El horizonte europeo

A finales de mayo pasado fueron las elecciones al Parlamento Europeo. La histórica supremacía de conservadores y socialdemócratas que ha venido marcando la vida de esa institución desde los primeros comicios en 1979, ha dejado paso a una nueva realidad parlamentaria en la que para las decisiones importantes hay que tener en cuenta también a los liberales y a los verdes. En especial ahora que los grupos de la ultraderecha, los euroescépticos y nacionalistas han alcanzado el inquietante 22%.

Resulta llamativo que tanto a nivel nacional como mediático y social las distintas sociedades de los países europeos no sean del todo conscientes del papel clave que juega la UE en nuestro día a día. En cierta medida eso también es responsabilidad de las propias instituciones comunitarias por contar con una burocracia distante y en exceso compleja, por su incapacidad hasta ahora de hacer una labor formativa y comunicativa que prenda entre los hombres y mujeres de cualquier generación en los 28 países de la UE. También por la responsabilidad de los gobiernos nacionales miembros de no querer ver más allá de sus ombligos cuando las circunstancias desde hace décadas son no solo de cada país, sino europeas.

Esto último no es nuevo, quien con mayor lucidez y profundidad empezó a verlo fue Ortega y Gasset en su célebre libro La rebelión de las masas, hace ya casi un siglo. Y en 1949 reforzó ese análisis agudo e histórico de Europa y de la sociedad europea en su excepcional conferencia Meditación de Europa dada en la Universidad de Berlín. Aquella jornada se concentraron más de 200.000 personas en el campus de la U. de Berlín para escucharle. ¿Quién es hoy en día capaz de congregar a esa ingente cantidad de personas en un acto?

Entre el otoño de 1996 y la primavera de 1997, Julián Marías impartió un genial curso en el Centro Conde Duque titulado Las formas de Europa. En él, con el profundo conocimiento que el maestro tenía de la realidad europea fue desgranando punto por punto la Historia del Viejo Continente y de sus pueblos, y cómo se fueron sucediendo los acontecimientos históricos, y si sobre todo se preguntaba si los grandes enfrentamientos y las dramáticas calamidades se pudieron haber evitado. Recuerdo que Marías cuando llegaba a uno de esos momentos cruciales de la vida humana e histórica, hacía una pausa en su discurso, en su argumentación, en las pruebas que nos había ido presentando, y a continuación decía con solemnidad y gravedad: ¿Se pudo haber evitado?

Y hacía una nueva pausa de unos segundos para que el auditorio allí congregado reflexionara sobre lo explicado y sobre la posibilidad de que la Historia hubiera sido distinta a cómo fue, si se hubieran tomado otras decisiones que eran posibles.

Hoy en día, las cuestiones decisivas de la vida de cualquier persona, generación y sociedad sobre todo en Europa y en el conjunto de Occidente, son particulares y a la vez universales: la Educación y la Cultura; la Asistencia Sanitaria y los Servicios Sociales; las Cuestiones Demográficas y los Movimientos Migratorios; la Conservación del Planeta y las Energías Renovables,; la lucha contra el Terrorismo Internacional y el Tráfico de Drogas y de Armas; los Delitos y Abusos Cibernéticos; la Vida Personal y Familiar, … Son circunstancias que nos afectan a cada ser humano y a los países occidentales. También a las naciones de África y de Asia, donde hay más diversidad étnica, cultural y antropológica aunque también los pueblos africanos y asiáticos tienen determinadas raíces históricas comunes.

Por tanto, requieren esas circunstancias de planteamientos que cuenten con la persona, y que tengan presentes a las diferentes generaciones. Y han de ser debatidas y consensuadas en el Parlamento Europeo y en las organizaciones comunitarias, pero también en los plenos de los Ayuntamientos y en los Parlamentos regionales y nacionales. Es necesario hoy más que nunca establecer líneas de trabajo y cooperación que desarrollen sinergias entre los ayuntamientos, las regiones, los gobiernos nacionales y las instituciones comunitarias. Y presentar desde posiciones democráticas una defensa serena, firme, coherente y responsable frente a los planteamientos nacionalistas y excluyentes. Unos planteamientos que conversen y tiendan lazos de cooperación con las sociedades americanas de norte a sur, y de Oceanía porque ellos completan esa realidad humana e histórica que es Occidente.

