Carlos Muñóz

Más del 60% del Patrimonio Europeo se ha perdido por las guerras

Carlos Muñoz es un sanador de vidrieras. Lleva 7 décadas restaurando vidrieras que tienen un milenio de vida. A sus 81 años se sube a los andamios en las catedrales. También hace nuevas por encargos que le llegan a su taller en Segovia desde todos los rincones de España, Europa e Hispanoamérica. Sus dos hijos le acompañan en este maravilloso oficio.

¿En qué proyectos estáis ahora en el Taller?

Carlos Muñoz: “Estoy haciendo las nuevas vidrieras para la Catedral de Segovia y mis hijos están restaurando las antiguas dentro del Plan Director, todo es muy historicista. Estoy haciendo un sacrificio por el proceso de investigación que me lleva. Son casi ciento y pico de vidrieras. La última que he hecho, el Juicio Final (de 6 m de altura), me ha llevado año y medio.

La Catedral de Segovia tiene un compendio de vidrieras que pertenecen a tres épocas: las más antiguas son del s. XVI, son magníficas, pero han envejecido con el paso del tiempo. En 6 de ellas, la iconografía ha desaparecido totalmente, esos vidrios se rescatan, se aprovechan fragmentos de vidrios antiguos que queremos llevar a un Museo. Y a partir de ahí, llevo hechas 6 vidrieras nuevas de concepción y de materia.”

¿En qué fuentes te has inspirado para hacer las nuevas vidrieras?

Carlos Muñoz: “Se conserva la documentación de las vidrieras antiguas por su recorrido iconológico, y las que hay que hacer nuevas hay que mantener el guión iconológico pero la concepción tiene que ser contemporánea. No existía nada del Juicio Final, porque es la vidriera más grande de la catedral, la pintó Sabatini en el s. XVIII para darle luz al Trascoro de San Frutos, era una vidriera incolora. Hay un programa iconológico coetáneo de la catedral que cuenta cómo deben ser los asuntos que tiene la catedral: es la vida de Cristo de manera secuencial. La coherencia tiene que estar de acuerdo con ese programa iconológico, es el hilo argumental.”

El hueco y el asunto iconológico ¿cómo marcan la realización de la vidriera?

Carlos Muñoz: “El hueco es lo que manda a la hora de hacer una vidriera, es como el fotograma de una película. He hecho un tríptico cuyo cuerpo central es más grande que los laterales. El cuerpo central está dedicado al Nuevo Testamento, a la vida pública y divina de Cristo, y los laterales al Antiguo Testamento siendo coherentes teológicamente. Son 3 vidrieras: Jesús con la cruz a cuesta, una el pasaje de Isaac y Abraham, y otro pasaje con la vida de Judith. Otra vidriera es el Prendimiento, y acabo de terminar la Coronación de Espinas.”

¿Cuál es el estado de las obras a día de hoy?

Carlos Muñoz: “Nos faltan 3 por ejecutar de las nuevas. Pero por restaurar son 70 vidrieras, hemos restaurado ya las de las dos naves laterales, faltan las tres por hacer y la central que está completa. Estamos trabajando en el crucero y en el ábside porque en el presbiterio son vidrieras de principios de siglo y están en muy buen estado y no hay que tocarlas.”

Por tu trayectoria, conoces la iglesia desde el franquismo hasta hoy. ¿Con qué dificultades administrativas te has encontrado?

Carlos Muñoz: “La restauración desde la Carta de Roma -a principios del s. XX- ha ido evolucionando no solo a nivel de doctrina y conceptos, sino también los nuevos procedimientos de los materiales han tenido una incidencia en la forma de restaurar. Eso a veces tiene que ver con la Política porque ésta es administrativa. Pero la Restauración en Europa tiene que ver con el Patrimonio. Se pueden dividir Europa en dos escuelas: la Anglosajona y la Mediterránea. Pertenezco a la Escuela Mediterránea que es más arqueologística y científica, es más respetuosa con la materia original. Sin embargo, la Anglosajona si se estropea un capitel, se saca, y se vuelve a poner nuevo. Una Arqueología estricta es mala, pero eso desde el punto de vista de la renovación también es mala, tiene que haber un equilibrio de los valores.”

¿Cómo conviven ambas escuelas hoy?

