El 18 de febrero ha sido el Día Internacional del Síndrome de Asperger. La fecha coincide con el aniversario del nacimiento de Hans Asperger, psiquiatra austriaco que describió este síndrome.
El síndrome de Asperger forma parte de los trastornos del espectro autista. Se trata de un trastorno del neurodesarrollo, que está caracterizado por un déficit en tres áreas nucleares: interacción social; lenguaje y comunicación e inflexibilidad cognitiva, por lo que ir al colegio o buscar trabajo puede convertirse en una experiencia muy dolorosa.
“Se trata de un colectivo que está entre medias de la discapacidad y de la situación ordinaria, y con apoyos puede conseguir llevar una vida independiente, pero sin apoyos la posibilidad de encontrar un trabajo o tener éxito en la etapa educativa se limita muchísimo”, asegura Paloma Martínez Ruiz, presidenta de la Federación Asperger España quien además es madre de un hijo asperger de 18 años, y de otra niña de 14 años con “rasgos”.
La federación que preside reivindica en primer lugar una detección temprana de los casos en la Sanidad Pública, con profesionales de referencia a nivel médico con la preparación suficiente y con un protocolo de actuación para los casos de Asperger, porque la detección temprana es fundamental para poder actuar cuanto antes. Y estar preparados para la etapa de la adolescencia, que para los síndrome de Asperger es “muy dura” porque hasta entonces no han sido muy conscientes de su diferencia.
La doctora Mara Parellada del Servicio de Psiquiatría del Niño y del Adolescente del Hospital Gregorio Marañón y coordinadora de su Unidad de Atención Médica Integral a personas con Trastorno del Espectro Autista , afirma: “el trastorno de Asperger, como todos los Trastornos del Espectro Autista, tiene un “componente genético importante”. Las dificultades que presentan, añade, son fundamentalmente dificultades en las relaciones interpersonales debidas a no saber entender bien las claves sociales de las relaciones.
Son personas con dificultades para entender los aspectos de la comunicación distintos del lenguaje: intenciones, gestos, posturas, insinuaciones. Tienen una comprensión literal del lenguaje, una expresividad verbal peculiar, con dificultades para adecuar el lenguaje al contexto y a la intención comunicativa”.
Además, estas personas suelen tener intereses circunscritos y absorbentes, a los que se pueden dedicar con mucho interés. Todas estas dificultades se presentan en el contexto de una inteligencia general normal.
Según Parellada, es frecuente que las personas con este síndrome, especialmente en el periodo de la transición a la vida adulta, pero no solo, presenten síntomas de ansiedad y depresión, relacionados con las dificultades para la adaptación a la vida social y la conciencia de sus limitaciones para la vida.
Desde “La Terapia del Arte” queremos rendir homenaje a la gran labor que está realizando en Madrid el Programa AMI-TEA del Hospital Gregorio Marañón, y a las personas que lo componen. AMI-TEA son las siglas de Atención Médica Integral – Trastornos del Espectro Autista. Sus componentes son Mara Parellada (coordinadora médica), José Romo (coordinador asistencial), Leticia Boada (Psicóloga), Carmen Moreno, Cloe Llorente, y Maria Luisa Dorado (Psiquiatras).