Enfrentar las dificultades con arte
En España y en el Mundo, para desgracia de quienes así lo viven y con quienes conviven a diario, siguen existiendo prejuicios y tabúes personales, intergeneracionales y sociales a recibir Psicoterapia en cualquiera de sus métodos y modalidades. El desconocimiento y los miedos de la persona concreta, del entorno y de la sociedad, a reconocer con respeto a uno mismo y al otro el estado propio, están haciendo mucho daño. Además hay gente que o bien solo está dispuesta a ser escuchada, y se olvida de la ayuda recibida por quien con generosidad se la brindó; o bien hay gente que solo está para la cerveza o los buenos momentos. Ambas actitudes, ambos comportamientos, muestran carencias de nuestro tiempo y problemas por resolver. Por eso me he acercado a escuchar a Javier Melguizo y a Alessia Fattorini.
Melguizo es artista multidisciplinar, pintor desde su infancia y fundador de las Escuelas Arteterapia Hephaisto con sedes en Barcelona y Madrid. Viene colaborando también con entidades públicas y privadas de España y de otros países desde principios de este siglo. Fattorini es profesora en el Máster de Musicoterapia Avanzada y Aplicaciones de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), iniciado en 2001, y ha sido Secretaria Académica del mismo. Con este reportaje intento lector contribuir a descubrirte algo para la vida que te sea sano, acercarte el estilo de estas dos voces que hemos traído a La terapia del arte, y algún conocimiento.
Entre las realidades que descubro y que quiero compartir en La terapia del arte, cuando mantengo una conversación con estudiantes de Psicología de diferentes universidades españolas, es que una de las personas que más ha aportado a la sanación de tragedias humanas, sociales y mundiales como fueron el Holocausto y la Segunda Guerra Mundial, el psiquiatra y psicoterapeuta, Víctor Frankl, no está siendo ni conocida su vida, ni asimilados ni practicados sus métodos terapéuticos por las nuevas generaciones. Eso habla también del estado general de las universidades españolas, de un Sistema Público de Educación, que salvo excepciones que merecen la pena, está caduco y necesita una profunda regeneración ética, moral, legal, científica y profesional. En palabras de Javier Melguizo “que no se considere a Víctor Frankl un referente en muchas universidades españolas es una prueba más de lo atrasada que está la psicología en el ámbito académico en España. En muchos casos se mueven en un paradigma de hace más de un siglo en cuanto a la comprensión global del ser humano. Esperemos que la visión humanista y las nuevas aportaciones de tantos campos del crecimiento humano puedan ser más valorados en las universidades, para derrumbar esa triste distinción entre lo oficial y lo alternativo, y la sensación de muchos estudiantes de que tienen que empezar a formarse de verdad una vez que acaban sus estudios reglados.”
Resultan sintomáticas las palabras de Melguizo, constatan una vez más una circunstancia que Ortega y Gasset descubrió y dio a conocer a la ciudadanía en el primer tercio del siglo XX: la separación entre la España oficial y la España real, asunto humano y de país al que Julián Marías dedicó buena parte de su vida. Esa ruptura que se ha ido de nuevo produciendo entre finales de los años ochenta desde lo interpersonal a lo familiar, pasando por lo institucional, y que ha quedado reflejada en el estallido humano, intergeneracional y social que se viene produciendo desde la primavera de 2011.
Las últimas palabras de Melguizo son reveladoras acerca de esa necesidad real de los universitarios de seguir formándose tras acabar sus planes académicos. Quien esto escribe las escuchó por vez primera vez durante el curso 1993-94 al Dr. Fernando Velasco durante el curso de Historia del Pensamiento Político y Social en 1º de Periodismo. El docente e investigador Velasco con profundidad y nobleza nos lanzaba a los jóvenes la pregunta: “Qué estamos haciendo en la Universidad si Ustedes cuando salgan de aquí tienen que hacer un Máster.”