Carlos Muñoz: “La Mediterránea es muy autóctona, nace en Italia en el s. XIX, los pioneros son en tiempos de Carlos III -en Pompeya y Herculano las primeras excavaciones las promueve Carlos III-. Hay dos conceptos muy importantes: conservación y restauración. Lo que prima es la conservación y que no envejezcan las cosas. A veces hay que hacer una intervención por la lectura del encaje y del discurso. Se está volviendo a restaurar la materia, pero no se restaura la idea. La obra de arte tiene un contenido a pesar de que el soporte material está hecho para ese contenido, y cuando se deteriora ese soporte el contenido se deteriora también. Es necesario tener una sólida formación en Historia del Arte y en Iconología.

La formación de los artistas en este campo hoy.

Carlos Muñoz: “Ahora la gente no sabe de Liturgia. ¿Este Santo a qué obedece, qué cuenta, a qué época pertenece? La Historia de la Religión recorre paralela la Mitología. Se sabe mucho de Mitología, pero no se sabe de Iconología. En mi época de estudiante teníamos una asignatura de Liturgia e Historia Cristiana y otra paralela Elementos arquitectónicas que nos introducían en la Historia del Arte con una potencia y con una base de conocimientos que no han tenido mis hijos después que han cursado Bellas Artes. Yo estudie Derecho Canónico y éste te dice cómo se relaciona con la iconología: formas de imagen a las que se puede rezar y a la que no se le puede rezar. No se puede rezar a un tapiz ni a una cerámica ni a un mosaico, ni a una vidriera.

Los academicistas desde una posición laica plantean las categorías del Arte, desde el 1º al 7º-más sencillo-. Esto tiene una escala de valores en cuanto a la materia, y cuanta más materia hay en la elaboración del arte menos arte es. Esto lo dijeron los escolásticos. Lo que menos materia tiene es la poesía: cuartilla y lápiz. El cine y la arquitectura en cambio son una industria.”

Sus inicios.

Carlos Muñoz: “Empecé en Artes y Oficios a dibujar con 11 ó 12 años. A los 15 ó 16 años entré a trabajar de proyectista en la Casa Mobillan -francesa- que era la más importante de Europa. De la Casa Matriz de Madrid salieron las mejores vidrieras de España y de Hispanoamérica a lo largo del s. XX. Allí estaban los mejores vidrieros, pintores, dibujantes. Muchos eran republicanos y se quedaron. Me dieron esa formación. Y además estudiaba e iba a dibujar al Círculo de Bellas Artes, iba al Ateneo, y me preparé para ingresar en la Escuela Superior de San Fernando. Alterné durante años el estudio durante el día y trabajaba por la noche”.

Su despegue profesional.

Carlos Muñoz: “Gané un Premio Internacional en Maracaibo que tuvo una repercusión muy importante, al principio no me di cuenta. Luego entré en el Patronato del Alcázar para restaurar en 1959. En Maracaibo hice 6 vidrieras enormes de una iglesia con una plegada bellísima de hormigón. La hizo un arquitecto discípulo de Félix Candelas. Al no tener horno, empecé a hacer ensayos en el horno del Alcázar y luego alquilé un horno en Fuenterrabía a amigos míos. Allí las hice. Y al mismo tiempo hacía las vidrieras del burón que se llevaban mucho, la de la fachada para la iglesia del Padre Damián junto al Santiago Bernabéu en 1961.”

El futuro, sus hijos.

Carlos Muñoz: “Empezaron con 5 ó 6 años a modo de taller escuela en el de casa. Esto lo restableció Peridis: aprender conforme se actúa sobre la realidad. Los talleres antiguos hacían el aprendizaje mientras trabajaban en la realidad. La docencia universitaria hoy adolece en muchos casos de no tener contacto con la realidad.”

¿Cuál es el nivel de concienciación española y europea en la conservación y restauración del patrimonio vidriero?

Carlos Muñoz: “Hay una importante concienciación porque Europa ha padecido dos guerras mundiales, y las vidrieras sufrieron mucho porque están indefensas. Tienen 2,5 milímetros, que determina una frontera entre el interior y exterior del espacio. En una iglesia eso es inverosímil. Más del 60% del Patrimonio Europeo se ha perdido por esas causas. Desde la Segunda Guerra Mundial hay un movimiento europeo clave: la Fundación Corpus Vitrearum Dedii Aevi, pertenezco a ella desde 1960. Velamos por la vidriera medieval y renacentista de toda Europa. Nos comprometemos casi espiritualmente a cumplir esas normas, y a difundir ese legado.”

