart. A mi hijo simplemente lo incluimos su padre y yo en toda nuestra actividad musical desde que nació –incluso desde antes, porque hice gira con él en la panza– desde escuchar música en casa o en el coche, hasta cantar juntos, hasta llevarlo a ensayos. Y luego apoyar todos sus intereses musicales. Bueno, todos sus intereses, realmente me hubiera dado igual que le diera por la Astrofísica, la cosa era dejarle muy claro que yo apoyaba la persona que él es, y que podía contar conmigo para desarrollar todo aquello que le interesaba en la vida.

Por qué recomiendas la Música como una creación y método para que padres e hijos puedan llegar a conocerse y comunicarse mejor.

La verdad, Manuel, no sé si lo recomiendo. Si es algo orgánico, si el padre o la madre son músicos (profesionales o aficionados), si tienen incorporada en su vida la relación con un instrumento o con la voz, pues genial, que lo compartan con sus hijos. O también asomarse juntos a la música por primera vez. Pero como cualquier otra actividad, podría ser pintar, leer juntos, salir al campo, hacer bricolaje. La cosa es dar presencia y atención al niño para que se sienta visto, se sienta incluido. No creo realmente que la Música sea más eficaz que otras cosas, lo importante es el entusiasmo real, que sea algo que a los padres les encanta. Tengo un amigo que lleva a su hija a boxeo desde hace años, y a los dos les vuelve locos y les une muchísimo. Y funciona porque es orgánico, porque no lo hace porque haya leído que hay que hacerlo, sino que a él le interesa y tiene la capacidad de compartir su interés con ella y de generar entusiasmo en ella. Esa es la clave, que sea genuino, no para conseguir un resultado.

La cosa es dar presencia y atención al niño para que se sienta visto, se sienta incluido. Por tus trayectorias biográficas has viajado por la mayor parte del Mundo, ¿cuáles son los principales problemas que la persona tiene hoy, y a través de la terapia musical, la educación corporal, la gestión de los sentimientos y de las emociones, la meditación, y el aprendizaje, pueden superarse y cómo?

¡Ésta es una pregunta enorme! Daría para una tesis doctoral, por lo menos. Voy a hablarte de algunos problemas que siento que son comunes, sin pretender ser autoridad ni agotar el tema, desde luego, que da para muchísimo más de lo que puede abarcar esta entrevista.

Pienso que todos tenemos problemas con los límites. Porque no han sido respetados en nuestra infancia, o porque nos han impuesto demasiados, o porque no los ha habido en absoluto. Pero la gestión del límite, tanto para ponerlo como para encararlo, es un gran tema. El trabajo corporal aquí es muy útil. Por ejemplo, en personas cuyos límites han sido vulnerados gravemente, como en casos de abusos sexuales o víctimas de violencia física o verbal, recuperar el contacto con la fuerza y resistencia de los huesos, la potencia de los músculos, la inteligencia de la piel como puerta de contacto y límite entre dónde acabo yo y dónde empieza el mundo, puede ayudar mucho a sentirse más presente y menos fragmentado o herido.

Pienso que todos tenemos problemas con los límites. Porque no han sido respetados en nuestra infancia, o porque nos han impuesto demasiados, o porque no los ha habido en absoluto.

Otro tema es la herida vital que casi todos cargamos. En toda biografía hay momentos dolorosos que no se han superado o procesado adecuadamente. En la vida adulta entramos en relación, a veces de pareja, a veces laboral o social, y en algunos casos la herida es tan grande que no hay espacio para un relacionamiento adulto. Aparece constantemente el niño herido o enfadado o ignorado, y no permite una relación de igual a igual, adulta. Esto es particularmente grave cuando se tiene hijos antes de haber trabajado con la herida o tan siquiera tener conciencia de ella. Entonces los hijos tienen que suplir nuestras deficiencias, y esto es una carga que no les corresponde. Tomar conciencia, dar voz a la herida, dejar que el cuerpo la exprese con movimiento, o a través de la creación artística, o la voz, puede permitir que haya cada vez más espacio para el adulto que queremos ser.

Y finalmente, el último tema del que quiero hablar es la de la conexión con el ser. Nos pasamos la vida buscando fuera, en el éxito, las cosas materiales, el sexo, la comida, el amor, en una persecución implacable e imposible de la felicidad. Y nos desconectamos de quiénes somos, de nuestro cuerpo, de nuestro profundo vínculo con la humanidad y con la naturaleza. El cuerpo es una realidad palpable y presente, y cuando nos conectamos con él estamos más vivos, más reales. Por supuesto, aumentar la conexión no es un camino fácil, porque nos conectamos no sólo con lo agradable, sino también con lo feo, lo doloroso, lo complicado, tanto dentro de nosotros mismos como en el mundo.

Pero cuanto más nos conocemos y más cultivamos una presencia compasiva y escuchadora, más capaces somos de vivir en el presente, sin tanta ansiedad. No es un camino rápido ni fácil, lleva toda la vida. Yo sigo buscando también, ¡no he llegado a ningún sitio! Simplemente pretendo estar presente con la experiencia, incluir todo, no sólo lo que me gusta o lo que me apetece, sino estar presente a todo.

Leer a los clásicos y llevarlos a nuestra vida diaria incrementa nuestro aprendizaje vital.