A partir de ese diálogo responsable sobre las cuestiones que nos incumben a todos, desde Tierra del Fuego a Helsinki, desde Alaska hasta Algeciras, desde Río de Janeiro a Sidney, cabe la posibilidad de construir un mejor presente y futuro. Un tiempo en el que nos vemos obligados a debatir con pruebas y argumentos inteligentes, coherentes y leales con las sociedades africanas y asiáticas sobre las circunstancias comunes de todos. Respetando los derechos humanos, que han de dejar de ser un desideratum para ser una realidad.

Para ir concluyendo esta reflexión, me remitiré a un debate que tuvimos el pasado curso en una de las clases de Principios de la Comunicación con el grupo de estudiantes de Vicálvaro. En el mismo 8 de las estudiantes son de origen chino. Uno de los alumnos, Francisco Cruz, planteó a la compañera estudiantil Yu Lei “¿si los chinos sentían de verdad que China era la segunda potencia económica mundial?

La respuesta inteligente, serena, conocedora de la realidad diversa y de conjunto de China de Yu Lei nos ilustró a todos. Nos dijo que no, que en la China de nuestro tiempo hay grandes diferencias entre las capitales más pobladas y conocidas por la mayoría (como Pekín y Shanghai) y las zonas rurales del país. Nos iluminó haciéndonos partícipes de las diferencias de modelos de vida, de desarrollo económico y social que hay entre la costa este y la oeste de China. Sus compañeras Yujun Tao y Shu Peng nos hablaron de cómo hoy en día todavía la cuestión pasada de Tianamen no ha sido superada por la oficialidad china y hay un claro sesgo propagandístico que no muestra la realidad histórica que se vivió cuando se estudia en China aquel acontecimiento. En China hoy sigue habiendo censura informativa.

Yu Lei nos hizo saber que a ella y a sus compatriotas les encantaría que a los 65 ó 70 años una persona pudiera con libertad elegir si jubilarse o no porque ya tuviera un sistema de Seguridad Social que le permitiera vivir con la tranquilidad de tener los recursos suficientes para vivir con holgura hasta el final de sus días como ocurre en países como España o en otros de nuestro entorno europeo. Hoy en día, millones de abuelos y abuelas chinas tienen que seguir trabajando hasta su viaje a la otra vida, sobre todo los de las áreas rurales, porque a pesar de haber trabajado a lo largo de sus vidas, no les da.

En los trabajos de investigación que estas estudiantes chinas realizaron para aquella asignatura, se muestran realidades de su país y de su sociedad que pasan desapercibidas para la mayoría de los medios de comunicación occidentales. Realidades que muestran la cotidianidad auténtica de China y de su gente. Por ejemplo, como nos mostró Yujun Tao que la homosexualidad en cualquiera de sus opciones sigue siendo mal vista por la sociedad y las instituciones chinas, en el fondo por desconocer lo que de verdad sienten las personas que lo son.

O los intentos de mejorar las cooperativas agropecuarias de China siguiendo los modelos notables de cooperativas españolas como abordó Huiping Liu en su trabajo monográfico. O el iluminador trabajo de Yihan Wang para mejorar las relaciones sanitarias entre médicos, pacientes y familiares de éstos, muy deterioradas por cómo se están gestionando los recursos sanitarios chinos, llevándose Pekín casi el 50% del Presupuesto Nacional cuando su población representa el 1% de la del país. En Pekín disfrutan del 60% de médicos de primera clase y del 70% de los mejores expertos médicos. O Shu Peng nos proponía en su investigación cómo hacer posible que las mujeres chinas puedan decidir con libertad si tener o no un segundo hijo.

Las circunstancias de ellos y de nosotros, nos exigen hoy en día mirar a cada circunstancia con un espíritu humano y universal.

 

Manuel Carmona Rodríguez