Editorial

Con este número de “La Terapia del Arte” se acaba el año, llega la Navidad y empieza un año nuevo. Es un buen momento para pensar, repasar y proyectar.

Los griegos tenían dos formas de comprender el tiempo, que fueron asumidas por el pensamiento cristiano. Uno era Cronos: el tiempo cósmico, el tiempo del calendario. El otro era Kairós, el tiempo de las personas. El primero, puede ser medido por los relojes; el segundo, únicamente por el corazón, es el tiempo de Gracia. Es donde sucede lo que da realmente sentido a nuestra existencia, es el tiempo de Salvación.

Nuestra vida diaria se realiza entre estas dos coordenadas. Por un lado vivimos con el reloj, o mejor dicho a contra reloj. Corremos tras las horas y los días. Vuelan las semanas. Vivimos como intérpretes de un espectáculo que termina siendo ajeno a la propia vida.

Pero hay momentos en los que nuestra vida cobra un sentido total, durante el enamoramiento, o el aprendizaje, o el descubrimiento, o la meditación… instantes que nos hacen vivir con plenitud, con auténtica felicidad, que nos colman y nos hacen más humanos. Momentos que se escapan del reloj y nos convierten en soñadores de eternidad.

La Navidad implica tomar conciencia del tiempo vivido. Hacer un balance. Y tratar de reequilibrar los tiempos por venir.