 

Eres una compositora y cantante que has logrado en ciertas etapas de tu vida el reconocimiento profesional a nivel internacional. Varias preguntas al respecto: Primera, ¿qué ha aprendido Ana como persona para gestionar las etapas profesionales mejores y otras difíciles, y transmitirlo a pacientes y otros semejantes?

Quizá lo más importante sea que mi valor como artista y como persona no tiene nada que ver con el reconocimiento. Claro que es importante llegar a la gente con lo que hago, pero su reacción a mi expresión artística es independiente de su valor. Tanto cuando les gusta como cuando no les gusta. Yo tengo algo que contar y una voz con la que contarlo, y ese es mi lugar en el mundo, nada más.

También creo que es importante no pedirle al arte que me dé de comer. Si eso ocurre, genial, pero si no, mi compromiso está igualmente en seguir cantando, seguir haciendo canciones.

A mí me gusta mucho trabajar con gente en procesos creativos, músicos que inician un proyecto nuevo, actores que se enfrentan a tener que cantar en un escenario o en una película, escritores atascados en su segunda novela… Me encanta entrar allí y jugar, salir de los circuitos neuronales habituales y trillados, proponer nuevas maneras de entrar al proceso creativo, escuchar al cuerpo y dejar que se exprese, y desde allí encontrar la voz que estaba tapada o escondida o encerrada. Es muy bonito hacer ésto.

Me encanta entrar allí y jugar, salir de los circuitos neuronales habituales y trillados, proponer nuevas maneras de entrar al proceso creativo, escuchar al cuerpo y dejar que se exprese, y desde allí encontrar la voz que estaba tapada o escondida o encerrada.

Segunda, ¿qué enseñanza ha de practicarse a nivel de la sociedad civil desde la niñez hasta el periodo de ser abuelos para que a cualquier hombre o mujer no se le convierta en una heroína o en un villano por el hecho de que las cuestiones profesionales, por ejemplo, no terminan de salir?

Esto tiene mucho que ver con el énfasis que ponemos en el hacer. Soy lo que hago, lo que logro, lo que consigo. Y en realidad tenemos derecho a existir sólo por el hecho de existir, de ser quiénes somos. No necesitamos hacer nada para tener valor y derecho.

Creo que olvidamos que aunque la vida es corta, es muy lenta, y da para muchas etapas. Hay vacas gordas y vacas flacas, y ninguna situación es eterna. A veces el tema profesional no sale porque las circunstancias externas son enormemente difíciles, como está ocurriendo en algunos sectores profesionales en España (me vienen a la cabeza la arquitectura y tu área, el periodismo). Cuando esto ocurre hay que tener muy abierto el canal de la creatividad para poder reinventarse. Mucha suerte, también, y red familiar o social para superar el bache. Y también fe en que nada dura para siempre, que las cosas pueden cambiar, a la vez que miramos qué está de nuestra mano para cambiar.

Y también flexibilidad. A menudo, la infelicidad es producto de ese abismo entre lo que queremos ser y lo que somos. Aceptar lo que somos nos permite también encontrar otras maneras de estar en el mundo. Y me viene que a menudo sentimos que nunca es suficiente, siempre queremos más. Pero en el mundo hay millones de personas que viven con nada, no tienen casa, trabajo, asistencia sanitaria, nada. Desde esa visión más global, somos afortunados, y debemos aprovechar esta preciosa vida que nos ha sido dada.

A la vez que te digo todo ésto, también te cuento que a veces me desespero con mis dificultades profesionales, o me entra el terror de no llegar a fin de mes. Pero son ataques de futuro. Si me centro en el aquí y el ahora veo que tengo todo lo que necesito.

Tercera, en estos mundos -no son los únicos- hay mucha egolatría: los medios de comunicación, el espectáculo y la política. ¿Qué cursos y músicas propondrías para la sanación de esa egolatría a comunicadores y tertulianos, a ciertos artistas divos, y a los políticos?.

¡Ni idea! ¿Te imaginas? ¿Quién vendría a un curso así? Sana tu egolatría. ¡Nadie!

Con suerte, la vida les trae algo en forma de enfermedad o la muerte de alguien cercano, que les hace reconectarse con su humanidad. Pero es sólo a través de la experiencia consciente del dolor que esto puede ocurrir, el dolor necesario de la vida. Generalmente pienso que estas personas son alérgicas al dolor y tienen terror a la soledad y la muerte, por eso necesitan tanto toda esta parafernalia externa.

Cuarta, ¿qué canción tuya propones a los lectores de La Terapia del Arte y de las redes sociales como ejemplo de canción terapéutica?

Por un lado, explicar tu propuesta. Y, por otro, poner el enlace a la canción para que puedan disfrutarla.
Bueno, mi canción más explícitamente terapéutica supongo que es Para el dolor.

https://www.youtube.com/watch?v=gwsYeP15SIE

La letra habla de maneras de acompañar el dolor de manera bastante metafórica, pero me han dicho unas cuantas personas que esta canción les ayudó en un proceso de enfermedad o de crisis personal. Y a mí me sigue gustando mucho, tantos años después de haberla escrito. Espero que la disfrutéis.

¿Sobre qué tema quieres conversar que no hayamos conversado?

Bueno, esto es auto-promoción descarada. Simplemente compartir que tengo una página web, analaan.com, dedicada a mi trabajo artístico y también terapéutico y docente, por si los lectores tienen interés en conocer más o en contactar conmigo. Soy una profesional freelance y totalmente independiente, de manera que éste es el camino por el que me relaciono con el mundo.

Manuel Carmona Rodríguez