La salud es una buena inversión

¿Alguien lo puede poner en duda?

Entre 1990 y 2013 el número de personas en el mundo con depresión o ansiedad ha aumentado en casi un 50%. Así, por cada dólar invertido se consigue un retorno de cuatro gracias a un mejor estado de salud y una mayor productividad de los afectados, según los resultados de una investigación que publica la revista ‘The Lancet Psychiatry’, cuyos autores insisten en que estos datos son un buen argumento para invertir más en mejorar la salud mental a nivel global.

Por primera vez un estudio dirigido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha estimado la rentabilidad económica de invertir en el tratamiento de la ansiedad y la depresión, y demuestra que los beneficios son cuatro veces superiores al gasto que conlleva.

«Sabemos que el tratamiento de la depresión y la ansiedad tiene sentido desde el punto de vista de la salud y el bienestar, pero este nuevo estudio confirma que también lo tiene desde una perspectiva económica», ha aseverado Margaret Chan, directora general de este organismo de Naciones Unidas.

Además, las emergencias humanitarias y las situaciones de conflicto aumentan la necesidad de ofrecer tratamiento a estas dolencias ya que, según estima la OMS, en estos casos uno de cada 5 afectados acabará sufriendo depresión o ansiedad.

En este caso, el trabajo liderado por la OMS calculó el coste y los resultados en salud de ampliar en los próximos 15 años (de 2016 a 2030) el tratamiento de ambos trastornos en 36 países de bajos, altos y medios ingresos, centrándose en la atención psicosocial y el acceso a fármacos antidepresivos.

Pese a este beneficio, la OMS denuncia que la inversión que se destina a los servicios de salud mental son muy inferiores a lo que se necesita y, según su Atlas de la Salud Mental, la mayoría de los países destinan un 3 por ciento de su presupuesto sanitario, variando del 1 por ciento de los países con menos recursos al 5 por ciento de los más desarrollados.

«Aunque en el mundo hay cientos de millones de personas con trastornos mentales, la salud mental ha permanecido en la sombra», ha lamentado Jim Yong Kim, presidente del Banco Mundial, que avisa de que «no se trata de una cuestión únicamente de salud pública, sino también de desarrollo» y, por ello, urge tomar medidas ya que «la pérdida de productividad es algo que la economía mundial no se puede permitir».

La publicación de este estudio se enmarca en una serie de encuentros organizados por la OMS y el Banco Mundial en Washington DC, Estados Unidos, en los que ministros de Economía y Finanzas, ONG, expertos universitarios y sanitarios analizarán cómo poner la salud mental en el centro de las agendas políticas mundiales y nacionales.

Además, los países que han ampliado con éxito la atención a la salud mental expondrán las principales trabas que pueden encontrarse y cómo deben superarse. Entre ellos la OMS pone el ejemplo de Brasil que ha creado una red de atención psicosocial; Etiopía, que está ampliando rápidamente su cartera de servicios de salud mental; o Sudáfrica, donde el abordaje de la salud mental ha formado parte de su reciente reforma de la Atención Primaria.

«La salud mental tiene que ser una prioridad mundial en el ámbito del desarrollo y de las organizaciones humanitarias, y una prioridad para todos los países», ha apuntado Arthur Kleinman, profesor de Antropología Médica y Psiquiatría en la Universidad de Harvard (EE.UU) y experto en salud mental.