Es obvio que tanto Melguizo como Velasco defienden la formación a lo largo de la vida y para la vida. Velasco dirige la Cátedra de Servicios de Inteligencia y Sistemas Democráticos de la Universidad Rey Juan Carlos. Ahora bien, ambos tienen claro que ni a cualquier precio ni con unos planes obsoletos y practicantes de la titulitis (lo importante es el Título Oficial y no lo qué sabes hacer, ni el cómo, ni en la repercusión de tus actos sobre el otro y la sociedad).
En este sentido, desde el Máster en Musicoterapia Avanzada y Aplicaciones de la UAM, su equipo directivo representado por la Dra. María Jesús del Olmo y Alicia Lorenzo ha ido evolucionando desde sus inicios en que impartían aquél en la Facultad de Formación y Educación del Profesorado, a desde el bienio 2005/2007 impartirlo en la Facultad de Medicina. ¿Qué ha supuesto ese cambio?
Para Fattorini, compañera de ellas, “es un importante cambio desde el punto de vista cualitativo, debido a la orientación terapéutica y de aplicación clínica e investigación de esta formación. Contamos con profesorado propio de la UAM y profesorado externo que vienen desde la medicina, enfermería, psicología, músicos y musicoterapeutas entre otros.”
Trabajar en equipo, aprender a hacerlo. ¡Qué importante! Hacerlo desde la interdisciplinariedad, abrirse las instituciones y las personas para que haya comunicación, para que se debata desde el respeto, y sean posibles los injertos que nos mejoren. Es hora de acabar con la endogamia, las mentes y almas cerradas, con las estructuras autoritarias y los reinos de taifas. En buena medida nos estamos jugando la convivencia cotidiana en paz, la sanación de las personas y de sus círculos más cercanos.
¿Qué es necesario hacer para que ello pueda ocurrir?Desde la experiencia de Javier Melguizo “el terapeuta no logra sanar al paciente (mala palabra también esta de paciente), su labor es generar un espacio de respeto, aceptación y consciencia donde pueda darse la sanación, que depende en última instancia de la intención y elección de aquel que acude en busca de ayuda a la consulta o grupo de trabajo terapéutico. Cuando alguien decide sanarse en el espacio simbólico del vínculo que es la terapia, y lo hace a través de medios artísticos, suceden acontecimientos profundos y de enorme sentido, que parecen en ocasiones mágicos, pero son en realidad fruto de las fuerzas profundas de sanación de todos los implicados, muchas de ellas inconscientes.”
En las sociedades de las apariencias y de la imagen de nuestro tiempo, hay mucho vacío que se intenta mal llenar con relaciones triviales, cosas materiales, posición profesional y social -suelen ir estas dos de la mano-, o estar ocupado a cualquier hora del día. Por ello Fattorini se congratula de que “cada día hay más presencia de musicoterapeutas en centros educativos, hospitales, centros residenciales y culturales”. Sin embargo, aún queda un largo camino por recorrer en España, como nos reconoce Alessia Fattorini “la musicoterapia aún no es una profesión reconocida y como tal todavía queda un camino por llevarse a cabo. Para trabajar en esa línea estamos abocados a ir cumpliendo los hitos que entidades de carácter internacional recomiendan a países como España para el avance en la profesionalización de la disciplina.”
Estas pautas vienen marcadas por dos entidades de referencia: la Federación Mundial de Musicoterapia (WFMT), y la Confederación Europea de Músicoterapia (EMTC), ambas en sus siglas en Inglés. Para Fattorini es una alegría que “por primera vez la WFMT cuenta con una presidenta española, la Dra. Melissa Mercadal-Brotons, colaboradora de nuestro Máster”.
