La papiroflexia u origami, -en japonés-, es el arte del plegado del papel
Con el plegado se consiguen diferentes figuras reconocibles: animales, flores o figuras geométricas entre otras.
Es un arte muy desarrollado tanto en Japón, como en España y otros muchos países. En Japón es asignatura obligatoria en la escuela y todos los niños memorizan muchas figuras porque con ello trabajan la memoria, la paciencia, el orden y, por supuesto, la perseverancia. La figura de la grulla ha dado la vuelta al mundo. Curiosamente, los japoneses, habiendo descubierto la base para crearla, no fueron los creadores de la pajarita que mueve las alas, que parte de la misma base, y que parece ser nace en Occidente.
Crear figuras nuevas es un reto para muchos, pero poner en práctica plegados conocidos está al alcance de todos, niños o adultos. Tan solo hacen falta papel y ganas.
Los puristas en el arte del plegado eluden el uso del pegamento, pero con él se consiguen piezas más complicadas y bellas y por ello, entiendo, que pegar piezas de papel dobladas es otra parte complementaria de la papiroflexia.
La forma de partida del papel tiene su origen y máximo esplendor en el cuadrado, con su simetría y sencillez; de él nacen la gran mayoría de las piezas, pero también se pueden hacer con rectángulos, triángulos, círculos y otras formas geométricas.
Miguel de Unamuno, en los años 30, respalda e introduce con fuerza en España la papiroflexia y entre otras figuras, crea un pájaro sencillo y original, el avechucho.
Ventajas
Con el plegado del papel se trabaja la creatividad, la imaginación, la belleza, la pulcritud, el orden, la disciplina, por supuesto, la paciencia y, además ¡es barato!
Crear figuras artísticas. Partiendo de figuras hechas, uno puede llegar a hacerlas siguiendo explicaciones de libros y manuales, donde hay numerosos patrones.
Estimular la imaginación. Con el plegado se descubren interpretaciones de muchas figuras, pero cada cual puede retocarlas haciéndolas suyas. La composición de diversas figuras crea cuadros, esculturas, móviles y adornos diversos con la ayuda de distintos papeles.
Fomentar la paciencia y la perseverancia. Plegar conlleva invertir un tiempo y un ritmo; no siempre se consiguen todas las piezas en el primer intento, y no todas consiguen su máxima brillantez, con lo cual se debe apoyar la importancia de no abandonar el esfuerzo.
Cultivar el trabajo en equipo. Aprender a hacer pajaritas siempre es más divertido y útil si se hace en compañía de quienes ya saben. Compartir experiencias e intercambiar formas y posibilidades fomenta un trabajo que mejora al hacerse entre varios.
Ejercitar manos y dedos. El plegado del papel requiere movimientos suaves, nada brusco o que exija fuerza, y esos suaves movimientos sirven de ayuda para mantener las manos ágiles y útiles.
El papel es la base del plegado, pero si se acompaña de lápiz, goma de borrar, pegamento, escuadra, cartabón y compás se amplían las posibilidades. Para iniciarse en esta disciplina, se puede partir del papel que todos tenemos en casa porque cualquier grosor de papel se puede plegar, aunque para ciertos tipos de plegado se precisen ciertas calidades de papel. Yo animo a que se busquen papeles especiales de origami porque tienen bonitos estampados y su tacto y calidades son atractivos, pero también se puede trabajar con papel reutilizable, papel de envolver regalos, etc
La bibliografía sobre cómo hacer diferentes figuras de papel es extensa y se puede encontrar en cualquier librería; con esos libros, siguiendo atentamente sus patrones cada uno podrá hacer distintas figuras y cuando coja práctica, intentar hacer sus propios plegados como un canto a la imaginación sin fin.
María Ruiz Sastre