“En el principio fue la Palabra”. Si, la palabra desde el principio de los tiempos, ha servido como medio de comprensión y como fórmula de comunicación. La palabra es pensamiento verbalizado. Es el motor de acción en toda narrativa. Por eso en este número de “La Terapia del Arte” que el lector tiene frente a su pantalla, ofrecemos tres entrevistas que tratan de la escritura.
No es casualidad, es la búsqueda del ejemplo en la terapia narrativa. Un padre, una madre y un editor.
El padre es Francisco Rodriguez Criado, escritor de vocación y profesión, que ha publicado en Ediciones Tolstoievski, Diario Down: “Cuando Saul Bellow ganó el Premio Nobel, en 1976, le preguntaron cómo se sentía al recibir tan apreciado galardón. El gran escritor canadiense respondió: “No lo sé, aún no he escrito sobre ello”. Cuánta razón tenía al sugerir que la escritura nos ayuda a aclarar nuestras emociones y a poner en orden nuestros deseos”.
Marcela Ruggieri, la madre que ha escrito “Julieta…Tu vida, mi historia” no se define como escritora, es música, pero ha escrito “porque rearmar su vida, me ha sanado el alma”. Y
Carlos Yañez, director de la Editorial Meridiano afirma en su entrevista: “Un libro siempre es una terapia. De hecho, no creo que pueda existir mejor terapia. Con la ventaja de que uno puede elegir al mejor «terapeuta» del mundo si sabe hacerlo, claro”.
Nos cabe el privilegio de elegir al mejor terapeuta de la palabra (y en la sección de “Recomendaciones” damos algunas ideas) o de ejercer la terapia narrativa sanado el alma, lo único que no cabe hacer nunca, es utilizar la palabra como piedra, como insulto o como lanza.
Nunca, aunque esté de moda.