“Mi mayor recreo”: un modelo intergeneracional

Hay muchas definiciones sobre lo que es y cómo debe funcionar un proyecto intergeneracional (PI) desde los años 80 tenemos la de Ventura-Merkel y Lidoff: «Actividades o programas que incrementan la cooperación, la interacción y el intercambio entre personas de diferentes generaciones. Implican compartir habilidades, conocimientos y experiencias entre jóvenes y mayores» a la mas moderna de McCrea, Weissman y Thorpe-Brown «Un programa organizado para fomentar interacciones entre niños, jóvenes y personas mayores que sean continuadas, mutuamente beneficiosas y que conduzcan al desarrollo de relaciones» .

Entre estas definiciones se puede conseguir el máximo común denominador: “actividades entre jóvenes y mayores que sean continuadas y beneficien a ambos grupos”. Definición que cumple el proyecto intergeneracional que puso en marcha Carmina Tallada, experta socióloga intergeneracionista por la Universidad de Pittsbugh, que se ha desarrollado durante cinco meses en Escuela Ideo, auspiciado por Fundación Ideo.

Una vez puesto en marcha el proyecto intergeneracional, la directora del departamento de Orientación, Elena Montaña, sugiere que los mayores voluntarios puedan atender las necesidades de algunos niños de primero a cuarto de Primaria que no se encuentran a gusto en el recreo “tradicional” por distintos motivos.

Surge así el proyecto “Mi Mayor Recreo”: voluntarios mayores buscan a los niños antes de salir al recreo para iniciar “nuevas actividades lúdicas”.

Estos voluntarios mayores han asistido al curso de formación organizado por Carmina Tallada en el Aula de la Asociación de Vecinos de Las Tablas “El palomar”. Fueron 20 horas de formación específica. La formación contribuye al logro del objetivo del proyecto intergeneracionalista, trata de proporcionar conocimientos psicológicos y favorece el desarrollo organizativo a partir del cambio en las habilidades, actitudes y motivaciones de las personas mayores voluntarias. Proporciona herramientas y estrategias para trabajar en equipo, conocer las distintas metodologías de trabajo intergeneracionalista y dinámicas de grupo, haciendo que el voluntario mayor se convierta en un agente de bienestar social en su entorno más cercano. Es interesante la formación porque de esta forma el coordinador conoce las habilidades y los intereses de cada voluntario y cada voluntario las necesidades del grupo.

Entre estos voluntarios entrevistamos a Alfonso, médico jubilado que se ha apuntado al voluntariado, ha hecho el curso y está encantado con su trabajo diario. Cuenta cuentos, hace proyectos, participa en “Mi mayor recreo” jugando y afirma: “El voluntariado me aporta un descubrimiento diario, cada persona con problemas suele tener una personalidad intensa, los niños también, te ofrecen mucho cariño. Conoces otras personas alrededor, otros niveles, es enriquecedor. Recibo mucho más de lo que puedo aportar”.

Marga es enfermera jubilada, cuenta: “Yo quería hacerme voluntaria y desde que oí hablar de este proyecto me ha gustado la idea. Me siento muy bien trabajando en el centro. En las clases a veces me siento torpe e inútil, pero hoy por ejemplo me lo he pasado muy bien”.

Asun, estudió el bachillerato y secretariado, explica: ”Ahora hago lo que me gusta, independientemente de la edad. Siempre me ha gustado ayudar. Tengo tres nietos, este trabajo de voluntaria me aporta, me siento útil, aprendo de los niños, ellos nos dan amor, me siento como en otro mundo, me olvido de todo. Los profes son un encanto, me gusta como tratan a los niños y cómo se tratan entre ellos y a nosotros. He aprendido a hablar más despacio, más bonito, pensando las palabras para gustar a los demás”.

Carmina Tallada como coordinadora del proyecto afirma: “Este proyecto es innovador en España. Para mí ha supuesto un regalo, porque he coordinado otros programas intergeneracionistas en centros escolares con sistema de enseñanza tradicional pero aquí en Ideo el modelo educativo es tan inclusivo, que permite poner en marcha el proceso con mucha más facilidad. Me ha costado mucho menos trabajo poner en marcha el proceso porque los profesores estaban convencidos de antemano y el proceso se ha desarrollado con mucha más fluidez y dinamismo. Y por otra parte el grupo de voluntarios ya eran en sí mismo intergeneracional porque había 14 personas entre 45 y 86 años y ya no como coordinadora sino como persona me he enriquecido cada día en las relaciones y he aprendido mucho de todos. Con este tipo de actuaciones se combate el edaismo, que es la discriminación etaria, por edad. Como proyecto intergeneracional pretende formar una comunidad de aprendizaje con todas las generaciones de forma la que las personas aprendan a aprender a lo largo de toda la vida. “