Entrevista a Carlos Yáñez

Carlos Yáñez es arquitecto técnico, pero ha dejado atrás una larga carrera profesional dedicada a la arquitectura por su verdadera pasión: los libros. Hoy es el director de la Editorial Meridiano, una aventura que se ha materializado en este año 2016, periodo en el que Meridiano ha publicado sus cinco primeros libros, libros de temáticas de gran impacto social como los trastornos alimentarios, la sobredotación, los mayores y la memoria, las nuevas tecnologías e incluso la seguridad vial.

¿Qué criterio tienes al editar un libro: tu instinto; los problemas sociales de actualidad; el tirón del escritor…?

Aunque suene raro, nosotros hacemos los libros «al revés». No trabajamos a partir de manuscritos que recibamos (aunque no rechazamos esta posibilidad), sino que concebimos los libros desde la editorial. En primer lugar, elegimos el tema a tratar. Este es el punto de partida. El segundo eslabón de la cadena —pero el más importante, en realidad— es el escritor. Una vez que tenemos el tema, buscamos a la persona que consideramos más adecuada para desarrollarlo. El criterio fundamental es su competencia en el tema. Si es un personaje mediático, pues estupendo, pero esto no es excluyente en absoluto.

¿A qué lector buscas?

cubierta-ana-y-mia-redesNuestros lectores son personas interesadas por cada libro en concreto. Siempre nos dirigimos a segmentos determinados en los que exista por lo menos un germen de curiosidad. Pero esos segmentos pueden no interesar. Por ejemplo, es difícil que un libro sobre enfermedades raras pueda interesar, salvo que coincidan las circunstancias, al mismo público que otro sobre los sin techo, por ejemplo.

¿La salud es tema preferente en tu editorial?

No lo hemos pretendido muy conscientemente, pero sí. De hecho, siempre decimos que queremos hacer una colección con «enseñanzas para vivir». Y en esa idea, es obvio que tanto la salud física como mental juegan un papel prioritario.

Tuviste que aprender de cero de un sector radicalmente distinto a tu trabajo anterior, y en poco tiempo has editado estos libros, ¿cómo lo has conseguido?

Bueno, creo que el «secreto» es una mezcla de cabezonería y trabajo. No soy muy original, pero es que es así.

Cada vez surgen más editoriales independientes ¿crees que el público empieza a demandar títulos diferentes?

Nuestra intención, como la de la mayoría de las pequeñas editoriales, es prestar un servicio y brindarle al lector contenidos atractivos y útiles. A día de hoy resulta obvio que a menudo somos más capaces de hacerlo que las macroeditoriales, que con frecuencia generan productos de ínfima calidad. La dificultad es llegar al lector, porque es muy complicado hacerse visible en un panorama dominado por los grandes sellos.

¿Crees que la lectura necesita protección oficial?

Madre mía, qué pregunta. Creo que por un lado es necesario facilitar el acceso a la lectura y, por otro, interesar a los más jóvenes en ella. Pero no soy demasiado optimista a este respecto: en un mundo en el que los padres no leen, ¿por qué habrían de hacerlo los hijos?

¿Crees que la edición digital puede convivir bien con la edición en papel?

cubierta-hay-alguien-ahiEvidentemente. Yo soy partidario de la lectura en papel porque adoro los libros y además estoy firmemente convencido de que la comprensión es mayor que sobre un soporte digital, pero no puedo estar en contra de los libros electrónicos. Eso sí, reconozco que me cuesta trabajo imaginar que mi biblioteca estuviera alojada en un lector electrónico, porque para mí las características físicas de cada libro son esenciales. Soy de los que recuerdan que «en tal libro, que era una edición de bolsillo de la Odisea con las pastas amarillas, hice una anotación con boli verde en la parte de arriba de una página…». Pero reconozco que de esta forma voy camino de que me consideren un friki.

Por último, dado que nuestra revista se llama “La terapia del arte”, ¿Crees que leer un buen libro puede ser una terapia?

Un libro siempre es una terapia. De hecho, no creo que pueda existir mejor terapia. Con la ventaja de que uno puede elegir al mejor «terapeuta» del mundo si sabe hacerlo, claro. Más Platón y menos Prozac decía alguien, ¿no?

Jimena Sáenz