El músico y asesor pedagógico Fernando Leria
Un viaje musicosocial por América Latina
Contrabajista profesional y educador musical. Fernando Leria es consciente del poder de transformación que tiene la música y movido por su fe en ella como herramienta de cambio social, ha recorrido América Latina conociendo diferentes programas musicosociales. Te invitamos a un viaje por Costa Rica, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, y por los proyectos creativos que sus gentes ofrecen.
¿Cómo ha sido tu camino musical?
Toco el contrabajo desde que tengo 11 años. Al ver que tenía aptitudes musicales, me enviaron a estudiar al Conservatorio de Música. Quince años después mi padre comenzó a decirme que si hubiera sabido lo que es un conservatorio, nunca me habría llevado allí para aprender música. A él, como artista que es, le preocupaba que no me estuviera desarrollando como músico versátil, que no adquiriera las herramientas necesarias `para poder vivir de la música en su diversidad. Desde el respeto a la educación musical, no veía que en un conservatorio pudiera conseguir tales características. Previo al Conservatorio Superior, estudié Magisterio Musical, porque siempre me ha interesado la enseñanza de la música. Trabajé en orquestas y otros proyectos musicales, pero ya notaba que quería desarrollar mis conocimientos musicales con un sentido más social. Gracias a una beca del Ministerio de Educación y Cultura de España, pude colaborar en un proyecto musicosocial para infancia y juventud en Costa Rica. Trabajando durante meses en una diminuta población pesquera pasé de la práctica profesional del Contrabajo a la enseñanza de la música y sobre todo a conocer su poder transformador, a ver cómo la Infancia y Adolescencia podían optar a nuevas opciones vitales a partir del aprendizaje de la Música.
Mi consumo intelectual y cultural que traía de Europa cambió en un sitio tan pequeño donde los problemas sociales son otros. Empecé a encontrar otras cosas: hábitos alimenticios, culturales, conductas sociales…con tiempo y energía es necesario adaptarte y reordenar tus anteriores aprendizajes, para poder aprender de este lugar nuevo. Otra manera de trabajar y de vivir, otras satisfacciones. Ni mejores ni peores, pero sí diferentes y estimulantes. Poco a poco fui acercándome a los alumnos, las familias, la comunidad…y vi que disfrutaba mucho esa vía profesional. Estoy convencido de que muchos músicos profesionales estarían dispuestos a hacer este sacrificio si tuvieran una experiencia similar, de lo contrario nunca se lo plantearían.
¿Qué ofrece Latinoamérica al músico, que no ofrece Europa?
Claro, uno podría preguntarse por qué un músico de perfil académico, del que se espera la búsqueda de un trabajo estable, decide lanzarse a la incertidumbre del día a día y a ver qué puede ocurrir. En Latinoamérica había conseguido ahorrar y quería seguir aprendiendo cosas que en Europa no pudiera aprender. Gracias a que en Latinoamérica hay una mayor flexibilidad burocrática, las personas tienen más libertad para inventar y crear y no tienen miedo de hacerlo. Como colaborador encontré muchas más opciones de colaboración y aprendizaje. Sé cómo soy, y sé cómo pensamos en España y en Europa. Pero a mí me apetecía sentirme como yo soy pero sin los condicionamientos de mi sociedad de origen, en otra zona del mundo donde se vive diferente, y no siendo turista.
Háblanos de los proyectos musicosociales que encontraste en tu recorrido
En Costa Rica me incorporé, a través del Sistema Nacional de Educación Musical – SiNEM. Pero trabajando para ellos conocí el proyecto Ocean Symphony que tenía tres pilares: Educación en valores para niños y adolescentes a través de la Música, educación para la ciudadanía por el respeto a la Naturaleza y Trabajo Social comunitario (a través de un proyecto arquitectónico innovador que consistía en la producción de tejas a partir de botellas de plástico). Acabé completamente comprometido con ellos. Fueron como mi familia.
El proyecto Ocean Symphony (Pochote, departamento de Puntarenas, Costa Rica)
¿Qué encontraste en Colombia?
Después de Costa Rica, llegué a Quibdó (Colombia), una zona con problemas de conflicto armado y otros problemas colaterales. Me instalé ahí para trabajar en un proyecto educativo de música social de ámbito nacional, la Fundación Batuta. Una etapa diferente dentro del mismo perfil de trabajo. Fue cuando empecé a sentir lo abrumadoramente diversa y plural que puede llegar a ser America Latina. Sin darme cuenta cada vez comprendía más el continente y me sentía “latinoamericanizado”.
¿Qué descubriste en Ecuador?
Desde Quibdó fui a Ecuador. Comencé en Quito, en el Centro Social Autogestionado Nina Shunku, que debido a su buen hacer en los proyectos de teatro, música, cine, fotografía, etc. tenían un espacio en el centro de la ciudad autorizado por el Ayuntamiento. Estaban muy implicados en la transmisión de la cultura andina, y ahí adquirí mucho conocimiento sobre esta temática. Ahí ejercí como asesor pedagógico en los talleres musicales.

