La mayoría silenciosa

Martina De la Varga Rodríguez

Un golpe de suerte redirigió mi trabajo de final de trimestre en un proyecto relacionado con el acoso escolar. Sentí una gran conmoción e inquietud ante dicha realidad. No dudé un instante en sumergirme en el estudio del Bullying o acoso escolar. Empecé por buscar información en Internet, visualicé distintos vídeos, reportajes y documentales tomando nota de aquello que más me asombraba. En todos ellos percibí que faltaba hablar de un tercer actor, más allá del acosador y el acosado, la mayoría silenciosa.

Pienso que tanto al acosador como al acosado son estereotipados insustancialmente y que esto, en el peor de los casos, alimenta los prejuicios y complejos de los colectivos más vulnerables. Me pregunté entonces cómo podría enfocar un vídeo en denuncia a esta cruel tendencia social dirigido de una manera diferente. Mis compañeras y yo decidimos orientar nuestro proyecto hacia este colectivo. Pero, ¿quién es la mayoría silenciosa?

La mayoría silenciosa somos todos”

Una rotunda afirmación que duele, pues a nadie le gusta ser considerado cómplice del Bullying. La injusticia pocos la tiene de agrado, pero obviar el hecho de que somos testigos de inmoralidades continuamente, no es más que esconder una realidad certera.

Esta postura no busca el enfrentamiento, ni mucho menos actuar violentamente. Sino que tiene el único propósito de que no exista complicidad con el acosador. Que su poder intimidante no sea percibido como una aptitud, sino como una debilidad. Que no se de lugar a la admiración de aquel que cree tener más poder o fortaleza alimentándose de la autoestima de otros mediante actos crueles e injustificados. Es así como la insensibilidad que se le atribuye al acosador, al mismo tiempo que la debilidad y flaqueza del acosado se fusionarán en las características de aquel grupo de personas que ríen ante el abuso. Aquellos que consideran el “era una broma, no era mi intención, no seas exagerado…” un comodín ante estas acciones imposibles de dotar de razón y que tanto hieren. El maltrato no se debe normalizar y de nosotros depende.