Y al escuchar estas palabras de Fattorini me acuerdo de la capacidad de admiración que practicó Julián Marías a lo largo de su biografía, rompiendo con esa fatal costumbre que arraigó hasta límites insospechados en la España del siglo XIX y principios del siglo XX: la envidia. Por fortuna, siguen habiendo personas y grupos que se alegran de que una compañera y compatriota -la Dra. Melissa Mercadal-Brotons, española de Cataluña- ocupe esa responsabilidad. Este hecho rompe con esa falsa creencia social, mediática y humana que desde hace unos años se viene propagando de que la mayoría de catalanes no se siente español. He aquí un ejemplo contrario, como los de tantos otros (la mayoría social catalana). El caso catalán, las dos Españas, demasiados paralelismos, mucha terapia artística es necesaria para sanar esas realidades. Y hay otras circunstancias que están asociadas en mayor o menor medidas a aquéllas, como es la creencia social vigente de que solo las personas desempleadas, o viviendo en el umbral de la pobreza, o con otros problemas graves, sufren exclusión. Hay una circunstancia que en este país y en el Mundo no podemos obviar, la de aquellos con alto poder adquisitivo y poder y que utilizan ambos con despotismo. Cuando le pregunto a Alessia Fattorini por esto me responde: “La Musicoterapia, por ser una disciplina flexible y adaptable, puede ayudar a cubrir las carencias existentes en diferentes tipos de instituciones, con colectivos de personas distintos y en circunstancias de carácter diverso que necesiten el logro de determinados objetivos educativos y/o terapéuticos.
La naturaleza no verbal de la música la convierte en un privilegiado medio de comunicación universal. El estímulo sonoro tiene un poder sobresaliente para penetrar en el cuerpo y en la mente, sean cuales sean las condiciones, las características o los niveles de inteligencia de los individuos. Estimula los sentidos, evoca sentimientos, despierta emociones, facilita respuestas fisiológicas y mentales, da energías al cuerpo y la mente. Sus cualidades tienen el potencial de organizar internamente al individuo y al grupo, a la vez que posibilita el aprendizaje y/o adquisición de habilidades. El empleo de la música en los contextos terapéuticos permite por tanto que se abran nuevas vías de investigación en el campo de la discapacidad, de los contextos hospitalarios o para la comunicación en general. Una necesidad imperiosa en estos momentos en nuestro entorno.”
Javier Melguizo, desde la voz de la experiencia y con su ojo avizor a las circunstancias, afirma: “Me gustaría añadir que es necesario distinguir entre lo terapéutico del arte y el Arteterapia. Realizar arte es sanador en sí mismo, y debería democratizarse más y salir de la élite de los artistas, pero el arteterapia es una disciplina y una técnica de la psicoterapia, con una base sólida, que permite sanar en una dimensión profunda gracias a la tríada que representan la persona que crea y quiere sanar, el terapeuta que la acompaña y los lenguajes y medios artísticos. Toda terapia en profundidad se sustenta en el vínculo, no hay soluciones de un día, como acostumbra a vender esta sociedad. Al final, lo que sana es el amor.”
Curioso, sintomático, simbólico, resulta el método, la acción, el sentimiento y la meditación que nos lleva a sanar: el amor. Vivimos en un mundo como te decía antes lector con demasiada egolatría, y poco amor. De ahí, que lo determinante para la sociedad, para determinadas personas y muchas familias, para partidos políticos y sindicatos, o para la burocracia, sean: el statu quo, lo material y la imagen social. El reverso de ese modus vivendi es el vacío sentimental entre parejas, familiares, amigos… Y el propio Melguizo para poner colofón a este reportaje nos narra dos casos en los que ayudó con la Pintura a sanar a otras personas: “Por ejemplo una mujer que pudo trabajar el duelo de la muerte de su padre y encontrar un sentido más significativo para su propia vida a través de pintar autorretratos y retratos de su padre, y de esta forma comprender también los conflictos de esa relación y llegar a una relación más sana con su propia hija; u otra persona con trastornos de alimentación que a través del arteterapia pudo sanar su problema y restablecer vínculos saludables con su familia. La pintura dentro del marco del arteterapia es un medio muy poderoso para desvelar conflictos emocionales que han estado enterrados durante meses o años, y de esta forma poder sanarlos y mejorar las relaciones afectivas y con el entorno. Es también un medio excelente de ayuda en el crecimiento personal y el desarrollo creativo de cualquier persona.”
Manuel Carmona Rodríguez