Después fui al barrio de El Guasmo en Guayaquil, al proyecto Mi Cometa ( posiblemente el barrio más conflictivo de todo el país). Un proyecto muy interesante, donde cómo un grupo de personas externas al barrio, consiguen empoderar a los jóvenes a través de la creación de cometas. Poco a poco tejiendo una buena relación con la Comunidad y fue ésta quien empezó a gestionar su propia electricidad y canalización. Los niños que mejor respondieron al proyecto fueron poco a poco liderándolo: a sus familias se les construyeron casas y poco a poco los jóvenes fueron tomando las riendas del proyecto.
Clave del Sur fue una escuela de música clásica, jazz, rap, etc. surge del proyecto Mi Cometa. Era muy interesante porque en este barrio tan peligroso, un extranjero tiene un salvoconducto, ya que se entiende que estás vinculado con un proyecto que aporta mucho a la comunidad.
10 años de Clave de Sur (Guayaquil, Ecuador)
¿Qué conociste en Perú?
Tomé rumbo a Perú…ahí colaboré con la Asociación Cultural Arpegio en Trujillo, como profesor de contrabajo, lenguaje musical, música y movimiento, agrupaciones musicales…Esta escuela tenía muchos núcleos y una escuela de pago para personas acomodadas (utilizado como medio de financiación de los demás núcleos). Los mejores alumnos de los otros núcleos recibían becas para estudiar en la escuela de pago, y muchos de ellos incluso recibían becas para ir a Alemania a continuar sus estudios. Los maestros de este proyecto eran músicos profesionales y estudiantes extranjeros voluntarios, enviados y contactados desde asociaciones de envío de voluntarios músicos en Alemania, EE.UU. … algo que buscamos desde la Plataforma ReDoMi, convertirnos en la primera plataforma española de envío de voluntarios musicales a proyectos musicosociales en Latinoamérica. (¿Esto quieres dejarlo así?)
Fue un proceso de aprendizaje enorme: Latinoamérica es muy plural y sin embargo el consumo cultural es muy local. No olvidemos que Latinoamérica también es Afro, y existe un racismo que va de la mano del clasismo. Es muy importante esto, porque la música ayuda a derribar estas barreras: disfrutar la música afro en Perú tiene una connotación muy intensa en la población andina, y viceversa. El valorar estas músicas locales, de algún modo te obliga a enfrentarte a prejuicios que creías que no tenías. Es curioso que para estudiar flamenco, muchos músicos españoles se van a Holanda. Para mí un gran ejemplo es Chabuca Granda, una de las cantantes latinoamericanas más influyentes, que cantó música afroperuana desde muy pequeña, habiendo nacido en los Andes y criada en la aristocracia de Lima.
“El surco”, Chabuca Granda
¿Qué investigaste en Bolivia?
Después viajé a Bolivia, donde aprendí un poco más a tocar el Charango, un instrumento andino. Allí estuve mucho menos que en el resto de países, por lo que no pude indagar mucho. Conocí un proyecto educativo en zona rural, a pocas horas de Santa Cruz de la Sierra. “Comunidad Educativa Flor de Montaña”, maravilloso, prácticamente perdido en un monte boscoso. Colaboré con ellos una semana haciendo tareas de reconstrucción y dando alguna clase.
Yo quería viajar para experimentar en muchos proyectos educativos y musicales donde se utiliza el Arte como método de trabajo. Trabajé en proyectos de arte urbano, reconstrucción de una escuela con energías renovables…denominador común: cooperación, voluntariado, trabajo en equipo…y la facilidad de poder colaborar con todos esos proyectos. La idea era adquirir experiencias donde lo profesional y lo vital fueran lo mismo.
Después de un viaje como este ¿Cómo aplicas este conocimiento en tu vida profesional?
Actualmente creo que en Europa tenemos mucho que aprender del sentimiento de cooperación de otros lugares, como por ejemplo Latinoamérica. Si puedes aplicar tus conocimientos profesionales a la mejora de la sociedad en la que vives no es necesario que tu profesión esté catalogada como “social” o algo por el estilo. Depende de tu enfoque, de cómo quieras interpretar tu profesión.
Estoy embarcado, junto a compañeras y compañeros, en una aventura llamada “DaLaNota, Programa Musicosocial”. Se trata de un proyecto social de integración en Madrid a través de la música y en el que queremos demostrar que la música es una disciplina poderosa para ser usada como herramienta de cambio social. El equipo y las personas implicadas en su elaboración lo forman profesionales de diversas índoles artísticas, profesionales de la educación, trabajo social, psicología, audiovisuales, informática…
Diferentes campos profesionales buscando los mismos horizontes. Como ves, lo importante es el enfoque…
El viaje musicosocial por Latinoamérica de Fernando Leria:
