No te creas tus pensamientos

No te creas tus pensamientos, no te creas tus juicios sobre personas, sobre situaciones, o incluso sobre ti mismo.

¿Recuerdas aquella vez en la que te martirizaste porque reaccionaste de forma diferente a como esperabas? Quizás te pasaste de la raya y no querías reaccionar así. Fue doloroso, te diste cuenta de que tu actitud habría sido de otra forma si hubieras observado más lo que ocurría.

No fuiste “tú” el que reaccionó. Tú no apretaste el botón para provocar esa reacción. Si un día acumulaste mucho enfado y frustración… ZAS! Estallaste. Después sentiste cómo tu ego te pedía justificar tu reacción ante tí mismo y ante los demás porque tu ego tiende a definirte, a identificarte con lo que sea. Eres responsable de esa reacción, pero no eres esa reacción. Esa reacción es tu programa mental.

¿Crees que eres tú mismo quien elige tus pensamientos en cada situación? No, el que decide por defecto es un antiguo programa que ya estableciste, siguiendo los mismos patrones de pensamiento…. hasta el momento en el que decides cambiarlo. Tú eres el observador que puede elegir cambiar esa forma de pensar, sólo observando y decidiendo algo diferente.

Los pensamientos no vienen directamente de nuestra alma, de nuestro espíritu, de lo que consideramos nuestro yo, aunque creamos que es así. Surgen de nuestra mente, que es algo físico como lo es el cuerpo. Nuestro pensamiento no es otra cosa más que química.

Si sufro porque mi mente o mi cuerpo no son lo que me esperaba, estoy creyendo que ellos me definen, lo cual no es verdad. Lo que somos va más allá de lo que hacemos y de lo que pensamos. Lo que pensamos sólo define hasta qué punto nos dejamos dirigir por las circunstancias y por el ambiente.

No somos diferentes de ese animal que está en el bosque viviendo el presente. No se preocupa, sus pensamientos no le juegan nunca malas pasadas, acepta su vida, toma riesgos y asume su responsabilidad.

Un bebé no piensa como nosotros entendemos el pensamiento, porque todavía no ha desarrollado la estructura en su mente que nosotros sí hemos desarrollado. Sin embargo, el bebé conserva intacta su capacidad de decisión.

De adultos tendemos a perder nuestra capacidad de decisión y vivimos siguiendo nuestros programas, según corrientes de opinión propias o ajenas. Nos robotizamos de forma peligrosa si no llegamos a ser conscientes. Es peligroso porque delegamos también nuestras decisiones a esos patrones mentales, y entonces nos convertimos en esclavos de nuestras circunstancias.
Piensa en lo que llegaron a hacer personas que sí se creyeron sus pensamientos, las barbaridades que se han hecho en nombre de la que creían era su verdad, en nombre de lo que consideraban correcto, de una causa con la que se identificaron.

Reaccionar ante alguien o algo que nos enfada y dejar salir la emoción es una necesidad física, al igual que lo es comer o dormir.

Pero observemos nuestra reacción siendo conscientes de que es una reacción de la mente, y siendo conscientes de que podemos decidir cambiar ese programa en nuestro beneficio.

La mente nos sirve para expresar nuestras decisiones en nuestra realidad. El yo o alma se expresa en forma de decisiones, no en forma de pensamientos. A cada instante eliges si vas a estudiar o a descansar, si vas a moverte o a quedarte quieto, si respondes a esa persona o si vas a callar, si hablas con un tono o con otro tono diferente… así es como a cada momento creas tu vida y tus patrones mentales.

Encontrar el equilibrio entre alma y mente que nos ofrece nacer en este mundo significa utilizar nuestra mente pero no ser reactivo sino creador. Ese es el equilibrio real, el equilibrio entre lo interno y lo externo.

Tus pensamientos son sólo lo que te han enseñado y lo que permites que se instale en tu mente. Tus pensamientos no son verdad, no te los creas por más que vengan de tu propia mente. Sólo pregúntate, ¿te ayudan a conseguir lo que quieres? ¿o decides cambiarlos?

Daniel Bruno