Carlos Muñoz junto a sus hijos Alfonso y Pablo en el taller.

¿Qué acciones de divulgación lleváis a cabo?

Carlos Muñoz: “Los inventarios, registrando donde están las vidrieras, su estado, la catalogación. Y eso se publica y divulga. Ahora hay una conciencia de la vidriera como no ha habido nunca. Ahora cuando restauro una vidriera antes de subirla a su sitio, la expongo abajo en una capilla con los dibujos preparatorios, y la gente se queda fascinada porque una vez se integra allí arriba se pierde.”

¿Qué podemos hacer los medios para ayudar a esa conciencia ciudadana?

Carlos Muñoz: Tu labor contribuye a la divulgación y al conocimiento de un arte casi desconocido.”

¿Cómo le transmitimos a las nuevas generaciones la importancia de mantener este Patrimonio?

Carlos Muñoz: “A través de las escuelas, cofundé con Eric Clavería y otras personas el Museo Nacional del Vidrio de La Granja. Estuve como residente y experto durante 19 años. Intentamos montar una escuela. Pero al tener una dependencia política, el proyecto se ha ido deteriorando. Al principio era una escuela de formación de formadores, y que esos formadores se prodigaran por diferentes escuelas. Ahora sólo hay escuelas pequeñas, una en León, y desde el respeto y la cautela creo que hay una idea de la escuela del vidrio que tiene que ver con las manualidades y el bricolaje, y eso no es. El vidrio es un soporte tan importante como un lienzo. Hay que conocer Geometría, Anatomía, de Historia del Arte, … Están bien esas escuelas para aprender a hacer vidrieras modestas.”

¿Qué problemas os habéis encontrado en la gestión del Museo Nacional del Vidrio de La Granja?

Carlos Muñoz: “Es arquitectura industrial. Es una fábrica de video que solo puede ser aprovechado para un contenido concreto, es como un traje a medida. Cuando rescinde el contrato de arriendo la empresa que estaba, se queda La Granja vacía, aparece el alcalde Clavería, médico neurólogo, y me llama: ¿Podemos hacer algo con esto y restaurar el edificio? Establecemos un programa: el Museo donde exponer los vidrios rescatados, un Centro de Investigación para ayudar a las pymes, y una Escuela que con un museo y la investigación funcionara. Pero los políticos no van al bien común, tienen un poder durante 4 años, y todo lo que se prolongue no les interesa. En el Congreso de Portugal hablaré de esto. También hay una falta de conciencia política en el resto de Europa.”

El Modernismo y las vidrieras.

Carlos Muñoz: “Entre el Barroco y el Neoclásico, la vidriera desaparece. Ahí juega un papel muy interesante un movimiento encabezado por los Prerafealistas y Willian Morris; Morris fue cofundador con Marx del Manifiesto Comunista. Piensa y cree que la mano tiene que ver con el desarrollo del cerebro humano. En La mano que piensa (libro fantástico) Morris potencia todos los oficios. Sin Morris no hubiese sido posible el Modernismo. Gaudí no hubiera sido posible sin esos oficios. Y tras la Segunda Guerra Mundial, empieza el Racionalismo que limpia todo lo ornamental, y se clarifican muchas cosas: muchos judíos expulsados se van a USA; o el futurismo de Marinetti y la Bauhaus en Europa. La Bauhaus enlaza los oficios defendidos por W. Morris con la arquitectura industrial, y así llegamos a hoy. A veces se confunde una obra de arte con un diseño industrial. Yo siempre digo que la mejor instalación es un escaparate comercial, ahí está todo. Hay que calar el origen de las cosas para entender las cosas. Y la vidriera está en ese contexto.”

Discípulos de Morris en España.

“El éxito de Gaudí reside en aunar todos los oficios en un espacio. Ha habido discípulos de Morris que eran ebanistas, tapiceros, …, pero no tenían un compromiso de integrar en un espacio todos esos oficios. Hay arquitectos españoles modernistas, Julio Galán, pero no son tan deslumbrantes. En eso también influye la capacidad de los catalanes para vender.”